¿El talento es el nuevo oro?

10 julio 2022

Hace poco leía que el talento es el nuevo oro. Esta frase empezó a resonar en mi cabeza, que enseguida comenzó a buscar las aristas de la simbología para llegar al fondo de la cuestión y extrapolar conclusiones que quizás no sean tan obvias de primeras. ¡Vamos a por ello!

Acostumbramos a usar la expresión del nuevo oro con aquellas cosas que se van poniendo de moda inversionista o marketiniana: el petróleo, los datos… y ahora es el turno del discurso de las personas, que es lo que realmente hay detrás del talento.

Este pequeño escalón ya tiene su enjundia: las personas siempre han sido el oro, el motor de cambio y la energía. Sin personas los materiales, los algoritmos… no tienen función alguna. Y cuando digo personas/talento no solo hago referencia a aquellos con poder, visibilidad o potencial, si no en un sentido más amplio de comunidad/sociedad. Nuestra ambición y supervivencia, seamos conscientes de ello o no reside en nuestra diversidad, coexistencia y sinergias.

Sigamos con la analogía del oro. ¿Por qué el oro es el símbolo de la valía más arraigado? Si recordamos aquellos maravillosos años de primaria, el oro es un metal amarillo que creemos se produjo en la nucleosíntesis de supernovas, a partir de la colisión de estrellas de neutrones. ¿No es a veces la física tremendamente poética?

Su simbología química proviene de su origen latino (Au Aurum) y si hablamos de etimología aquí quizás tenemos una primera conexión. En Grecia τάλαντον (tálanton) era el platillo de la balanza, equivalente a las cantidades de metales preciosos que en ella se pesaban. Con el paso del tiempo, la palabra derivó a referirse a diferentes monedas en circulación. A Roma llegó con su traducción talentum, adquiriendo el significado de tesoro. Ya en Castilla en el siglo XII se asemeja a talante, tomando el sentido de ‘voluntad o disposición de hacer algo’ y no será hasta el siglo XVI y con cierto barniz de metáfora bíblica, cuando se le dote del significado de dote natural.

Quien se crea moderno por asemejar el talento al oro, que no se sienta mal, las modas son cíclicas y las filosofías de la valoración de nuestro potencial también.

En el siguiente apartado de la definición de colegio nos dicen que el oro es un material noble. Esto implica que no sufre oxidación y su apariencia es inmutable pese al paso del tiempo y la exposición medioambiental (como Jordi Hurtado). Pero aun siendo un “estoico galán”, es blando y maleable. Su color y su brillo trascienden al paso de los años y aportan exquisitez y elegancia al que lo porta (quizás esto es algo a poner en duda en los tiempos del trap).

Con el talento pasa algo parecido, cuando alguien posee las características que le permiten implicarse, explorar y sacar lo mejor de una oportunidad, no solo sirve para una posición o situación concreta, sino que tiene una alta capacidad de adaptación y brillará allá donde se le “incruste”. El oro se funde, tomando diferentes formas, pero nunca pierde su identidad.

En términos de pureza, el oro tiene distintos tipos de quilate, puede variar comúnmente entre 10K,14K,18K y 24K. También se presenta en variedad de colores: amarillo, blanco, rosado… que conocemos como aleaciones cuando lo mezclamos con diferentes cantidades de cobre y plata. Esto mismo pasa con las personas, los diferentes niveles de especialización y la capacidad de ofrecer nuevas propuestas hace que la percepción de valor en la diversidad complete cualquier tesoro.

He dejado para el final la que quizás es la característica principal del oro en el ideario colectivo: su escasez. No es fácil de encontrar y por tanto su adquisición es costosa. Ha sido simbología de dinero y poder en todas las civilizaciones, como un testigo de autoridad, valor e incluso adoración y con una alta vinculación con la figura solar. Su influencia ha llegado a provocar guerras, movimientos migratorios y hasta se posicionó como patrón monetario.

Un marciano no entendería tanta locura por un metal que cuando empezó a ponerse de moda tampoco era útil en la caza, la guerra o la construcción. Su gran poder es su vinculación a lo divino, que carece de toda base científica o práctica.

Se escribe y llora mucho sobre la escasez del talento, pero realmente debemos preguntarnos si es que solo hay unos cuantos descendidos del ombligo de buda o que estamos en un periodo de desajuste entre lo que producimos a nivel formativo y lo que necesitamos a nivel profesional/empresarial.

La clave está en preparar y orientar a las personas a lo que vivimos y lo que vendrá y eso pasa porque la capacidad de adaptación, pensamiento crítico y de reinvención y formación constante sea un mantra. Los dones naturales están ahí y no son un recurso ilimitado, quizás fallamos en cómo identificarlos y potenciarlos.

Como conclusión, las personas siempre han sido el oro y lo seguirán siendo.

Artículo escrito por Cristina Vila

Advisor, Mentor & Instructor

1 Comentario

  1. José Farid Villanueva.

    Cristina muy bien ; muchas gracias por el tema de tan buena inspiración , y claro ese metal precioso lo llevamos cada cual dentro a veces con mucho brillo o a veces empañado por no brillarlo.
    Muchas gracias.

    Responder

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