Mientras el mundo se rearma tecnológicamente, en España usamos la estrategia del cangrejo

6 abril 2018

Diciembre de 2016, justo antes de dejar la presidencia, Obama organizó una conferencia nacional en Pittsburg para debatir algo que le inquietaba profundamente: el impacto de la Inteligencia Artificial (IA) en la sociedad y la economía. Las conclusiones de ese encuentro se pueden consultar en este documento: “Artificial Intelligence, Automation and the Economy”, publicado por la Oficina del Presidente. En él se afirma de forma categórica que “el cambio tecnológico es la principal fuente de crecimiento económico”, e insta a los futuros gobiernos a liderar la investigación y difusión de la IA, educar a los estadounidenses para los empleos del futuro, y apoyar a los trabajadores en la transición hacia nuevos escenarios productivos

Con motivo del año nuevo, el presidente chino, Xi Jimping, emite tradicionalmente un mensaje a su nación. Siempre lo hace desde su austero despacho. Como es habitual cada año, analistas internacionales revisan cuidadosamente qué libros tiene Xi Jimping en sus estanterías. Este año no ha pasado desapercibida la presencia de dos best-sellers de IA y alta tecnología: The Master Algorithm, y Augmented: Life in the Smart Lane. Esto es una poderosísima señal al mundo.

Entre sus objetivos nacionales, China contempla explícitamente ser una “innovation nation” en 2020, una “innovation leader” en 2030; y convertirse en la nación más poderosa en ciencia y tecnología (“world powerhouse of science and technological innovation”) en 2050.

No en vano Shenzen-Hong Kong ya es el segundo clúster mundial en capacidad inventiva (en número de patentes), tras Tokio-Yokohama, muy por delante de Silicon Valley; y se prepara un nuevo parque centrado en AI, en Beijing, con inversiones previstas de más de 2.000 millones de dólares.

Emmanuel Macron, presidente francés, ha pronunciado recientemente un brillante discurso en el Elíseo, y concedido una entrevista a la revista WIRED. Su máxima ambición: impulsar una estrategia francesa en inteligencia artificial.

Francia destinará 1.500 millones de euros en cinco años a competir con China y Estados Unidos en el liderazgo en inteligencia artificial (o, como mínimo, no perder el tren).

Macron afirma que Europa está a medio camino entre el modelo americano (totalmente dirigido por empresas privadas, donde “decisiones individuales condicionan valores colectivos”), y el chino (con un inmenso mar de datos y un gobierno dispuesto a utilizarlos “con unos valores que no son los nuestros”).

Macron dice: “si queremos gestionar nuestro propio modelo de sociedad, nuestra elección de civilización, debemos ser parte de esta revolución de la inteligencia artificial, ser uno de sus líderes, y elevar el discurso a escala global”.

Las acciones tomadas han permitido ya que empresas como Facebook, Google, Samsung, IBM, DeepMind o Fujitsu hayan instalado centros de investigación en IA en París.

Quiero que mi país sea el lugar donde la AI se construya sobre la base de interdisciplinariedad, cruzando matemáticas, ciencias sociales, tecnología y filosofía”, afirmó Macron. Y además, indica: “puedo convencer a mi país sobre el cambio, precisamente porque lo abrazamos. Mi rol no es bloquear el cambio, sino formar personas para que tengan oportunidades en este nuevo mundo”.

A esto, Macron añade algo realmente brillante: “creo que la gran revolución tecnológica que estamos experimentando es, de hecho, una revolución política”. Macron está preparando a su país para el futuro. Y ese debate no es ajeno a otros más próximos.

Macron quiere liderar el cambio tecnológico en Europa, posicionar a Francia en campos de alta tecnología, construir una masa crítica emprendedora, y transformar el modelo productivo. Macron, con ello, aspira contribuir a solventar el problema de las pensiones y asegurar el estado del bienestar, ante la bomba demográfica que se avecina en Europa.

¿Existe un plan estratégico para la Inteligencia Artificial en España?

Hace pocos días, la fundación COTEC siguió denunciando el lamentable estado de la I+D en España. Los presupuestos públicos cada vez son más exiguos. Su ejecución, un disparate:  en el último ejercicio sólo se ejecutó el 29’7% de lo presupuestado. Hoy el esfuerzo público en I+D de España es sólo del 55% del que era en 2009, y del mismo se gasta sólo el 30%. Atrás, como los cangrejos. ¿El motivo?

Políticas absurdas, programas inefectivos, burocracia excesiva y falta de estrategia real. Investigadores y empresas renuncian a esos fondos por la complejidad de su uso. No se puede pedir a un joven y brillante investigador, con una patente de una posible tecnología transformadora, que asuma un crédito a costa de su (a menudo exiguo) patrimonio. El Estado debe actuar con mentalidad de capital riesgo, y no lo hace: seleccionar, apostar, e invertir estratégicamente.

Paradójicamente, en paralelo, la preocupación por la sostenibilidad del estado del bienestar y las pensiones se agrava. Hasta en bachillerato saben que ambos problemas están relacionados: sin creación de valor, no habrá redistribución posible. La situación es alarmante.

En España, sin inversiones estratégicas e inteligentes en tecnología, estamos condenados a la mediocridad, al fracaso y al conflicto social.

Las administraciones siguen plagadas de direcciones generales de investigación, buscan fomentar la investigación (pública) a mayor gloria de los currículos científicos, sin conexión con el mundo productivo ni interés en ello; y de direcciones generales de industria con cometidos de gestión de licencias y polígonos. En tierra de nadie, presupuestos escasos e ineficientes que hacen la vida imposible a los pocos que les quedan ganas de aplicar.

En el siglo XXI, no se entiende una política de investigación sin impacto ni presencia en la industria. Ni una política industrial que no se construya sobre el potencial investigador del país

Cuando los gobiernos escoran a la derecha, siguen pensando que la mejor política industrial es la que no existe. Cuando giran a la izquierda, las prioridades se centran en la distribución de la riqueza —olvidando los mecanismos de creación—. Cámaras de comercio y agentes sociales, ni están ni se les espera en este debate complejo de la ciencia, la tecnología y la industria.

Mientras tanto, el resto de países se rearman tecnológicamente, fijan estrategias, objetivos, destinan presupuestos, concentran masa crítica y avanzan hacia el futuro. Pero en España se sigue la estrategia del cangrejo. Como la infantería: la I+D jamás retrocede. Gira y sigue avanzando.

Artículo escrito por Xavier Ferrás

Profesor de Dirección de Operaciones, Innovación y Data Sciences de ESADE

5 Comentarios

  1. Aurora López

    Brillante análisis… y triste panorama. Si fuera periodista no me resistiría a armarme con el bloc de notas (o la grabadora) y soltarle esta afirmación a todo político que pudiera encontrar: «la inteligencia artificial y la tecnología son el germen de la revolución política». Ah, y la cámara de fotos, porque probablemente lo más elocuente sería su cara. 🙂 🙂
    Gracias Xavier, Javier… por mantenernos lúcidos.

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  2. Sara

    ¡Qué estimulante leer a alguien que las cante claras y con fundamento!. Gràcies!

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  3. Pedro Mier

    Brillante y acertado Xavier, como siempre!
    No puedo estar más de acuerdo

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  4. Diego

    Al final seguiremos siendo un país de servicios, pero de los servicios equivocados y de poco valor añadido.

    Políticamente? las referencias que puedan hacer los políticos en España son meramente electoralistas y sin aplicación práctica tal y como indicas en el artículo

    Como siempre, en cuestiones tecnológicas, la mayoría de nuestras empresas acabarán subcontratando la innovación.

    A tal respecto, y siento autoenlazarme pero así podéis obviarlo, escribí en su momento sobre los riesgos de no innovar y acabar subcontratando.

    https://diegollergo.wordpress.com/2017/05/16/criticar-es-de-sabios-la-innovacion-se-concentra-y-eso-no-es-bueno/

    Gracias por este y otros artículos y gracias a todos por vuestro tiempo.

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    • Javier García

      Gracias, Diego

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