Ante lo superficial, una revolución de creatividad e ideas

9 junio 2021

1+1:33

La columna de:

David Asensio

Superficial: aparente, sin solidez, sin sustancia. Cuando lo quieres, pero no estás dispuesto a dar lo suficiente para tenerlo. 

«Todo el mundo exige un cambio, pero nadie quiere cambiar. Todo el mundo odia a los raros, pero quieren seres originales. Todo el mundo necesita tiempo, pero nadie se quiere detener. Todo el mundo quiere vivir siempre, pero nadie quiere envejecer. Todo el mundo quiere opinar, pero nadie quiere ser juzgado …»

«Noche Oscura”, así se llama esta canción escrita mano a mano entre De Pedro Leiva. Esta noche tan oscura es una muestra de la realidad sin tapujos que estamos viviendo. Y como dicen ellos, sólo el sol nos puede guiar.

Podría añadir al estribillo una afirmación más: «Todo el mundo quiere el éxito, pero nadie quiere equivocarse al intentarlo. Todo el mundo quiere ser único, pero nadie tiene el momento adecuado para conseguirlo».

Así que te recomiendo que sigas leyendo este artículo con esta magnífica canción de fondo:

La fama cuesta y es todo menos superficial

Queremos y soñamos con un mundo creativo, diferente, innovador pero… ¡con red! Sin riesgos, con previsión, con seguridad, con facilidad. Y nada de esto es posible, es como soplar y aspirar al mismo tiempo. Hay cosas que no son posibles. 

Y, sobre todo, hay que tener mucho cuidado con la adición a las ideas superficiales y lineales

Por ejemplo, ¿cuántas veces escuchamos eso de que en el último año: «la pandemia ha acelerado a meses una transformación digital de las empresas que requería años”? En cambio, nos costaría mucho identificar en qué se ha traducido realmente esa digitalización. ¿Más videoconferencias? ¿Más comunicación en redes sociales? ¿Más marketing digital? ¿Más compras por internet? Pero todo esto es sólo una capa, muy superficial de la digitalización. Una verdadera digitalización pasa por un cambio cultural, y ese es duro, complejo y requiere de mucha energía.

Digitalizar implica tener datos, aprender de ellos, crear conocimiento y obtener valor del mismo. Implica tener capacidad de anticipación. Trazabilidad en los procesos de fabricación. Control remoto de las actividades críticas de la empresa. Implica una nueva forma de comunicación y explorar el poder vender en varios canales a la vez (la omnicanalidad). La complejidad de la digitalización no se queda puede comprender desde una capa superficial.

Lo mismo sucede cuando queremos pensar en la España 2050, pero no sabemos bien cómo. Y no se puede hacer desde el eslogan o la superficialidad. Porque entonces, llegaremos a 2050 con, al menos, los mismos problemas que ahora, más los que vendrán.

O nos pasa a nivel profesional cuando tendemos a aplaudir a seudo gurús que se les considera los “padre de algo”… de lo que llevan hablando 20 años, y sólo cambian el discurso. Nos guiamos hacia ellos sin pensamiento crítico.

Lo mismo sucede cuando corremos a las librerías para leer a tatuados, sin límite, que presumen de tener un Ferrari jugando en bolsa y su propósito es enseñarte (previo paso por caja) cómo lograrlo en un par de tardes. O basta ser concursante de un reality para dar el salto al trading y tener una nueva vida llena de glamour y dinero. Estas cosas nos enganchan, en el fondo sabemos que son humo, pero nuestros sesgos a veces nos juegan malas pasadas.

Todos estos casos nos llevan a una misma desembocadura del río: nos gusta mucho hablar, aparentar, decir que hacemos, prometer lo fácil, visualizar vidas felices y sin esfuerzo… pero se nos olvida de la ecuación aspectos como el esfuerzo, la formación, el conocimiento o… ¡tachán! La maldita suerte.

La cultura de lo superficial… se impone

Un país donde se impone poco a poco, como una mancha, la cultura de no hacer nada por nosotros mismos. El país del ‘lo quiero todo, y lo quiero ya’. La cultura de ‘no admito la frustración’. El país de ‘si esa frase está en mi pared, es que es verdad’, y nada más lejos de la realidad. 

La cultura superficial no nos permite abordar problemas complejos, cambios profundos, desafíos que merezcan la pena.

Pero seguimos, y deseamos, un país mejor. Pero eso no se puede conseguir con una cultura empresarial que quiere y no puede más que aparentar felicidad y amor, pero está temerosa. No sabe gestionar lo incierto, ni impulsar valores sólidos. Algo falla si en nuestra cultura empresarial lo nuevo, lo diferente, el pensar en algo diferencial está mal, muy mal, visto y gestionado. 

No podemos aspirar a ser un país de ciegos, donde el bizco lo llamamos innovador, crack o disruptivo. Nos encantan las palabras, y los vocablos. Hablar de revolución, transformación, disrupción, agile o empresas horizontales… Pero estamos perdidos, sin brújula

La brújula la marcan los inversores, los seguidores e incluso los empleados… y vivir en la eterna normalidad.

Cuando no pasa nada… ¡todo puede pasar!

Si no pasa nada, si todo es predecible, nos gusta pensar que todo está bien. Pero ese silencio lo único que esconde es un riesgo, a veces extremo. 

Muchas empresas se van muriendo poco a poco en esa normalidad. Porque en la normalidad no desafías al futuro, al mercado, ni contratas a los mejores, ni mueves la caja de las ideas, o rompes el puzzle. Por supuesto, no te conformas con vivir, sino que quieres liderar un mercado cada vez más global. 

Cuando parece que no pasa nada: no hay productos nuevos, no hay clientes nuevos, no hay problemas nuevos, no hay desafíos nuevos… lejos de estar cómodos, es un síntoma de que el corazón puede dejar de bombear en cualquier momento.

Hablamos de revoluciones pero una vez que tenemos algo donde estar cómodos, se acabó. Bajamos los brazos. Perdemos lo que nos ha llevado hasta allí. Y cuando se pierde esa esencia, el final suele estar cerca. La mediocridad entra por la puerta y desembarca con todo su equipo.

Y esto se impone en el mundo profesional. Una vez que hemos conseguido una reputación, nos han llamado para varios eventos o webinars gratuitos, nos olvidamos de lo que promulgábamos.

Cambio sin cambiar

La palabra cambio está por todas las esquinas, a veces hasta la extenuación. Pero entre lo que deseamos, lo que creemos que hacemos y lo que realmente estamos provocando, llevamos años introducidos en una fricción constante.

El motivo de esa ceguera es seguir por el ‘mismo carril de todos’, en la misma dirección, bajo las mismas tendencias, sin salir de lo ‘normal’. Pero seguir a todos no suele llevar, la mayoría de las veces, a cambios profundos de verdad en nuestra sociedad y en nuestras empresas.

Como dice Sergio de la Calle en su libro, Divertirse Trabajando: “mil millones de moscas no pueden estar equivocadas: come mierda”.  Si no quieres ser una mosca más tienes que pensar, crear, desafiar lo que tienes entre manos.

Basta ya de querer certezas para tomar decisiones. No existen certezas, nadie las tiene, y quien te las venda te está engañando. Basta ya de imitar a los que consideramos son líderes pero no les conocemos en profundidad, y todo lo que imitaremos será lo superfluo, lo superficial.

Yo no quiero un futuro como diga Elon Musk o las tendencias del Harvard Business Review. Porque siempre iré a la cola de lo que digan ellos.

Ante lo superficial una Revolución de Auténtica Creatividad y de las Ideas

  • De aquella creatividad que te pone los pelos de punta. Tanto como cuando ves a tu chica desnuda por primera vez.
  • De aquella creatividad que te hace dudar dónde estás más que si te hubieras bebido dos chupitos de Jagger.
  • De aquella creatividad que produce más riesgo que si fueras a ver a tus suegros después de una noche de resaca con su hija.
  • De aquella creatividad que te pone nervioso porque sabes que provocará un antes y después en tu vida. Como cuando le dices a la chica que te gusta que te mueres por sus huesos.
  • De aquella creatividad que dice y transmite TU verdad. Aunque sepas que mucha gente no la entenderá y algunos de tus amigos se irán. Pero es tu creatividad.
  • De aquella creatividad en la que crees y luchas, digan lo que digan los demás. Porque sabes que TU marca es la consecuencia de TU creatividad. No de TU mediocridad.

Basta ya de quejarnos y lamentarnos. De soñar con un mundo mejor, de proclamar revoluciones y transformaciones que siempre se quedan como experimentos con gaseosa. De seguir a gurús que siempre dicen lo mismo.

La hora de la Revolución de una Creatividad Original en 5 claves

  1. Empecemos a expresar lo que realmente queremos . No lo que nos dicen que debemos querer.
  2. Una VERDADERA revolución no tiene como propósito salir en los medios de comunicación. No es postureo, es un el estilo de vida, de rumbo. Si lo haces por aparentar, no creerás en lo que dices. Y cuando venga una nueva transformación, te subirás a ella. Perderás tu esencia, porque no sabrás dónde está..
  3. La creatividad auténtica apuesta por las personas, por la escucha activa y la humildad. Pero sobre todo por la acción, porqué es el único método que nos lleva a la innovación.
  4. Aprendamos más de las caídas y los fracasos, que no de los éxitos efímeros.
  5. Si no sabes lo que realmente quieres, antes de mentir a los demás, pregúntate qué quieres.

Desde la coherencia siempre nace la mejor creatividad.

Artículo escrito por David Asensio

Fundador de Chocolate Rojo

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