5 propuestas para tener más empresas innovadoras en España

10 noviembre 2014

No descubro la rueda si afirmo que el número de empresas innovadoras en España es bajo. Concretamente, 4 de cada 1000 empresas, de acuerdo al informe COTEC 2014. Apenas un 0,4%.

Con este modelo empresarial sin innovación, en el que se apuesta por la competencia en precio, apretado a los proveedores y a la organización, más que en generar valor y vender caro con un buen margen (como hacen los alemanes, vamos), pues lo tenemos complicado para cambiar el tejido productivo nacional.

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Si comparamos el gasto total en I+D realizado por las empresas españolas, es bastante más bajo que el de los países europeos de referencia. Como decía Xavier Ferràs en el artículo “el erróneo y trasnochado uso del término I+D”, en España sabemos investigar, somos muy sabios, pero somos pobres, porque no sabemos crear los modelos de negocio que generen riqueza y valor. Y seguimos compitiendo en precio.

Pero también podemos mirar la botella medio llena: 4 de cada 1000 empresas son un poco más de 11.000. Son 11.000 oportunidades de aprender cómo podemos innovar. A partir de los datos de la Radiografía de las empresas innovadoras en España, vamos a repasar a continuación cuáles son las características de estas empresas, para intentar identificar patrones, que puedan ser extrapolables al resto:

  1. El 47% de las empresas innovadoras son pymes. Lo que podría ser un porcentaje bueno, ya que es superior al de empresas de nuestro entorno, sigue siendo poco, apenas un 0,3% del total de las pymes que hay en España. A medida que aumenta el tamaño de la empresa, hay más empresas innovadoras. Por ejemplo, de las empresas entre 50 y 250 trabajadores, el 13% son innovadoras, mientras que de las que tienen entre 10 y 50, apenas es el 4%.
  2. El 65% de las empresas innovadoras están ubicadas en Madrid, Cataluña o el País Vasco, representando una enorme concentración (aspecto que también se explicó aquí en Sintetia en la “Geografía de la I+D en España”. El caso de Madrid y Barcelona se explica básicamente porque las empresas más grandes se encuentran allí (“el efecto sede”), mientras que en el País Vasco es el ejemplo claro de apuesta decidida y firme por la política de I+D+i desde hace muchos años
  3. La inversión media de las empresas en I+D es del 1,29% de su facturación, el indicador conocido como “intensidad de innovación”. Si lo comparamos con el 5% que se gasta en media en marketing, hay todavía bastante diferencia.
  4. El 59% de las empresas innovadoras son del sector industrial. Y dentro de este sector, en los subsectores de media y alta tecnología: Un total de 8 de estos sectores suponen el 33% de todo el gasto en I+D nacional. Los sectores son ingeniería y actividades científicas, farmacia, informática, automoción, aeronáutica, maquinaria, energía y telecomunicaciones. Demasiada concentración en un país de servicios.
  5. La mayoría de las empresas innovadoras cuentan con departamentos de I+D+i, con una media de 7 personas trabajando en ellas. Es destacable que existe un tipo de pyme, intensiva en conocimiento, que presta servicios de I+D y que dedica el 20% de sus empleados a tiempo completo a estas actividades.
  6. Las empresas innovan con el modelo “yo me lo guiso, yo me lo como”. Sólo el 32% colabora con otros agentes del ecosistema en los proyectos, el 70% del presupuesto de innovación de las empresas se dedica a actividades de I+D (el 50% interno y el 20% a contratar servicios de I+D externa). El tipo de proyectos de innovación preferidos por las empresas son los de innovación no tecnológica (organizativos y de ventas) y suelen financiarlos de forma interna en el 80% de los casos.

La radiografía nos presenta a empresas medianas, ubicadas en zonas y sectores específicos y muy celosas de sus innovaciones, reacias a colaborar. Este último punto es crítico, cuando el tamaño medio de la empresa española es tres veces menor que el alemán.

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¿Dónde está nuestro talón de Aquiles?

De unos años a esta parte, lo más fácil cuando hablamos de problemas es sacudirle a la Administración Pública. Los recortes en el presupuesto de I+D de hace dos años llevó al CSIC a una situación límite de asfixia financiera. Además, muchos de nuestros titulados, cabezas extremadamente brillantes, están buscando fortuna en otros países, dónde los valoren más.

Podemos estar de acuerdo en que no todas las infraestructuras científico – tecnológicas que hay en España son eficaces y eficientes. Que puedan estar condicionadas más por criterios políticos que por criterios de gestión eficiente y aportación de valor. Por ejemplo, el presidente de la Generalitat Valenciana acaba de anunciar la puesta en marcha de un nuevo instituto de innovación tecnológica en Alicante, cuando en la Comunidad existen 15 institutos sectoriales, bajo el paraguas de la administración y que están sufriendo EREs y dificultades financieras por los impagos de fondos públicos. ¿Realmente es necesario?

En el otro extremo, dos casos: Tecnalia, que fusionó todos los centros tecnológicos vascos en uno solo y lo ha convertido en el quinto mayor centro por facturación de Europa; y Madri+d, la agrupación de clusters industriales en un único paraguas, que permite la fertilización cruzada de ideas e innovación las sinergias en instalaciones y gestión.

Pero también tenemos que mirarnos un momento al ombligo. El fin último de la innovación es convertir las ideas en valor, en riqueza. Y ese proceso se realiza, fundamentalmente por las empresas privadas. Éste es nuestro auténtico talón de Aquiles. Y no el sistema de infraestructuras. Las empresas españolas no invierten lo suficiente en innovación. No apuestan por ella.

El modelo de innovación de la Fundación COTEC, desarrollado a partir de un estudio a más de 1.000 empresas españolas, define 3 acciones que se deben dar en la empresa para que pueda innovar de forma sostenible:

  • Optar por la innovación. La empresa decide conscientemente asumir el riesgo de innovar, para lo que define unos objetivos y estrategia y establece las condiciones para hacerlo.
  • Operar la innovación: incorporarla en su día a día, asignando recursos, herramientas y definiendo procesos, como otro área más de la empresa.
  • Valorizar la innovación: medir el impacto del esfuerzo realizado y los beneficios generados, tanto tangibles, como intangibles, como expuse en el artículo “el impacto económico de la innovación empresarial”.

Los resultados de la encuesta eran desalentadores: el 58% de las empresas no innova o apenas hace algo, el 29% está realizando esfuerzos para innovar y apenas el 13% cumple con los tres criterios que define el modelo. El 58% de las empresas que no innovan es porque no ha tomado la opción o no ha asignado recursos. Es porque no se lo cree. Y esto es una responsabilidad directa de la dirección o de la propiedad de la empresa. Del liderazgo.

Esta conclusión viene refrendada por los datos del Estudio Barreras para Innovar, realizado por Innolandia.es a una muestra de 100 profesionales de la innovación en España, formada por responsables y técnicos de innovación de empresas, centros tecnológicos y universidades. En ella, las tres principales barreras identificadas tienen que ver con el liderazgo: resistencia al cambio, la falta de apoyo de la dirección y la falta de asignación de recursos.

Así que si queremos tener más empresas innovadoras, tenemos que orientar los esfuerzos hacia los empresarios y directivos.

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Propuestas para tener más empresas innovadoras

No creo en los grandes planes, que al final se diluyen antes de llegar a las empresas por la cantidad de intermediarios que requieren para ponerlos en marcha. Creo más en las acciones específicas, de francotirador, quirúrgicas, que demuestran que tienen impacto en las empresas. Y como he comentado antes, los esfuerzos tienen que ir orientados hacia los empresarios y directivos.

Convencer a alguien que no quiere hacer algo es difícil o casi imposible. Por eso, cambiar la actitud de los que no creen en la innovación pasará por su propia experiencia y no por planes de sensibilización.

Aquí va mi aportación al debate de cómo podemos tener más empresas innovadoras en España:

  1. Desarrollar acciones de coaching personalizado. En mi experiencia profesional he constatado que es la medida que mejor funciona. Realizar proyectos cortos, de impacto, que aseguren quick wins a la empresa, impacto real. Se asigna un entrenador especializado a la empresa, para realizar un proyecto específico a un coste mínimo. Los modelos que está aplicando la Escuela de Organización Industrial, a través de los Centros de Excelencia y las Factorías de Innovación funcionan muy bien. E incluso la Comisión Europea está apostando por este modelo de coaching individualizado, a través de su iniciativa Instrumento Pyme.
  2. Difundir las metodologías ágiles para empresas consolidadas. Enseñar a las empresas a aplicar metodologías ágiles de innovación, como Design Thinking o Lean Start-up. Los emprendedores ya lo hacen pero son herramientas fundamentales para las pequeñas empresas que ya están operando y sobre todo para las de servicios. Aplicar Design Thinking en turismo o comercio, dos de los grandes sectores productivos nacionales, permitirá capacitar a las empresas en herramientas de innovación y empezar a ofrecer elementos diferenciales.
  3. Fomentar el uso de plataformas de innovación abierta por las pymes. Éste es el único camino para que las pymes, especialmente las intensivas en conocimiento, puedan innovar de forma sostenible y ágil. Las empresas necesitan que les ayuden a utilizarlas, incluso externalizando esa función, que puede llegar a ser muy tediosa. Quizás no tanto en publicar sus capacidades innovadoras como en saber identificar dónde existen tecnologías que las pymes pueden aplicar. Y en poder responder a retos que presenten las grandes empresas, como Lilly o Procter&Gamble en sus portales privados.
  4. Fomentar a las pymes a ubicarse en hubs de innovación que favorezcan la transferencia tecnológica nacional e internacional. Igual que se abren oficinas comerciales cuando se quiere vender en otro lugar, las empresas podrían centralizar a su responsable de innovación en hubs en los que se cuece la innovación de su sector. Para favorecer la transmisión de conocimiento por ósmosis y fertilización cruzada.
  5. Premios a la innovación. Si hiciéramos un estudio en profundidad de cuántos premios a emprendedores y premios a la innovación existen en España, nos daremos cuenta que la balanza ha caído del lado de los emprendedores. No se reconocen suficientemente los esfuerzos en innovación de las empresas, más allá de algunas noticias. Pero sin embargo, cualquier ayuntamiento que se precie ha lanzado su premio del emprendedor del año, del mes o de la quincena. Necesitamos dar más notoriedad pública a la innovación de las empresas consolidadas o que empiezan a innovar, por el esfuerzo que ello supone.

Evidentemente no se trata de recetas mágicas, pero por algún lado hay que empezar si queremos de verdad cambiar el modelo productivo de nuestro país.

Artículo escrito por Ángel Alba

CEO Innolandia.es

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