Comunicación en tiempos de una crisis alimentaria

12 septiembre 2019

Es un hecho, la gran mayoría de nosotros nos informamos a través de Internet.  Y que nos dejamos llevar por los llamados “citizen jouranlists”, aquellas personas que autodotadas de capacidad de información, propagan su ideología a través de las redes pretendiendo actuar como verdaderos periodistas.  Opiniones vertidas sin seguir las mínimas reglas de la comunicación de información e incurriendo en el grave peligro de propagación de las noticias falsas (las llamadas “fake news” anglosajonas).

Más allá de este tipo de información, resultado del auge de las redes sociales y la cada vez menos capacidad crítica de gran parte de los ciudadanos, muchas veces la falta de Comunicación (en mayúsculas) parte de los propios Gobiernos, que no saben cómo comunicar, o directamente no cuentan con buenos equipos de Comunicación especializados.

La epidemia de “E.coli” en Alemania, año 2011

En mayo de año 2011, el Instituto de Higiene de Hamburgo comunicaba que la causa de la infección por la cepa de la  bacteria “E.coli” era causada por pepinos procedentes de España. Así se comunicó a través de la Red de Alerta Alimentaria Comunitaria. Dicho anuncio tuvo efecto y supuso un mazazo para la economía del sector. Cayeron las exportaciones de pepinos españoles así como de otras verduras y hortalizas.

Pocos días después se comunicaba por la Oficina de Sanidad de Hamburgo que la fuente de la infección no se encontraba en los pepinos españoles, y el origen estaba en brotes germinados de un cultivo de Baja Sajonia.

Seis años después, Alemania tuvo que indemnizar a empresas españolas por acusarlas de ser el origen del brote.

El periódico “Spieger online” se refería, el día 8 de junio de 2011, a esta cuestión analizando el modo en el que se había gestionado la crisis en Alemania, aludiendo a un sistema demasiado burocrático y fragmentado regionalmente, frenando la búsqueda de la causa y que había llevado a la confusión sobre quién debe manejar la crisis ( “Critics say Germany’s crisis response system is too bureaucratic and regionally fragmented, which has slowed down the hunt for the cause of the outbreak and led to confusion over who is in charge of handling the crisis”).

Sea como fuere, el caso es que la comunicación resultó ser precipitada. Parecía que había fallado la coordinación, y las informaciones contradictorias provocaron una suerte de histeria colectiva y desconfianza en la ciudadanía.

El diario holandés “Volkskrant”, también en junio de 2011, indicaba esos días que: “la crisis de la bacteria EHEC deja al descubierto el lado oscuro del federalismo alemán.

El País, el día 10 de junio, en una crónica de Pilar Bonet señalaba en su titular que: “la ‘E. coli’ dispara la tensión entre Rusia y la Unión Europea”. La noticia señala lo siguiente: “(…) Rusia prohibió el 30 de mayo las hortalizas de Alemania y España y el 2 de junio amplió las restricciones a todas las comunitarias”.

El 9 de junio El País a través de la agencia EFE informaba que la Canciller alemana Angela Merkel defendía la gestión de la crisis, señalando que: “Ha habido una buena coordinación entre las autoridades competentes”.

Dos días antes, el administrativista y eurodiputado Sosa Wagner criticaba la gestión de la crisis por parte de Alemania y la Unión Europea.

Lo cierto es que las alarmas que no están bien comunicadas ocasionan un “miedo a lo desconocido” que nos recuerda a otras crisis alimentarias, “crisis de las vacas locas” —encefalopatía espongiforme bovina (EEB), la “gripe aviar”, las dioxinas en los piensos, o la crisis alimentaria más grave en España hasta el momento: el aceite de colza—.

Crisis de la listeriosis:

Falta tiempo hasta que se pueda analizar con detalle si la comunicación respecto a la contaminación alimentaria de la listeriosis ha sido correcta (también se han producido bulos o noticias falsas al respecto circulando por las redes).

Podremos analizar si la comunicación en la gestión de la crisis ha sido suficientemente clara, si existió o no coordinación en el anuncio de las causas y un correcto seguimiento informativo.

¿Se debió comunicar mucho antes este brote de listeriosis? ¿De qué manera se ha comunicado? ¿La manera de trasladar este asunto a la opinión pública se ha hecho de manera correcta, con la información suficiente, para que los medios a su vez hablaran con suficiente conocimiento sobre el asunto?

En definitiva, ¿la comunicación a los medios y la ciudadanía hizo decrecer el momento de crisis o, al contrario, la contradicción de las informaciones ofrecidas hizo que reinara aún más la confusión? Dentro de unos meses podremos saberlo.

Natalia Díaz Santín, Funcionaria habilitada nacional. Experta (Postgrado) en Comunicación Pública y Defensa.

Síguela en Línkedin o en Twitter.

Artículo escrito por Natalia Díaz Santín

Consejera Oficina de la OIT para España

2 Comentarios

  1. Laura

    Da que pensar el artículo. Siempre creo que nos cuentan lo que quieren o conviene que creamos y no la verdad. Veremos por dónde sale en esta ocasión la crisis alimentaria. Pero creo que hay escondido más de lo que podemos ver en esto. Y la negligencia igual no es de quién nos están haciendo pensar.

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  2. Carmen Moreno

    Es España aún no se cree en la necesidad de unos buenos comunicadores en la Administración, lo digo con conocimiento de causa, y esa comunicación está en manos de asesores políticos cuya misión es, obviamente, otra.

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