El potencial creativo: el recurso renovable que lo cambió y lo cambiará todo

2 julio 2022

1+1:33

La columna de:

David Asensio

El potencial creativo está asfixiado, y en él está la explosión de productividad que necesitamos. «Los burócratas creen, erróneamente, que los puestos básicos han de ocuparlos personas básicas. Por desgracia, este prejuicio tiende a ratificarse por sí mismo. Cuando a los seres humanos se nos dan escasas oportunidades para ejercitar nuestra imaginación, nuestra creatividad es escasa. Esa falta de creatividad sirve de coartada para afirmar que el empleado medio es un poco tonto». Esta es una de las contundentes frases con las que arranca el último libro de Gary Hamel y Michele Zanini, Humanocracia.

Una de las tesis fundamentales del libro es que no hay puesto básico. Todo puesto de trabajo, toda persona que está en una organización, puede ampliar el límite de sus capacidades, su potencial creativo, aportar su talento parar crear resultados de abajo arriba de forma sólida.

Todos somos creativos, tenemos pasión, talento e iniciativa, y bien canalizados, puede marcar algo diferencial en cualquier, repetimos, cualquier, organización: grande o pequeña, tecnológica o no, pública o privada… fundaciones o sociedades mercantiles…

Daños colaterales a nuestro potencial creativo

Esta forma de abordar el management, como decía mi colega Javi García, «con el poso de más de 200 años de procesos» es difícil de cambiar. Nos ha traído muchas alegrías, mucha comida en las estanterías y muchas facilidades, pero es un modelo agotado.  Y, lo que es peor, nos ha traído una serie de daños colaterales a nuestro potencial creativo, de los que destacamos algunos.

Desconocimiento y miedo a la creatividad

¿Cómo queremos avanzar como empresa, y como sociedad, si todavía seguimos pensando que las personas creativas son algo “raro” con quien no se puede lidiar? Personas creativas las hay en todos los rincones. Lograr que canalicen su potencial creativo en todas sus tareas, incluidas las más básicas, es determinante. Pero esto no ocurrirá si desconocemos ese potencial.

Gestionar personas en vez de acompañarlas en su desarrollo

Las personas no se gestionan. Las personas no son un producto que hay que llevar como una máquina de un lado a otro. A las personas hay que acompañarlas para que desarrollen todo su potencial creativo, y eso exigen no manipularlas en función de nuestros miedos o necesidades. Nunca hay que limitarlas, sino impulsar su expansión.

Potenciar el liderazgo conocido que bueno por conocer

El potencial creativo de un equipo es inversamente proporcional a lo predecible que es su líder en decisiones críticas. Cuando un líder no tiene capacidad para aportar libertad de pensamiento, crítica, espacio para pensar, escuchar y no tiene el coraje de ampliar la frontera de todo lo que toca… cuando el líder es tan predecible (y anclado en la burocracia de los procesos), el potencial creativo se destruye como una bomba de destrucción masiva.

Amar el cortoplacimismo por encima de todas las cosas

Un daño colateral para el potencial creativo de las personas es el foco habitual en el corto plazo. O está en la Excel (dar resultados cuantificados) y, además inmediatos, o no existe. Y esto impide desarrollar el potencial humano, que normalmente requiere de tiempo, paciencia y muchas dosis de prueba y error.  Si esto no se produce se asume que invertir en el potencial creativo de las personas es un gasto innecesario, de resultados impredecibles y, por tanto, sin mucho sentido a corto plazo. Pero esto es comprar soga para una agonía que pronto vendrá. Una agonía que se traduce en un agotamiento de ideas, propuestas y de nuevos negocios.

Un error fundamental es asumir que la creatividad es un compartimento estanco, en el que sólo unos pocos ‘elegidos’ pueden entrar para crear resultados

Esto genera consecuencias muy indeseables. Hay personas más creativas que otras, hay quien se necesita especializar para que esa creatividad pueda expandirse aún más en tareas muy específicas, con formación crítica y diferencial. Pero esto no invalida el hecho de que el potencial creativo es un don masivo, con el que nacemos, y donde no hay puesto, como diría Hamel, que no dé lugar a una posibilidad de mejora y contribución creativa. Asumir lo contrario es nefasto para nuestra creación de riqueza. 

La burocracia resiste a los cambios, y por eso son lentos, poco flexibles y a veces mortales

Sólo habrá dos tipos de empresas: las flexibles, adaptativas y ejecutivas o las que están en el cementerio, plagadas de procesos.

Nunca los procesos burocráticos han limitado lo más necesario para crear riqueza, progresar y crecer: el potencial creativo de todo gramo de neuronas en una organización.

Se impone la desmotivación

Sin compromiso, tanto en tareas básicas como directivas, sin motivación, sin sentir, medir y absorber la contribución de nuestro potencial creativo en una organización, el resultado siempre es el mismo: baja productividad, mínimos salarios, modelos caducos. O se alimenta el potencial creativo o las empresas (y los países donde se produzca) que no lo hagan pasarán por encima.

En definitiva, seguimos asumiendo por defecto que el potencial creativo (y la libertad de pensamiento que exige) en las organizaciones es como meter a un tigre dentro de nuestro rebaño. El precio que se paga es muy caro: compañías con modelos de negocio oxidados y en las que aportar valor, ideas y potencial no se valora, más bien se rechaza.

Esto se debe a que no podemos asumir como propio lo que desconocemos, rechazamos gran parte de lo que genera cambios en el statu quo, y para eso ya nos hemos inventado la burocracia, para evitar que nada ni nadie lo toque.

Por esta razón, nos gustaría acabar con lo que consideramos son los rasgos que definen una persona con potencial creativo.

El potencial creativo de la curiosidad

La curiosidad no mató al gato, mató a la mediocridad. Es imposible encontrar la solución a problemas, muchas veces sin saber incluso que los tenemos, sin curiosidad. No se puede aportar valor sin tener un foco curioso que te hace levantar la cabeza y admirar el horizonte.

Ninguna empresa puede progresar sin la energía de la curiosidad para hacerse buenas preguntas. Pero la curiosidad necesita cierta libertad, cierto colchón de seguridad (evitar esa escena por la que todos pasamos alguna vez: “si hago esta pregunta, me cortan la cabeza”) y capacidades para explorar y descubrir.

El potencial creativo de la empatía

¿Cómo vamos a saber qué problemas tienen nuestros clientes si no sabemos ponernos en su lugar? La empatía, la sensibilidad, la capacidad para ver más allá de nuestro ego, son los condimentos imprescindibles para desarrollar nuestro potencial creativo.  

Una persona creativa es una persona empática, que escucha más que habla, que pregunta y observa, que sabe conjugar el aprender del pasado con mirar hacia el futuro, y conecta las piezas. La empatía permite bucear en las ideas de los demás, entenderlas, ayudar a crear la confianza y el confort para explorarlas.

El potencial creativo de la intuición

No hay creatividad sin intuición. En su magnífico libro, Inteligencia Intuitiva: ¿Por qué sabemos la verdad en dos segundos?, Malcolm Gladwell dice:

«los problemas que exigen un destello de perspicacia se rigen por otras reglas. ‘Es similar a la paralización que el análisis provoca en el ámbito deportivo’. Cuando se empieza a reflexionar sobre el proceso, se socava la propia capacidad. Se pierde fluidez. Hay ciertos tipos de experiencia fluida, intuitiva, no verbal, que son vulnerables a este proceso. Como humanos, somos capaces de realizar hazañas extraordinarias de perspicacia e instinto. Podemos retener un rostro en la memoria y resolver un problema en un instante».

Intuición e impulsividad, muchas veces, van de la mano. Una persona creativa es una persona impulsiva que sabe que es ahora o nunca, que se trata de resolver un problema y no de alargarlo con los problemas que puede acarrear: tienes un cliente al teléfono y hay que darle una solución, ¿cuál?, ¿cómo?, ¿el qué? ¡ya! Ése es el poder de la impulsividad. Pero para desarrollarlo, te lo tienen que permitir, como en Zappos.

El potencial creativo del liderazgo compartido

Hablamos de liderazgo, pero rechazamos cuando una persona que cree en su idea, en su visión, la exponga con confianza. Que haga el papel de convertirse en un líder para los demás, porque inspira gracias a su autenticidad y dar todo por el bien común de la idea y del proyecto.

Una persona creativa es líder cuando cree en la idea y acepta sumar las ideas de los demás durante el camino, con ello la idea se fortalece, se hace más solvente.

El potencial creativo del foco.

Tan importante es abrir como cerrar el foco. La concentración máxima es imprescindible para aportar ideas complejas, y ejecutarlas. Cerrar el foco y dirigir la atención y la energía en la creación es crítico. Pero, a la vez, el potencial creativo se desarrolla cuando estamos fuera de esos momentos de concentración máxima. Cuando nos conectamos con la naturaleza, caminamos, tenemos una conversación con los compañeros o, incluso, cuando vemos vídeos de YouTube…

Tener la mente y el corazón abiertos a nuevas sensaciones, abrir el foco, es tan importante como saber cerrarlo.

El potencial creativo del compromiso

La motivación, como diría Francisco Alcaide, es tener motivos. Motivos en los que creer, motivos para aprender, esforzarse, contribuir, luchar. Los motivos surgen porque trabajamos en organizaciones que nos respetan, que nos dan esos motivos, que nos hacen sentir parte de esa comunidad. No hay potencial creativo sin motivos para el compromiso.

Repasemos: curiosidad, empatía, capacidad para inspirar, compromiso, intuición, comunicación, sensibilidad… ¿son estas capacidades extraordinarias? ¿necesitas alguna formación para tenerlas? ¿de verdad hay que crear un departamento para tener personas con estos dones? Son preguntas retóricas a un hecho muy sencillo. Todos podemos desarrollar nuestro potencial creativo, en mayor o menos medida pero todos lo podemos hacer. Consecuencia, toda empresa, desde el artesano de la esquina hasta la multinacional más grande, puede ser una empresa creativa con capacidad para reinventarse y aspirar a la excelencia máxima en sus próximos cinco minutos.

El principal factor para reinvertar nuestras empresas, reinventarnos incluso a nosotros mismos, está a nuestro alcance: es un recurso renovable, inagotable, con posibilidad extraordinaria de mejora continua. Ese recurso es nuestro potencial creativo. Ese recurso implica aspirar a ser mejores personas, trabajar nuestros valores, la vocación por aprender y pensar siempre en que la suma es mayor que las partes.

El modelo de Taylor de principios del siglo XX, en el que se decía algo así como “por qué cuando pido dos manos vienen con un cerebro incluido”, está agotado y generará una muerte súbita a cualquier empresa que crea que eso tiene algún futuro.

Artículo escrito por

David Asensio

Fundador de Chocolate Rojo

Javier García

Editor de Sintetia

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