Las TIC: un sector estratégico para un crecimiento económico sostenible

5 mayo 2010
Tecnologias de la información

El impacto de las Tecnologías de la Información y la Comunicación (TIC) es tan importante y aborda tantos ámbitos que configura lo que ya se conoce como los pilares de la nueva economía o economía digital. La comprensión del impacto de la revolución que suponen estas tecnologías es un fenómeno complejo, objeto de estudios académicos de diversas disciplinas científico-técnicas y socioeconómicas, y está en el centro de las políticas económicas de países avanzados, desarrollados y en desarrollo. La Fundación CTIC, bajo el título “Estudio de Análisis Estratégico y de Impacto del Sector de las Tecnologías de la Información y la Comunicación en Asturias” , ha elaborado un informe en el que se sintetiza la evidencia académica en el campo de las TIC y el crecimiento económico y donde se analizan como ejemplo las implicaciones para el caso del Principado de Asturias.

La evidencia muestra que las TIC son el núcleo duro de un proceso creciente de integración en los mercados globales, que aceleran la innovación y la gestión en las empresas, crean riqueza y, en definitiva, generan desarrollo y bienestar. Las TIC combinan una doble cualidad, no tan intensa en el resto de actividades económicas:

(i) En primer lugar, son un sector en sí mismo, con empresas –entre las que se encuentran las más innovadoras del mundo-, empleos, inversiones y capacidad para generar riqueza.

(ii) En segundo lugar, es un sector cuya existencia se justifica por su capacidad para dotar de competitividad al resto de actividades de una economía: desde el comercio minorista al mayorista, pasando por las actividades de logística, finanzas, transporte o energía, así como la construcción, los bienes de equipo y, por supuesto, el ocio.

Las TIC actúan como catalizadoras de competitividad para el resto de las actividades económicas de un territorio. Y son, básicamente, estas dos características las que conducen a instituciones supranacionales como la Comisión Europea, el Banco Mundial o la propia OCDE a colocarlas en un lugar estratégico para afrontar, por ejemplo, la actual crisis financiera internacional o para implementar políticas de promoción económica en países y territorios, tanto desarrollados como no desarrollados, ya sea en el ámbito rural como en el urbano.

Y es que el uso intensivo de las TIC ha generado cambios en la manera de divertirse, de trabajar, en la organización de las empresas y las administraciones públicas, cambios en la comunicación y nuevas formas de comprar y vender. Las nuevas tecnologías permiten crear, manipular, organizar, transmitir, almacenar y gestionar de manera ágil, flexible y, sobre todo, a coste muy bajo, en ocasiones casi cero, la información. Sin embargo, resulta necesario resaltar que las TIC son más que Internet, empresas .com e internautas. Las empresas se enfrentan al reto de tener clientes cada vez más informados y exigentes, lo que acelera su competencia y con ello la necesidad de crear nuevas oportunidades de negocio sobre las bases de diferenciación, conocimiento, control de la gestión, comercialización y, en definitiva, innovación. Estas tecnologías permiten que las empresas asignen y gestionen tareas y recursos a escala global con mínimos costes de comunicación. De ahí que cualquier empresa, de cualquier tamaño, pueda convertirse en multinacional, cooperar a escala mundial y comercializar sus productos y servicios en mercados de mayor potencial al local.

Los patrones del crecimiento global están cambiando: el diseño aporta el valor al producto, y no su producción; todo lo que se pueda digitalizar e intercambiar vía Internet se puede contratar en cualquier parte del mundo. El valor de una televisión plana, de un reproductor de música o del PC como máquina está en concebir mejores prestaciones y saber detectar bien las necesidades de los consumidores. Todo lo que se pueda automatizar, lo que se pueda realizar de una manera repetitiva, se puede contratar en cualquier lugar del mundo donde aseguren calidad y seguridad combinadas con un menor precio. Y las empresas que no lo hagan, mientras sus competidoras si, tendrán más costes y reducirán sus ventas.

En este sentido, según la World Information Technology Alliance, el gasto mundial en TIC superó en 2008 la cifra de los 3,5 billones de dólares, el equivalente al 6,5% del PIB mundial. Entre los años 2001 y 2007, este gasto en TIC ha crecido a una tasa media del 7,6%. Y son los servicios los que, a pesar de la actual crisis global, siguen resistiendo con crecimientos de dos dígitos a escala global (12% de media anual). Asímismo, WITSA estima que las administraciones públicas son uno de los clientes más importantes en materia TIC, con un gasto anual estimado en el mundo de unos 200.000 millones de dólares y un crecimiento por encima del 8% anual.

Estas inversiones en materia TIC tienen un impacto contrastado y medido internacionalmente. La propia OCDE, para los países que la componen, ha estimado que las inversiones TIC explican, de media, el 58% del crecimiento de la productividad total de los factores en la última década. Además, se constata que existe una relación prácticamente lineal entre aquellas economías que más invierten en TIC y aquellas en las cuales la productividad crece a un ritmo superior. Así, por ejemplo, en las dos últimas décadas, la productividad media anual en Estados Unidos y Reino Unido creció a una tasa superior al 3% y, por orden de crecimiento, le siguen los Países Bajos, Finlandia y Francia, y son estos países los que más han invertido en nuevas tecnologías.

En el caso de España, todos los estudios ponen de manifiesto que el modelo de crecimiento de los últimos quince años ha estado basado más en la incorporación de factores productivos (sobre todo empleo) que en el progreso tecnológico. La productividad total de los factores en España se ha mantenido prácticamente estable en la última década. Pero, a pesar de ello, el capital TIC aportó 0,5 puntos de media anual a la productividad total de los factores, lo que significa que otros tipos de recursos, como el capital no tecnológico o el empleo, han experimentado crecimientos de la productividad negativos.

Fijémonos en el ejemplo de Asturias, ámbito geográfico donde el CTIC opera como Centro Tecnológico. La inserción de inversiones públicas y privadas en materia TIC ha sido realmente significativa en las últimas dos décadas. De hecho ha sido la inversión que más ha crecido año tras año desde 1986 en la Comunidad Autónoma, por encima de las inversiones en construcción, infraestructuras públicas o maquinaria. Y se constata que estas inversiones en TIC han contribuido en un 50% al crecimiento medio de la Comunidad Autónoma y han tenido un impacto realmente notable en la productividad media del empleo. Cada euro invertido en TIC en Asturias tiene un impacto en el crecimiento del Valor Añadido Bruto (VAB) de entre 2 y 4 euros.

De la misma manera, se pone de relieve de forma contundente las altas complementariedades existentes entre el capital TIC y el capital humano para impulsar el crecimiento económico. Por ello, no basta tan sólo con invertir en tecnologías, sino que es imprescindible la formación y capacitación para poder utilizarlas de forma eficiente. Las TIC actúan como un instrumento, como un conjunto de herramientas, vehículo de comunicación y como medio para almacenar, compartir y generar nueva información útil para la creación y mejora de nuevos bienes y servicios. Cuando las TIC se combinan con el conocimiento, con personas capacitadas y creativas, éstas ayudan a fomentar y gestionar los cambios en todas las organizaciones, a innovar, a progresar.

Todo apunta a que es necesario seguir trabajando para destinar más y mejores recursos a las inversiones en TIC y en formación, consolidando un modelo productivo más focalizado en la innovación y las nuevas tecnologías en España, pues son un gran vehículo para generar riqueza y bienestar.

Sobre el autor:

Pablo Priesca. Director de la Fundación CTIC (Centro Tecnológico de la Información y Comunicación).

Artículo escrito por Colaboración

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