Josh Lerner: “Los impuestos influyen sensiblemente en la creación de empresas y capital riesgo privado”

2 enero 2013

Tenemos el privilegio de entrevistar a una de las figuras más reconocidas en el panorama de la investigación académica internacional sobre emprendimiento y sus fuentes de financiación (capital riesgo y capital privado). Josh Lerner es profesor de la Harvard Business School y, entre sus actividades adicionales, se incluye dirigir el Private Capital Research Institute, organización dedicada a incentivar la investigación y mejorar el acceso a datos en torno al capital riesgo y capital privado.

En la Escuela de Negocios de Harvard imparte los cursos sobre capital riesgo y emprendimiento, sobre el que puede consultarse el detallado programa del curso.

Asimismo, es autor de numerosos libros, de entre los cuales destacan The Venture Capital Cycle, el libro de texto Private Equity, Venture Capital, and the Financing of Entrepreneurship, o Boulevard of Broken Dreams, y el más reciente, The Architecture of Innovation.

En esta ocasión la entrevista ha sido realizada por Ángel Martín. Ángel es estudiante de doctorado en la Universidad de Zaragoza. Su tesis aborda la relación entre el dinamismo emprendedor y el crecimiento económico. Su repaso a la literatura académica más actual e importante y su conocimiento en el campo de investigación del profesor Lerner consideramos que era la combinación perfecta para una gran entrevista.

:: Uno de los fenómenos de la severa crisis económica española, es el desplome en el número de nuevas empresas creadas. ¿Cuál es el factor fundamental que estaría detrás de este fenómeno?

Existen varias posibilidades. Pero una de las conclusiones más claras del estudio de la actividad emprendedora durante la crisis financiera en los Estados Unidos y otros países, es el efecto negativo que ha tenido la restricción del crédito. Las start-ups reciben financiación por diversas vías pero, fundamentalmente tres:  capital riesgo, “capital informal” (familiares, amigos…) y, la más importante, a través de préstamos bancarios.

El trabajo de David Robinson y Alicia Robb muestra que, en los Estados Unidos, el 40% de la financiación de las start-ups proviene de los bancos.

:: ¿Y cuál es la relación entre financiación bancaria y creación de empresas? 

Las start-ups obtienen financiación (deuda) gracias a los activos que puede aportar el propietario del negocio, que son comprometidos como garantía financiera personal. Así, por ejemplo, la caída de los precios de la vivienda en EEUU a partir de 2006 (y por tanto del patrimonio de los propietarios, contra lo que podían pedir prestado) tuvo un impacto negativo sustancial sobre el emprendimiento. Uno puede imaginar que este factor ha sido también importante en el caso de España.

:: Una de las principales quejas de pequeños y potenciales empresarios es la falta de acceso al crédito bancario. ¿Existe alguna medida que se podría tomar para facilitar la financiación de proyectos tanto ya establecidos como nuevos?

En un trabajo clásico, Jim Poterba sostuvo que reducir las tasas impositivas sobre las rentas del capital podría aumentar el atractivo de convertirse en empresario, precisamente porque los asalariados laborales se verían atraídos a crear empresas por las tasas impositivas más bajas. Argumentó que incrementar el diferencial entre las tasas impositivas sobre el capital y sobre los ingresos ordinarios fomentaría la creación de nuevas empresas, aumentando así la necesidad del capital riesgo.

Examinando a través de los distintos estados de EEUU, Paul Gompers y yo encontramos apoyo empírico a la afirmación de Poterba, es decir, que menores impuestos a las rentas del capital parecen impulsar la actividad del capital riesgo. La limitada investigación realizada en Europa sugiere también que la actividad emprendedora es sensible a los tipos impositivos sobre el capital.

:: Además de la política tributaria, ¿qué deberían hacer (o no hacer) los gobiernos para promover la actividad emprendedora?

Los gobiernos pueden promover el emprendimiento de diferentes formas.

1.- Primero, es necesario asegurar que la actividad empresarial sea en sí misma una opción atractiva. Con frecuencia, en su afán por llegar a la parte divertida del juego –repartir el dinero-, los gobiernos descuidan la importancia de poner el tablero, o de crear un marco favorable.

2.- Estos esfuerzos para crear el clima adecuado para la actividad emprendedora tiene varias dimensiones. Asegurar que las ideas creativas puedan transferirse con facilidad desde las universidades y laboratorios gubernamentales es crucial. Sin embargo, muchos empresarios no provienen de la academia, sino de posiciones en empresas, para quienes los estudios han documentado que el atractivo de la actividad empresarial es muy sensible a la política impositiva.

Hacer que los estudiantes de empresa y tecnología se vean expuestos a clases de emprendimiento (entrepreneurship) les permitirá tomar mejores decisiones; Además, de crear oportunidades de formación en esta área para profesionales que están en mitad de su carrera empresarial… y también es probable que genere importantes beneficios.

3.- Otro importante –aunque muy complicado- papel del gobierno es el de intervenir directamente en el proceso empresarial. Estos programas deben diseñarse con mucho cuidado, para estar atentos a las necesidades del sector privado y los dictados del mercado. Dado que la actividad empresarial genera “retornos crecientes”, los esfuerzos de los gobiernos pueden jugar un papel importante en las primeras fases de una industria.

Al mismo tiempo, los gobiernos deben evitar los errores comunes que amenazan este tipo de proyectos apoyados desde el gobierno. Una causa común de fracaso es ignorar las realidades del proceso emprendedor. Por ejemplo, muchas iniciativas públicas de capital riesgo se han abandonado después de unos pocos años: los autores de estos programas parecen no haber entendido que estas iniciativas tardan muchos años en dar su fruto.

Otros programas incluyen requisitos –como el que estipula que la cartera de las compañías participadas se centre solo en investigación “precomercial”- que pueden parecer razonables desde la perspectiva de la política pública, pero van en contra de la naturaleza del proceso emprendedor. En otros casos, programas razonables han sido demasiado pequeños como para tener un impacto, o tan grandes que se comen los fondos que ya existían.

Un segundo problema que se encuentra habitualmente es la creación de programas que ignoran los dictados del mercado. Con demasiada frecuencia, funcionarios del gobierno han incentivado la financiación a industrias o regiones geográficas donde el interés privado simplemente no existía. Independientemente de que estas decisiones fueran conducidas por consideraciones políticas o la arrogancia, el resultado ha sido el despilfarro de recursos. Los programas efectivos evitan este problema demandando que jugadores creíbles del sector privado proporcionen fondos complementarios.

:: Desde muchos foros se habla de la crucial importancia del gasto en I+D. ¿Es esto condición suficiente para incrementar la generación de innovaciones y crecimiento económico?

Desde el trabajo pionero de Moses Abramovitz y Robert Solow en la década de 1950, hemos entendido que el cambio tecnológico es crítico para el crecimiento económico: la innovación no solo ha hecho nuestras vidas más cómodas y longevas que las de nuestros bisabuelos, sino que también nos ha hecho más ricos.

Innumerables estudios, tanto entre países como a lo largo del tiempo, han documentado la fuerte conexión entre nuevos descubrimientos y prosperidad económica. Esta relación es particularmente fuerte en los países desarrollados –esto es, los países que no pueden confiar en copiar a otros o en un rápido incremento poblacional para impulsar el crecimiento.

Pero simplemente incrementar el gasto en I+D como proporción del PIB –el foco de la política de la Unión Europea en años recientes- no es suficiente: lo que es verdaderamente importante es la innovación efectiva en los outputs (es decir, en los resultados), no tanto en los inputs (los medios que se ponen para conseguir los resultados).

:: Uno de los factores que puede estar obstaculizando la recuperación en EEUU es la creciente incertidumbre institucional o de política económica. ¿Cree que es un factor relevante?

En última instancia, los inversores llevan a cabo un cálculo de riesgos y rentabilidades. Si las políticas futuras son inciertas, no solo pueden calcularse las rentabilidades de forma menos precisa, sino que la tasa de rentabilidad requerida para realizar la inversión (tasa de descuento) es probable que aumente también. Mientras que la decisión de una compañía o un inversor de posponer una operación es improbable que afecte la economía agregada, si esto se multiplica por muchas veces, tales decisiones pueden tener un profundo impacto macroeconómico.

:: La investigación sobre emprendimiento en economía es algo relativamente reciente. Una de las posibles razones quizás es la dificultad de definir el fenómeno. ¿Qué piensa al respecto?

Una de las cuestiones más problemáticas en el estudio de esta área tiene que ver con las definiciones. Muchas de las fuentes primarias utilizadas en investigaciones previas–por ejemplo, en los Estados Unidos, datos del Censo, del Internal Revenue Service y del Panel Study of Entrepreneurial Dynamics- han tendido a capturar un tipo específico de actividad emprendedora: la decisión típica de convertirse en auto-empleado (por ejemplo, como profesional o consultor) más que la fundación de una empresa emprendedora (entrepreneurial firm). De hecho, en muchas bases de datos, los fundadores de compañías emprendedoras no pueden distinguirse de los empleados de empresas ya establecidas. Las comparaciones internacionales son también difíciles, debido a la persistencia de metodologías y enfoques de recolección de datos diferentes entre los distintos países. Estas cuestiones plantean un reto continuo para los investigadores.

:: ¿Podrían trasladarse las lecciones que nos señalaba anteriormente –acerca de qué deberían hacer los gobiernos para fomentar el emprendimiento- a los países en vías de desarrollo? 

En años recientes, los esfuerzos para promover emprendimientos de alto potencial no se restringen solo a las naciones industrializadas y desarrolladas. Países tan diversos como Rusia, Sudáfrica o Brasil, han lanzado iniciativas para fomentar las empresas de alto potencial. Mientras que las circunstancias son indudablemente diferentes en muchos ámbitos, aun así buena parte de las lecciones que se han aprendido tras las experiencias de Norteamérica y Europa occidental, se aplican también a estas iniciativas.

:: ¿Cuáles son las principales cuestiones que quedan por responder en el área de investigación del emprendimiento?

Antoinette Schoar y yo hemos examinado recientemente cuáles son las barreras clave para comprender el fenómeno del emprendimiento, como parte de una conferencia que organizamos del National Bureau of Economic Research (NBER). Entre los retos clave que identificamos estaban los siguientes:

..: Como comentaba en la anterior pregunta, la necesidad de obtener bases de datos que permitan comparaciones rigurosas y no sesgadas entre los distintos países. Mientras que es fácil señalar las limitaciones de esfuerzos previos como el del Global Entrepreneurship Monitor, desarrollar conjuntos de datos consistentes no es un reto trivial.

Tengo la esperanza de que los esfuerzos recientes para construir (1) detalladas bases de datos de empresarios dentro de un mismo país; y (2) bases de datos consistentes de amplios conjuntos de países, serán solo los primeros pasos dentro de una serie de nuevos esfuerzos por enfrentar este importante reto.

..: Construir una comprensión más rica de los factores que sostienen la actividad emprendedora en diferentes economías. Está claro que las políticas públicas pueden ser una barrera o un impulso, pero entender la importancia relativa de los factores externos que conducen la actividad empresarial –no solo las políticas públicas, sino también todo lo que hay desde los mercados activos de capitales públicos a los intermediarios financieros como los capitalistas de riesgo- continúa siendo un gran reto.

..: Desarrollar una mejor comprensión de las consecuencias de las diferentes clases de empresarios. Uno de los temas más claros en la investigación reciente es la complejidad del fenómeno emprendedor. De forma creciente, los economistas han buscado distinguir entre los emprendedores de “subsistencia” (que recurren a emprender porque existen pocas opciones alternativas disponibles) y los emprendedores de “oportunidades”. Mientras que descifrar el impacto de las diferentes clases de emprendedores sobre la sociedad no es sencillo, es crítico a la hora de diseñar políticas.

Artículo escrito por

Javier García

Editor de Sintetia

2 Comentarios

  1. Amalio Rey

    He leído con interés la entrevista a Josh Lerner. Pienso que la relación que él describe entre financiación bancaria y creación de empresas, si nos detenemos en el caso específico de las start-ups, funciona de forma diferente en España. La banca española tradicional no asume riesgos en activos tecnológicos porque no los entiende, ni tiene equipos preparados para hacer due-diligences con criterios más laxos de percepción de riesgo, que en estos negocios suelen estar por encima de la media. No creo que muchas start-ups españolas obtengan tanta financiación (deuda) de los bancos convencionales, porque además de la razón que dije antes, los emprendedores de aquí no están tan dispuestos como los norteamericanos a aportar activos personales como garantía financiera para pedir esos préstamos, y en muchos casos ni los tienen. Esa falta crónica de financiación bancaria ha sido atenuada en España sobre todo, aunque de forma precaria, por subvenciones y ayudas públicas. Esta situación es muy distinta a la de USA, aunque nos vamos moviendo en su dirección por la crisis y la escasez de fondos públicos.
    La idea de que “reducir las tasas impositivas sobre las rentas del capital podría aumentar el atractivo de convertirse en empresario” suena a obviedad, parece cierta, pero habría que ponerla en su contexto. Situándome en España, no creo que si eso se hace veríamos una migración significativa de “asalariados laborales” hacia la creación de empresas. No creo que su impacto directo sea tan determinante porque no hay tanta flexibilidad o movilidad, ni predisposición a emprender.
    Pero si entendemos por “rentas del capital”, a efectos fiscales, como aquellas obtenidas por el capital invertido en activos financieros o en bienes tangibles que producen una ganancia; una reducción de la carga impositiva sobre esas rentas lo que sí puede generar es más disponibilidad de financiación, más interés de invertir en empresas. Y si la carga impositiva sobre esas rentas se reduce en función del grado de riesgo asumido (algo que recomiendo especialmente en España), eso sería muy bueno para la financiación de start-ups.
    O sea, por resumir, “una reducción de las cargas impositivas sobre las rentas de capital” aumentaría la disponibilidad de financiación para proyectos empresariales y sería buena si: 1) Esa reducción aumenta para proyectos de alto riesgo (“start-ups”, por ejemplo), 2) Se limita a inversiones PRODUCTIVAS, no recibiendo el mismo trato los activos financieros, que son más oportunistas y volátiles y siguen necesitando un tratamiento mucho más exigente. Al mismo tiempo, creo que los “asalariados laborales” se guían más por otras “señales” para atreverse a convertirse en emprendedores, y no tanto por las rentas sobre el capital. Creo que aquí juega un papel determinante, muy disuasorio, los elevados gastos sociales que existen desde el principio en la creación y mantenimiento de una empresa. Eso desestimula mucho, y soy el primero en reconocerlo.
    España no es USA, pero tampoco Europa. Cuando leo que “la actividad emprendedora es sensible a los tipos impositivos sobre el capital”, yo diría que eso es cierto pero solo indirectamente, vía aumento de la disponibilidad de fondos privados de financiación, pero todavía tenemos que discutir muchas otras variables que afectan esa “sensibilidad” de forma más directa, sobre la predisposición del propio (potencial) emprendedor a dar el salto.
    De acuerdo con que “asegurar que la actividad empresarial sea en sí misma una opción atractiva” debería ser una de las prioridades de los gobiernos, y también (cómo no) mejorar su forma de abordar “la parte más divertida” de repartir o redistribuir con equidad. Ambas hoy se hacen mal, aunque la segunda bastante mejor que en USA.
    Ya sabemos, de toda la vida, que “el atractivo de la actividad empresarial es muy sensible a la política impositiva”. Es una obviedad. Lo que no lo es tanto es cómo encontrar un equilibrio para redistribuir las rentas generadas de tal modo que haya equidad social sin castigar el dinamismo productivo y la generación de empleo. La política impositiva es también ideología, y tiene un papel clave en cómo configuramos nuestro modelo social de país.
    Totalmente de acuerdo con “desarrollar una mejor comprensión de las consecuencias de las diferentes clases de empresarios”. Creo que es una asignatura pendiente que tenemos en España: comprender la diversidad empresarial, y prestar un trato diferenciado según cada uno. Igual me parece correcto que “los gobiernos jueguen un papel importante en las primeras fases de una industria”, sobre todo invirtiendo en aquellos inputs o factores pre-competitivos que favorezcan al sector en general, y no adulteren un principio que me parece crítico: la igualdad de oportunidades. No solo entre particulares, sino también entre empresas.

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    • Javier García

      Muchísimas gracias por tu gran y trabajado comentario.
      Abrazo

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