Miserias corporativas. Capítulo 7

25 abril 2013

Hasta hace poco tengo que decir que todo este rollo de geolocalización, conocimiento de mis hábitos, de mis gustos, e incluso de contactos y agenda me ponía muy nervioso. Me tomaba muchas molestias para evitarlo y ser lo más anónimo posible para estas agencias de marketing disfrazadas de empresas tecnológicas.

Sin embargo, está claro que para esas empresas mi información es vital, parece que incluso más que para mí mismo. Han invertido millones y millones de dólares en conseguir que todo su software espía sea parte indivisible de otros servicios. Algo parecido a lo que intentó hace años otra empresa tecnológica haciendo su navegador intrínseco a su sistema operativo.

Pero bueno, no estamos aquí para hablar de la privacidad en el siglo XXI, y si de Miserias Corporativas. Cómo os decía, hasta hace poco hacía todo lo posible por burlar a este Gran Hermano, pero ya sabes si no puedes con ellos, únete.

Y es que de un tiempo para acá, me he dado cuenta que todo esto es para nuestro bienestar. Llevo cierto tiempo dándome cuenta de que las actualizaciones de aplicaciones en tu móvil siempre venían en los momentos más inoportunos.

No necesariamente inoportunos porque tengas algo importante que hacer, sino inoportunos porque es cuando más cara te va a salir la actualización. Que estás dos días seguidos metido en casa conectado por wifi, no te preocupes, no habrá ninguna actualización inoportuna, podrás disfrutar tranquilamente de tu tiempo de calidad con la familia.

Pero eso sí, en cuanto tu teléfono salga del radio de cobertura de tu red doméstica y se conecte a la red 3G… Pues dependerá. Dependerá de en qué día del mes estés, si estás a principios de mes, con la cuota de descarga intacta, también podrás salir tranquilamente a la calle porque no recibirás ninguna actualización. Eso sí, el mes que ya tengas prácticamente la cuota fundida, volverás a descubrir aplicaciones que estaban en tu fondo de armario del móvil y que por supuesto, necesitan actualizarse.

Pero yo descubrí ese plan rápidamente y puse las actualizaciones en manual. Eso debió de tener un impacto tremendo en sus cuentas de resultado, por lo que necesitaban algo nuevo. Tengo la sospecha de que estas agencias de marketing han dado una vuelta a su plan y lo han hecho más maquiavélico, ¡y me encanta!

Definamos el problema. La gente está tiesa y quiere ahorrarse todo lo que pueda, sobre todo en actualizaciones que son sólo una excusa para meterte nuevas funcionalidades para tenerte mejor controlado, o ponerte más publicidad. Así que, cómo diría un economista, tienes que aportar más utilidad para que los usuarios decidan pagar por ello.

Pero claro, el producto es el que es, un truño en la mayoría de los casos. Así que tienes que aportar valor de otra manera, y esa manera es aportando valor circunstancial, es decir, que la actualización ocurra en un momento temporal en el que te produzca un beneficio el hacer esa actualización frente a otra cosa. ¿Y qué cosa es esa?

Efectivamente amigos, las reuniones coñazo de trabajo.

Ya estaba yo con la mosca detrás de la oreja después de un par de actualizaciones de juegos aburridos en medio de un par de reuniones de trabajo. Al día siguiente, en otra reunión, de repente una aplicación estúpida que prometía ayudar a ser más eficiente, pidió se actualizada. Y dos días después, una aplicación meteorológica pedía hacer una actualización crítica (que básicamente cambiaba el tipo de fuente) en medio de otra. Y claro, lo que antes era darle a «Ahora no», ahora era «sí por favor, actualízate y si te cuelgas casi mejor porque así me sacarás de este tremendo sopor».

Mis sospechas se disiparon la semana pasada. Estaba yo en una reunión con mi equipo de éstas de 3 días, y acabábamos de empezar. Delante de nosotros teníamos 20 horas de reuniones llenas de actualizaciones de proyectos, y lo más apasionante, trabajos para desarrollar el sentimiento de equipo.

En esas, mi móvil empezó a temblar, y después de un rápido (y disimulado) toque en la pantalla, ahí estaba. ACTUALIZACION COMPLETA DE SISTEMA OPERATIVO. ¡Siiiiiiiii! Esta actualización llevará unos 30 minutos, y debería hacer una copia de seguridad y tener el móvil conectado a la corriente para mayor seguridad. Sí, claro, mi segundo nombre es peligro. Le di al OK, y ahí empezó casi una hora de diversión total, mientras internamente aplaudía cada 1% adicional de progreso en la actualización. ¡Qué pasada ver cómo la barra de progreso iba creciendo lenta pero segura!

Lo más divertido vino cuando después del primer reinicio, el teléfono decidió que mi número PIN no era correcto, y de hecho, para añadirle más diversión, decidió que después de ese primer error, me quedaban 0 intentos restantes. Tanta diversión debió de notárseme porque mi jefe (que era el que hablaba en ese momento), me preguntó por mi opinión sobre el tema que se estaba tratando. Tiré de repertorio típico de respuestas, y aclaré que la conversación me estaba pareciendo muy interesante y que estaba totalmente de acuerdo con el compañero que había hablado hacía unos escasos segundos (el cual había visto con el rabillo del ojo justo cuando veía que me quedaban 0 intentos para meter el PIN)

En ese momento, una fría gota de sudor recorrió mi frente, el pulso se me aceleró, y hice una nota mental, «nunca actualices el móvil cuando estés de viaje en el extranjero». Sin embargo, conseguí reponerme, y cuando ya pude pensar con cierta frialdad, decidí hacer una solución de emergencia propia de un técnico. Reinicié el móvil. Y así, de repente mi PIN era el que yo decía, y pude disfrutar de los cambios en el tipo de fuente de mi flamante nuevo sistema operativo.

Lo malo, es que lo bueno no dura mucho. Supongo que las aplicaciones espía no eran capaces de computar que estuviera 3 días de reuniones seguidos, y no me saltaron más actualizaciones, aunque no quité los ojos del susodicho móvil.

Visto que las agencias de marketing disfrazadas de empresas de tecnología están a punto de ser expertos en darnos diversión para nuestras interminables y aburridas reuniones, les propongo un nuevo reto. Espero que en breve, también sean capaces de detectar las comidas con la suegra. A lo mejor, hasta pago por alguna actualización.

Autor:

Uno más de la Generación X que en 2012 es directivo en una gran corporación

Artículo escrito por Colaboración

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