Para crear valor en contextos de incertidumbre: ¡entrena!

2 octubre 2022

1+1:33

La columna de:

David Asensio

Guerra, inflación, la energía explotando la cuenta de resultados de empresas, destrucción de márgenes, caída potencial de ventas, consumidores perdiendo poder adquisitivo, empresas frenando inversiones… vivimos momentos tortuosos de destrucción de valor. Y, precisamente por ello, hay que tener más que nunca coraje, método y capacidades trabajadas para crear valor. Gestionar crisis es mucho más difícil que gestionar cuando el viento sopla a nuestro favor.

Afrontar una crisis desde el miedo absoluto, parar las naves y reaccionar según van ocurriendo los acontecimientos, suele generar bastantes más problemas de los que resuelve. Destruye, a velocidad de vértigo, valor. Y muchas organizaciones y empresas se quedan en la UVI tras estos procesos, y nunca más salen de ellas.

En estos procesos reactivos de abordar crisis las medidas habituales suelen ser casi siempre las mismas:

  • Despidos.
  • Parar inversiones que se consideraban críticas para crecer.
  • Crear nuevos indicadores de seguimiento, y generar una tensión (a veces excesiva y desmoralizadora) por cumplirlos.
  • Crear escenarios de miedo —muchas veces, de forma inconsciente— que frenan la capacidad creativa y la comunicación.
  • Probar proyectos e iniciativas pero no darles el tiempo suficiente para crear resultados (por la desesperación de conseguir resultados de corto plazo).

Pero estas medidas cortoplacistas, donde la prioridad es sobrevivir, a veces acelera un mal desenlace. Y muestra las vergüenzas de tener organizaciones poco entrenadas en escenarios inciertos y, sobre todo, muy oxidadas en trabajar en contextos de explotación (ejecución al máximo nivel de excelencia) y exploración (abrir las fronteras en la creación de valor de forma constante).

La incertidumbre es uno de los fenómenos más difíciles de gestionar (en nuestras vidas y en nuestras organizaciones). No saber qué pasará, por dónde va a venir el golpe o si lo que tenemos entre manos generará o no algún resultado de impacto. Esa asimetría de información nos estrecha el foco, nos centra en unas pocas cosas “que controlamos” —y que no quiere decir que sean las adecuadas— y mata la capacidad creativa para buscar soluciones con más impacto.

Pero esto no se hace de un día para otro. Crear valor en contextos de incertidumbre exige mucho entrenamiento. Se entrena todos los días, sobre todo en épocas de crecimiento, rentabilidad y músculo financiero. En esos momentos es cuando se entrenan las capacidades como la flexibilidad, aligerar burocracias, fomentar la capacidad creativa en cada rincón de cada departamento, favorecer la transparencia, aupar las mejores ideas y experimentar con ellas de forma continua, porque saben pensar y ejecutar con excelencia tanto en el corto y medio plazo (a la vez). 

Ese entrenamiento es crítico para afrontar las crisis. Lo vemos todos los días en los deportes de alto rendimiento (desde el golf hasta en la fórmula 1 o el alpinismo… ¡en todos!). Entrenarse para contextos duros, difíciles, sin soluciones fáciles de corto plazo, es la mejor vacuna para seguir creando valor y soluciones en cualquier momento, bueno o malo.

Para ello hay que conocerse muy bien, y poner en el centro las dos únicas cosas relevantes en una organización: las personas y la creación de valor. 

La RAE aporta hasta 13 definiciones para la palabra valor, pero son especialmente importantes dos en el mundo del management:

  1. El valor es la “fuerza, actividad, eficacia o virtud de las cosas para producir sus efectos”.
  2. El valor es también el “grado de utilidad o aptitud de las cosas para satisfacer las necesidades o proporcionar bienestar o deleite”. 

Es decir, necesitamos valor para crear valor. Y esto es un proceso de mejora continua presente en todos los ámbitos de la organización, cada día, con el propósito de que todos los protagonistas aporten sus mejores capacidades (y las mejoren en el proceso). 

Las empresas no son invencibles, los modelos de negocio caducan. Por eso no podemos llegar a la meta —si es que existe— y dormirnos, o burocratizarnos, o tomar decisiones como si la situación en la que nos encontramos no fuera efímera. Porque es efímera, aunque dure años. 

La autocomplacencia lleva a creerse que la incertidumbre no existe, que los problemas no surgen en cualquier lugar, y que no necesitamos entrenar todos los días para algo que ni siquiera imaginamos. Pero el cementerio empresarial (desde startups hasta grandes multinacionales) está plagado de estos ejemplos.

Déjanos aportar algunas recomendaciones para el entrenamiento en la creación de valor:

  • Jamás te olvides del propósito por el que empezó todo. Los porqués son poderosos. Es importante tener presente la esencia, lo que te hizo fuerte, ¡siempre!
  • Los sentimientos, las capacidades, en definitiva, lo que nos hace humanos, tienen que estar siempre en el centro. Sólo con la capacidad humana, bien focalizada, se pueden resolver problemas, crear conocimiento y sortear obstáculos.
  • Trata de ser siempre la persona que aporte soluciones, formar parte de la solución y no del problema, y da igual el puesto que ocupes. 
  • El liderazgo personal, de cada uno de nosotros, que crea valor de largo plazo lo definió muy bien —y lo cita Ryan Holiday— el historiador militar y oficial del ejercito de Estados Unidos S.L.A. Marshall: “por muy humilde que sea tu rango, cualquier persona que se controla contribuye a controlar a los demás… el miedo es contagioso, pero el coraje no lo es menos”. 
  • Las crisis empeoran con el miedo: nos convierte en ambiguos, dubitativos, nos paraliza. Entrenar a la organización, y a sus líderes interiores, en crear zonas de confianza —pase lo que pase— es crítico, para buscar soluciones desde la creatividad y todo lo que nos hace fuertes.

Como dice Ryan Holiday en su libro Coraje: “cuando eres valiente, cambias la realidad porque con ello haces valientes a otros… como un virus, la serenidad se transmite por contacto. Se transmite por el aire. La rezumamos, otorgamos a los demás la fuerza que nos sobra y los contagiamos a la vez que ellos contagian a otros, no con un agente degradante y perjudicial, sino con uno que desarrolla fuerza y propósito”. 

  • Una organización sana, moderna y antifragil experimenta sin cesar: rápido, al mínimo coste, aprende y actúa.
  • Procura que los procesos de la organización permitan que cualquier persona con una idea, solución o una aportación de valor pueda trasmitirla y sea recompensado por ello. Si matamos la capacidad de emprendimiento, matamos la sabia de la organización.
  • Trabaja con escenarios, ¿qué pasaría sí? Prepárate y prepara a tu entorno para cualquier cambio drástico en el terreno de juego. Eso nos hace fuertes.

A este respecto la cita de Séneca es realmente poderosa:

«El exilio, la guerra, la tortura, el naufragio, todos estos conceptos humanos deben estar en nuestra mente». A lo que Ryan Holiday en su libro Coraje aporta la idea del entrenamiento para crear valor desde ahí: «deben estar en nuestra mente pero no en forma de miedo, sino de conocimiento. ¿Qué probabilidades hay de que se den? ¿Qué puede provocarlos? ¿Cómo nos hemos preparado para lidiar con ellos? Para Séneca, los golpes inesperados son los más duros y dolorosos. Esperando, definiendo, lidiando con lo que puede ocurrir, lo hacemos menos temible y peligroso».

Entrena, entrena y entrena… simula situaciones de trabajo de alto rendimiento en cualquier contexto. Lograr controlar el miedo en una organización y hacer que explote su creatividad en cualquier contexto puede salvarte, hacerte más fuerte, resistente y diferencial en un mercado cada vez más complejo e incierto. ¿Y sí…? Esa pregunta es determinante si la tomas en serio. Trata de que nunca escuches esa frase maldita: “jamás me lo hubiera imaginado”. 

Quienes crean valor son las personas, no hay máquina, proceso, decreto o papel que haga nada en sustitución al talento humano. O ponemos a las personas en el corazón de todo ello: para controlar miedos, crear contextos de confianza y coraje, pensar y entrenarse en escenarios distintos… o lo hacemos, o el barco naufragará más pronto que tarde, y lo peor, sin haberlo imaginado siquiera. Todo esto está al acceso de cualquier empresa, organización, de cualquier persona. Y es poderoso.

Entrena y experimenta, en crisis o en crecimiento, para crear valor:

  • Sin miedo a lo que se pueda descubrir.
  • Dejando que el chorro del potencial humano aporte y entrene, a su vez, sus propias capacidades.
  • Lejos del temor a peder el liderazgo, este tipo de organizaciones crean liderazgos más sólidos.
  • Porque los procesos ayudarán a crear, y no frenarán la potencia humana, como es más habitual de lo que parece.
  • Con trasparencia se crearán contextos donde los presupuestos, los costes, los impactos de cada acción se miden, se saben y se toman mejores decisiones.
  • Descubrir de qué es capaz un equipo, una organización, le hace fuerte.
  • Anticiparse a los problemas, te permite prepararte para ser antifragil.
  • Empatizar con el cliente ayuda a sorprenderlo y construir fans.
  • Para explorar hay que escuchar, aceptar, negociar, medir, en definitiva, aprender creando valor. Y eso es imbatible.

En definitiva, en las organizaciones ocurre lo mismo que cuando llevamos 20 años siendo sedentarios: si vamos a correr al parque de un día para otro nos pueden ocurrir dos cosas. Una, acabar en urgencias con un infarto. O dos, acabamos fatigados y en el suelo en menos de 2 minutos.

La única manera de estar físicamente activo es entrenar todos los días, cuidar nuestra alimentación, nuestra conexión mente-cuerpo y tener el coraje para mantener los hábitos da igual que llueva o truene. Pues lo mismo ocurre en cualquier organización, tecnológica o no, grande o pequeña. Entrenar para crear valor debe ser una prioridad para crear empresas modernas, punteras, globales, resistentes a los envites, cada vez más habituales, de una realidad loca e incierta.

Este documental sobre Eliud Kipchoge en HBO, The Last Milestone, permite comprender bien la potencia de entrenar, el uso de la tecnología, los detalles, las mejoras marginales, la mejora continua… esto se puede trasladar al mundo de la empresa. Te lo recomendamos:

Artículo escrito por

David Asensio

Fundador de Chocolate Rojo

Javier García

Editor de Sintetia

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