Ricardo Galli, “no tiene sentido que un programa informático tenga derechos de autor durante muchos años”

13 mayo 2013

[Ésta es la segunda entrevista que realizamos a Ricardo Galli, profesor, empresario y y referencia en el software libre, Internet y derechos de propiedad en el siglo XXI, temas de máximo interés para el futuro de nuestra sociedad y sobre los cuales queremos aportar desde Sintetia diversos puntos de vista para ayudar al lector a formarse su propia opinión]

:: En primer lugar, nos gustaría pedirte que hicieras de abogado del diablo. ¿Qué ventajas tiene el software privado sobre el software libre?

En principio parece ser más fácil, o el «mercado» está más habituado, a ganar dinero vendiendo el software como producto y no como servicio. Existen mercados nichos o muy verticales donde no hay suficientes programadores y empresas interesadas en desarrollar software, que además deben introducirse en un mercado muy competitivo, de software muy complejo, y dominado por pocas empresas. O sencillamente porque se considera al software como de valor estratégico para la empresa, bien porque el objetivo es ganar dinero con él, o porque aporta una ventaja competitiva.

Pero también hay que decir que es cada vez más difícil ganar dinero vendiendo software como “producto”.

:: ¿Crees que la legislación actual protege adecuadamente los intereses de la creación privada?

No estoy seguro sobre cómo interpretar la expresión “creación privada”. Ninguna creación surge sólo de la mente de su autor. El aporte de las ideas de muchas personas componen e influyen la mayor parte de esa nueva obra. En todo caso, en el ambito del software ya hay dobles “protecciones”, los derechos de autor (la manifestación del programa) y las patentes de software (las miles de ideas que se integran en un programa). Está sobreprotegido y los problemas que crea son importantes.

:: ¿Qué espacio debería ocupar entonces la protección legal en el software?

Creo que los derechos de autor son más que suficientes. La industria del software ha evolucionado e innovado sin necesidad de patentes. No encuentro justificación para las patentes de software por mucho que me esfuerce. Salvo que deseemos otorgar monopolios estatutarios sólo para facilitar ganar dinero fácilmente sin necesidad de hacer desarrollos ni prestar servicios: las ideas son baratas, lo que importa es la ejecución. Es lo que está pasando, y hasta las empresas líderes y más innovadoras se están quejando de los problemas generados por la situación actual.

:: ¿Se te ocurre algún caso de avance que no hubiese sido posible sin la existencia de un monopolio garantizado por ley?

No sé cómo contestar. Podría hacerlo en un sentido u otro, pero sería pura especulación, ya que no podríamos siquiera intentar verificar. El tiempo no vuelve atrás, ni se repetirán las mismas condiciones durante un período de tiempo razonable para intentar probar el caso contrario. La respuesta es: no tengo idea, pero cabe matizar que el coste de desarrollar software no tiene ni punto de comparación con el de desarrollar nuevos medicamentos, por ejemplo.

:: ¿Ves diferencias entre el tratamiento legal que ha de tener el software respecto a otros «mercados de ideas» como la música o el cine?

No sé si legalmente deben tener tratamiento, pero en el fondo son muy diferentes. Los programas son modelos matemáticos (los algoritmos son sólo fórmulas muy largas, que además pueden ser expresados como cálculo Lambda), de uso práctico y siempre mejorables (como los manuales, mapas y enciclopedias). Es difícil que una canción o dibujo pueda ser “mejorado” por otras personas. 

Por ello solemos distinguir las que son «obras prácticas» como el software, de las que son «artísticas» u «opinión». Las últimas sirven para que la sociedad las disfrute tal y como las creó el autor. En las primeras es importante facilitar el acceso y modificación, son mejorables y en la mayoría de casos son necesarias para la vida o trabajo diario. Pero, en general, los legisladores piensan al revés, y así se da el caso de que en algunos países a los programas informáticos se les otorga un doble monopolio (o como prefieren llamarlo, «protección»): derechos de autor y patentes. 

Lo que no tiene sentido es que un programa tenga derechos de autor durante demasiados años, cuando ya han perdido su valor comercial, dejando a muchos usuarios y empresas sin el soporte para actualizarlos y solucionar problemas. Quizás los derechos de autor sobre programas deberían ser muy breves, entre 5 y 10 años desde el momento de su creación o salida al mercado. No tiene sentido derechos de más de 50 o 70 años, ya no servirán para nada (¿interesa o es útil a alguien un programa de la década de 1940?). 

:: En tu respuesta has mencionado algo muy importante: el soft como obra práctica o «capital intermedio» que sirve para construir otras cosas. Como dices, la sociedad gana si éste puede ser mejorado para ser usado luego en otras aplicaciones. Pero el soft también puede considerarse un bien de consumo (por ejemplo, un juego). En economía, la clave de este tipo de mercados reside entre lo que es óptimo a priori (incentivar su creación) y lo que es óptimo a posteriori (¡que todo el mundo pueda usarla a coste cero!). Y este dilema parece darse tanto en el «soft como obra práctica» como en el «soft como consumo final». ¿Cuál es tu posición en este problema?

El caso de los juegos es especial, el componente artístico es muy alto, y el práctico está casi reducido al “motor” (gráfico, de Inteligencia Artificial, de gestión de dispositivos y gestos). En todo caso, es verdad que ambos se venden como producto, pero no necesariamente es la única opción como incentivo, ni siquiera es la que funciona mejor para obras prácticas. Por ejemplo, ¿conoces alguna enciclopedia mejor -en completitud y precisión- que Wikipedia? ¿conoces algún navegador mejor que los de software libre? (Webkit y Gecko son los más populares), ¿un sistema operativo que se ejecute en tantas plataformas diferentes como GNU/Linux?. Existen otros tipos de incentivos; por ejemplo, es mucho más rápido barato y eficiente empezar a construir sobre una base probada que desde cero. Es la decisión que tomó Apple para construir Safari/Webkit a partir del KHTML con licencia libre (GPL).

La venta de software como producto sólo funciona para muy pocas empresas, por ejemplo Microsoft, Apple o Autodesk. Pero una parte muy importante del mercado -diría que la mayor parte- es la venta de servicios asociados con el software, no el “paquete”. De hecho IBM factura más, desde hace una década, por servicios que por venta de software y hardware combinados.

Por lo tanto, sí, muchas empresas venden software como producto, pero son una ínfima minoría de las que desarrollan software, y las posibilidades que tiene un programador o startup de ganar dinero vendiendo el software como producto es muy baja, no nos engañemos.

:: Una ley económica clásica predice que, si existe competencia, el precio de un producto tiende en el largo plazo a su coste de reproducción. Ello quiere decir, por ejemplo, que si el coste variable de que un disco de música llegue a un nuevo comprador tiende a cero, los precios de los discos tenderán también a cero. Esta dinámica parece estar dándose en la industria de la música. ¿En qué medida crees que puede afectar al mundo del software?

Es curioso que hagas esa pregunta, ¡el software fue el primer afectado por esta ley económica de los costes marginales! (y consecuencia obvia, la mal llamada “piratería”). No podré evitar una respuesta extensa.

IBM logró su dominio en la informática regalando el software y logrando formar una comunidad de desarrolladores que compartían software. No fue hasta 1969, cuando se inició la causa del Departamento de Justicia Norteamericano contra IBM por violación de la Ley Sherman (antitrust). IBM se vio prácticamente obligada a separar los precios del hardware y software. La causa se archivó en 1982 por falta de méritos, pero influyó enormemente en lo que luego conocemos como “software como producto”. Es decir, no fue una decisión estrictamente económica o estratégica de IBM, sino que se debió a temas legales (la historia se repite una y otra vez).

Es muy conocida la carta abierta de Bill Gates (“Open Letter to Hobyists”) de 1975, donde por primera vez se habló en público de “robar” software. Todo esto ocurría veinte años antes de que se empezase a hablar de la “piratería” de música.

Es decir, la reducción del precio a casi costes marginales y la “copia no autorizada” fue la norma en la industria informática casi desde sus inicios. En los años 70 ya se producía el mismo debate que se da hoy con la música, películas y libros. Aún así, la industria y la ciencia informática siguió creciendo a pasos agigantados. En 1983 comienza (oficialmente) el movimiento del software libre como una reacción a ese mercado de software privativo que se acababa de crear y que creó una nueva industria donde la “copia gratuita” no sólo dejó de ser un problema, sino una ventaja.

La informática mueve en España, como en el resto de mundo, mucho más dinero que las industrias culturales. Sin embargo, no es el centro de debate como lo son estas últimas. Como mínimo se puede decir que el debate sobre la “piratería” de obras culturales es desproporcionado. Tanto que hasta nos olvidamos que la informática pasó por esto hace casi 30 años, y que hoy es un debate que preocupa a muy pocas empresas, casi exclusivamente a las de juegos.

Así que en vez de responder con un condicional, responderé a “¿cómo afectó?”: de muchas maneras. Existe una comunidad de software libre y “open source” muy potente, existe mucho software libre imprescindible y crítico para toda la industria y sociedad (con un precio de cero). La mayoría de servidores ejecutan GN/Linux, la mayoría de teléfonos móviles tienen sistema operativo libre, los principales navegadores son libres, el email funciona sobre estos sistemas, las grandes empresas -desde Google y Amazon hasta Facebook- dependen y funcionan sobre software libre. ¿Crees que ha sido malo en general? Lo dudo mucho.

La “industria del software” se adaptó a este sistema tan competitivo. Antes mencionaba el software libre (y gratuito), pero si vamos al mercado con mayor crecimiento actual, las aplicaciones para móviles, la mayoría de ellas son gratuitas. Hasta tal punto nos hemos “malacostumbrado” que cuando WhatsApp amenaza con cobrar 89 céntimos por años, muchos usuarios lo consideran un abuso, a pesar de que cuesta menos que comprar una canción de Amaral.

Ésta es quizás la consecuencia de la influencia de los bajos costes marginales, que a su vez tiene las mismas causas técnicas que facilitan la “piratería” en el software. ¿Ha sido mala para la sociedad? ¿y para la industria del software? Lo dudo mucho. Es hora de también poner los pies en el suelo y no exagerar como se hace sobre las “perversiones malignas” de los cambios en la forma de vender y distribuir “productos digitales”.

:: ¿Puedes explicarnos qué es exactamente el “Software como Servicio” (SaaS)? ¿Es la solución definitiva para que los grandes proyectos sean menos arriesgados?

Es justamente una evolución en sentido inverso al que mencionábamos antes de “software como producto”. En este caso no se cobra por un CD o licencia de uso para ordenadores del usuario, sino que se ejecuta y almacenan los datos en la infraestructura del vendedor. Éste cobra por tiempo de uso, aunque muchas veces es gratuito, como por ejemplo Gmail.

Tiene varias ventajas técnicas, los usuarios (individuales u organizaciones) no necesitan infraestructura propia -ya que está disponible desde cualquier sitio con Internet-, las actualizaciones de software son inmediatas y no requiere grandes inversiones iniciales ni mantenimiento.

Pero también tiene desventajas. La principal es que los usuarios no poseen los datos. Por ello, son importantes los backup locales y la compatibilidad de leyes españolas o europeas sobre la privacidad.

No creo que sea la solución definitiva, porque no existen en informática (“there is no silver bullet” es una ley de la ingeniería del software aún sin refutar) por los problemas comentados anteriormente, y porque hay mucha gente y organizaciones preocupadas por la privacidad y la independencia de terceros para algo tan importante como sus programas y sobre todo datos. Aún así, ya es un éxito que mueve mucho dinero, hasta Microsoft ofrece MS Office como SaaS.

:: ¿En qué áreas crees que las soluciones basadas en el software libre han superado ya a las basadas en el software propietario? ¿En cuales no y por qué motivos?

Fundamentalmente en las de “plataforma”, desde sistemas operativos (Linux es el núcleo tanto de súper computadoras como de la mayoría de smartphones que llevamos en los bolsillos, pasando por routers, servidores WiFi, reproductores y grabadores de vídeo), a los lenguajes de programación (Ruby, Python, Perl, PHP, y hasta Java), navegadores web y bases de datos (no sólo MySQL, también MongoDB, Cassandra, Redis, etc).

No ha tenido mucho éxito en mercados muy verticales y muy especializados, como Autocad de Autodesk. Seguramente porque existen pocas empresas y desarrolladores con interés. O porque son mercados, frecuentemente de profesionales, muy cautivos de unas pocas marcas.

:: ¿Se atreven las grandes empresas a confiar íntegramente en bases de datos alternativas a Oracle?

El dominio es relativo, MySQL es la base de datos que reina en Internet. La usan desde Facebook y Google, hasta el software y la empresa dominante en blogs, WordPress. A eso debes sumar las bases de datos “NoSQL” y las distribuidas, donde el predominio del software libre es incontestable. Lo que pasa es que se pierde esa perspectiva, y nos quedamos con las bases de datos que vemos en pequeñas y medianas empresas de nuestro entorno, donde sí hay un mercado cautivo importante, sobre todo porque dependen de toda la plataforma Oracle, no sólo de sus base de datos. No sé cuál es el mercado de cada una de ellas en empresas o usuarios, pero no me atrevería a decir que Oracle siga teniendo el monopolio de bases de datos. Ni de lejos.

:: El auge reciente de los cursos masivos online (MOOCs) de universidades punteras a nivel mundial está llegando principalmente al área de software. ¿Cómo ves su futuro?

No puedo ser demasiado objetivo ya que doy clases en una pública presencial, y no tengo nada de experiencia con los cursos MOOCS. No sé cómo funcionan sus evaluaciones, si son fiables, y si realmente se asegura que cumplen requisitos mínimos. También creo que hay una mini burbuja. De cualquier forma, me parece positivo que haya una nueva forma de transmitir conocimientos, y que permita que accedan a ellos alumnos de todo el mundo y con menos recursos que no pueden darse el lujo de acceder a universidades presenciales de primer nivel.

:: Por último, ¿crees que en España existe el capital humano y la infraestructura necesaria para que la provisión de servicios de software sea una industria de éxito?

Soy optimista en cuando al capital humano. Creo que a pesar de todos nuestros problemas (sociales, de universidades y crisis) estamos dando una formación adecuada y competitiva para el entorno. No es perfecta, muy mejorable, pero tampoco es para quejarse sin reconocer lo que se ha hecho en los últimos 25 años.

Sí tenemos problemas más de “mercado” que de infraestructura. España no es California, ni siquiera Alemania o Reino Unido. En este aspecto, faltan más empresas tecnológicas globales, más inversión en I+D, y un mayor volumen de negocio por programador. Pero la situación de partida no es tan grave, y considero que el software es una de las áreas que podemos hacer muy competitiva en menos tiempo y con menos gasto.

:: ¿Qué aspectos es necesario mejorar para ello?

No tengo la recetas del éxito, por supuesto. Pero sin duda ayudaría que las empresas que inviertan en I+D tengan más beneficios fiscales que otras que no lo hacen, que tengamos más becas para enviar a alumnos y profesores a centros de vanguardia por unos meses, y sobre todo, apoyar y aplaudir a la gente que intenta poner en marcha nuevas ideas, aunque fracasen una y otra vez. Deberían ser nuestros “héroes”, no los políticos y tertulianos profesionales que sólo hablan y sueltan eslóganes populistas sin jugarse nada.

Pero hay algo que sí se puede hacer, que no creo que sea costoso económicamente y que me parece una aberración que no sea así: todo alumno que acaba un bachillerato técnico o científico debería saber programar. Siento ganas de dar cabezazos contra la pared al ver cómo se enseña todavía informática en los institutos, y que lleguen tantos alumnos a carreras técnicas en la universidad -incluso en informática- sin tener idea de programación. ¿Acaso no es un área fundamental para muchas ciencias e ingenierías? ¿Por qué han de saber de memoria nombres de ríos, montañas o capitales de provincias e ignorar completamente a algo que es fundamental en nuestra vida moderna, que no es tan difícil de aprender, y que a buen seguro que es más divertido que memorizar nombres? No lo entiendo. 

Artículo escrito por Abel Fernández

3 Comentarios

  1. Muevala

    Lo justo seria que cuando un software pierde soporte para el usuario que lo compro, se deberia abrir, por que nadie debe obligar a un cliente a pagar para cambiar la versión de algo por la cara, q pasaria si microsoft se viera obligado a ofrecer soporte a NT4 o liberarlo. Por que el dinero que el gano con sus ventas no lo devuelve al usuario.
    Otro mundo es el GNU donde siempre aporta!

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  2. Santiago

    Muy buenas preguntas y también muy buenas las respuestas. Gran entrevista, disfrute leyéndola.

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  3. Gonzalo Martín

    «¿Se te ocurre algún caso de avance que no hubiese sido posible sin la existencia de un monopolio garantizado por ley?»

    Esta es la pregunta errónea. ¿Pueden los defensores de las patentes demostrar que son necesarias para innovar?

    La cuestión del software es pura evidencia: todo el software libre que mueve internet se ha desarrollado sin monopolio, a pesar del crecimiento de las licencias blandas.

    Si pasamos al terreno industrial, la máquina cortadora de algodón se extendió a toda velocidad en el siglo XIX gracia a que no se pudo patentar: la calidad de vida de toda la sociedad mejoró de modo exponencial al poder usarse ropa de algodón: hasta se redujeron enfermedades.

    Hay estudios que documentan como el verdadero aceleramiento de la revolución industrial se produce después de vencer la patente de Watt de la máquina de vapor, patente que estaba frenando el desarrollo de otras muchas versiones.

    Y si pasamos al campo médico, resulta que el ácido acetilsalicílico no tiene patente, pues pasó al dominio público como compensación de guerra al acabar la I guerra mundial. ¿QUé ha pasado? El inventor, Bayer, sigue siendo el líder mundial. Y es que el valor de marca y el conocimiento de quien crea es superior y permite competir mejor.

    Al no existir protecciones, todo el mundo está obligado a inventar más deprisa para tener una ventaja competitiva… que es mucho más corta que cuando existe protección. Así que la innovación se acelera para poder sobrevivir.

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