Las negras perspectivas (sobre la Seguridad Social) de la demografía española

17 mayo 2012

Uno de los problemas más acuciantes de la economía española en el largo plazo -¡quizás el mayor!- es la situación estructural de las cuentas de la Seguridad Social, concretamente en lo relacionado con las pensiones públicas. Y es el más acuciante porque hay poco margen para las sorpresas en su evolución. La evolución demográfica es un fenómeno inexorable y, una vez hemos decidido que no merece la pena masacrarnos de millones en millones en conflagraciones mundiales, es tremendamente estable. Cada doce meses, todos los ciudadanos son un año mayores. Y no solo cumplimos años inexorablemente, sino que también avanza de forma muy estable, por ahora, la esperanza de vida -¡a razón de un año más de esperanza por cada cinco que transcurren!-.

Si durante el boom las cifras en el medio plazo eran ya preocupantes, conforme nos acercamos al primer lustro de crisis las perspectivas comienzan a ser dramáticas. Si por aquel entonces se estimaba que las cuentas no entrarían en déficit hasta después de 20 años, resulta que en 2011 presentaron ya un ligero déficit. Y, si bien es cierto que ello se debe en parte a una situación de crisis coyuntural, no es menos cierto que la recuperación promete ser especialmente lenta y que, además, el Estado está maquillando en parte las cuentas de la Seguridad Social mediante transferencias para costear el gasto extraordinario en prestaciones de desempleo, competencia de la Seguridad Social.

La naturaleza del problema es sencilla: las guerras mundiales, y en nuestro caso la guerra civil, en combinación con la segunda transición demográfica (la caída de la natalidad por debajo del nivel de reemplazo, 2.1 hijos por pareja) han creado una “onda expansiva” en nuestra pirámide poblacional que se desplaza año a año (¡nunca mejor dicho!) hacia la jubilación.

Los siguientes tres gráficos muestran la estructura de la población española  (es decir, la pirámide poblacional sin separar por sexos). Los datos proceden del INE, que realiza proyecciones periódicas de población a partir de los supuestos más sensatos posibles sobre natalidad, mortalidad y movimientos migratorios.

En el gráfico se puede contemplar perfectamente la mencionada «ola demográfica» que se desplaza hacia la edad de jubilación. Las franjas rojas señalan la población mayor de 67 años. En cada corte temporal (2012, 2030 y 2049), la amplia franja mayoritaria de la población son las cohortes nacidas a mediados de la década de los 70, hoy en los «treinta y tantos»… y que en 2049 ya estarán jubilados en su totalidad, si la edad de jubilación entonces lo permite. ¿Qué puede suponer para la Seguridad Social esa evolución de nuestra demografía? Examinemos un indicador estable y estructural de la evolución de la dependencia: el ratio entre la población mayor de 67 años (incluyendo ya el nuevo límite de la edad de jubilación) y la población en edad de trabajar (considerando solo los mayores de edad, entre 18 y 67 años).

Los números hablan por sí solos. Mientras en la actualidad los mayores de 67 años suponen un 21.2% de la población en edad de trabajar, dicho porcentaje alcanzará el 30,7% en 2030… y el 51,3% en 2049. Por cada dos adultos en edad de trabajar, habrá una persona jubilada. Si la tasa de ocupación de España  (el % de población activa que efectivamente trabaja) se mantiene entonces tan baja como ha sido habitual en nuestra historia reciente, el ratio entre ocupados y pensionistas estará cerca de 1. En este extremo, cada trabajador debería aportar íntegramente la pensión de una persona.

Dejamos aquí estas desalentadoras proyecciones, puesto que plantear escenarios sobre la evolución de las cuentas de la Seguridad Social excede el objetivo de este post. Pero si algo está claro es que, dada la gravedad de la actual crisis y el hecho de que la Seguridad Social ya se encuentra en déficit, la solución de nuestro problema estructural puede llegar a ser extremadamente dolorosa. Y pocos milagros puede haber aquí; más bien al revés, porque cada nuevo hallazgo médico incrementa aún más la esperanza de vida. Si aquellos que guardan la salud no nos sirven, ¿a qué Santo deberíamos rezar?

Artículo escrito por Abel Fernández

2 Comentarios

  1. Fernando

    Asusta por donde se lo mire.

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  2. Jesús Jimenez

    La malísima gestión de los bancos (para engordarse, no nos engañemos, con el respaldo de la política) y los chorizos del conjunto de la política son los causantes de estas negras perpastivas… pero el fin de esta gestión es clara… Empujar a la sociedad a una guerra, ya a ocurrido antes muchas veces y volverá a ocurrir, no es descabellada la idea, la historia esta repleta de soluciones de este tipo, el hombre es incapaz de gobernar al hombre sin causarle daño… Y circo y mas circo… Para cuando despierte la sociedad, ya será tarde

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