La “Champions League” de la Tecnología y la innovación

2 mayo 2013

Las distintas políticas regionales de apoyo a la innovación desarrolladas con el apoyo de la Comisión Europea (Programa RIS, RIS + y actualmente RIS3) han favorecido la articulación y potenciación de numerosos centros tecnológicos a lo largo de la geografía española. Consolidados en la última década como instrumentos privilegiados de promoción de la innovación y la competitividad empresarial, los centros se encuentran en la actualidad en una situación complicada que compromete, en muchos casos, su sostenibilidad económico financiera.

Con un gran apoyo público directo e indirecto, los centros tecnológicos han contribuido a la ingrata tarea de sensibilizar al tejido empresarial sobre la importancia de innovar para ganar competitividad. Y decimos ingrata, porque en muchas ocasiones fue como predicar en el desierto ya que una buena parte de las empresas españolas no percibía la innovación como una necesidad y miraban con un cierto desdén este tipo de iniciativas. Junto a la sensibilización, los centros tecnológicos han cubierto también la demanda de servicios especializados como ensayos, chequeos tecnológicos, certificaciones… para los que no existía una oferta privada suficiente y que sin duda han contribuido a la mejora de la calidad de los productos y procesos de las empresas. De un modo progresivo y en consonancia con la creciente madurez de la demanda empresarial, los centros han sido capaces también de jugar un papel indiscutible en la I+D realizada por las empresas españolas.

A pesar de que ya se venía intuyendo bastante antes, la crisis económica, con la correspondiente reducción de fondos públicos destinados a la promoción de la I+D+I, ha sido el detonante que ha puesto de manifiesto la complicada situación económica-financiera de muchos centros tecnológicos. Situación que se corresponde, por un lado, con la mencionada disminución de los subsidios a los centros y también a que las empresas han frenado buena parte de los proyectos de innovación y, por otra, y con carácter mucho más estructural, con su propia falta de desarrollo y madurez para responder en condiciones de mercado a las necesidades reales de innovación de las empresas.

En esta tesitura, y haciendo analogía con el fútbol, existen claramente dos ligas en las que pueden jugar los centros tecnológicos españoles: La primera es la liga regional/estatal en la que se presta servicio a empresas fundamentalmente locales con una demanda tecnológica y de innovación poco sofisticada y con ingresos que provienen prácticamente en su totalidad y de una u otra manera de las arcas públicas. La segunda es la Champions League, una liga internacional en la que los centros compiten con otros centros de investigación, universidades y también sofisticadas empresas tecnológicas internacionales en un complejo mercado global en el que son capaces de aportar valor real a empresas e instituciones que tienen en la innovación la clave de su propia competitividad y que pagan el coste real de los servicios que perciben.

El que quiera jugar en la regional ya sabe que son tiempos de austeridad y que toca recortar dimensión para ajustarse a las miserias que imponen los cada vez más ajustados presupuestos públicos y esperar tiempos mejores que, ni en el mejor de los casos, serán cómo los que quedaron atrás.

Para participar en la Champions, sin embargo, hay que ser capaz de invertir generosamente y lograr grandes transformaciones porque resulta poco creíble que un centro tecnológico pequeño y poco especializado, como son en general los españoles, pueda siquiera ganar algún partido en esta liga tan complicada. Se trata de cambiar radicalmente el modelo de centro con transformaciones a todos los niveles: reforzando los patronatos con nuevos socios que estén dispuestos a asumir los mayores riesgos que conlleva, potenciando las plantillas con perfiles más internacionales e invirtiendo decididamente en I+D para capitalizarse y diferenciarse tecnológicamente.

Evidentemente no todos pueden ni están en disposición de aspirar a esta gran liga ni los resultados de las inversiones se verán en el corto plazo, pero sin ningún género de dudas ésta es la gran decisión que deben tomar para actuar en consecuencia. Y no sólo es una decisión individual que compete únicamente a los centros, sino que es una de las claves más relevantes de la política industrial a nivel regional. Porque las regiones más avanzadas de Europa, las que aspiran a tener y retener en su territorio a personas con talento y pugnan por ser referentes para las empresas punteras, sueñan, sin ningún género de dudas, con localizar en su territorio a los campeones de la tecnología y la innovación. ¿Qué regiones españolas se apuntan al carro?

Sobre el autor:

Iñaki Barredo

Socio de Naider

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Artículo escrito por Colaboración

3 Comentarios

  1. Rubén

    Política Industrial Regional. Es el Gran Problema. La I+D+i, sin foco, sin reflexión, se convierte en una moda, en una «apuesta», como todas…caducan. Se necesita método y Control y sobre todo «Razón de Ser» Objetivos concretos (MERCADO) y corto, medio y largo Plazo.

    La visión es de pocos, la Estrategia, de muchos. Por ahora España y sus distintos «territorios» carecen de unos, y de otros.

    Enhorabuena por traer este debate, ahora desde el punto de vista de la actividad de los Centros Tecnológicos.

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  2. JAP

    Centros tecnológicos? Viveros de empresas? Centros del Conocimiento? Lemas atractivos y falsas bonomías también donde todos estos centros ponen en entredicho el capital público no haciendo nada para la sociedad puesto que son entretenimientos políticos para entretener al conjunto de los ciudadanos y sobretodo hacerse la foto.

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  3. Iñaki Barredo

    Estimado JAP, comprendo tu decepción con buena parte de las políticas públicas de promoción de la innovación y la competitividad, porque seguramente muchas cosas y en muchos sitios se han hecho muy, muy mal, sin convencimiento y, lo que es peor, derrochando el dinero público a espuertas. En mi opinión sin embargo, no podemos “tirar el niño con el agua de fregar” y no podemos meter todo en el mismo saco. Es evidente que se puede hacer buena y mala política de innovación y sin duda los que lo han hecho bien se les nota: en un post reciente de naider(http://www.ateneonaider.com/blog/i%C3%B1aki-barredo/la-innovaci%C3%B3n-resulta-muy-rentable-para-las-empresas), poníamos en evidencia con datos empíricos como los países europeos que más invertían en I+D, son los que mejor estaban saliendo de la crisis; España no está precisamente a la cabeza…

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