El maestro de la Economía Industrial, Jean Tirole, Premio Nobel de Economía 2014

19 octubre 2014

Jean Tirole ha sido galardonado con el Premio Nobel de Economía 2014 gracias a sus trabajos relacionados con la organización industrial, el poder de mercado de las empresas y la regulación.

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Jean Tirole es francés de nacimiento, obtuvo su doctorado en economía en el MIT, institución en la que fue profesor durante muchos años, y trabaja actualmente en la “Toulousse School of Economics”. Antes de recibir el Premio Nobel, para el cual lleva sonando como claro favorito desde hace tiempo, Jean Tirole recibió también numerosos galardones internacionales, entre los que destaca el premio inaugural “Frontiers of Knowledge”, creado por la Fundación BBVA en 2008.

El trabajo de Tirole es fundamentalmente teórico, habiendo trabajado en la formalización matemática de muchas de las ideas previamente existentes en su campo de especialización. Fue uno de los primeros economistas en aplicar la teoría de juegos a su campo de especialización, con lo cual la Academia sigue premiando el desarrollo y las aplicaciones de teoría de juegos en la economía.

La pregunta fundamental a la que Jean Tirole ha intentado responder a lo largo de su carrera, destacada por la academia sueca en el momento de otorgar el premio, es “¿Hasta qué punto debería el Gobierno intervenir en un mercado?”. Según la teoría económica básica, cuando un mercado es perfectamente competitivo, la única forma en la que las empresas pueden comportarse es ofreciendo al consumidor el bien de la mayor calidad posible al menor precio posible. Si el consumidor puede acceder libremente a todos los productos de la competencia y conoce además a la perfección las características de dichos productos, las empresas solo sobrevivirán en el mercado sirviendo a los consumidores.

Pero resulta que, a menudo, los mercados se encuentran llenos de barreras naturales (¡o artificiales!) a la competencia, lo cual hace que las empresas ya no tengan que competir hasta la extenuación para servir al consumidor. Por ejemplo, en el caso de la industria alimenticia, la calidad real del producto puede no ser directamente observable, y ello puede hacer que una empresa tenga mucho más que ganar mediante una campaña de publicidad engañosa que siendo honesta y aclarando completamente la calidad de sus ingredientes. Cuando esto sucede, entran en juego muchos mecanismos vitales para entender la relación entre las empresas, su poder de mercado, el regulador y la economía. En otro ejemplo, un mercado con una estructura con fuertes costes fijos puede crear oligopolios de forma natural, lo cual supone un incentivo a su vez para realizar prácticas colusivas (fijación artificial de precios) y no competitivas.

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Gran parte de estos problemas oscilan sobre una de las estructuras más interesantes de la ciencia económica, la estructura agente-principal, en la que el primero (el agente) ha de tomar decisiones que afectan directamente al segundo (el principal) pero la información asimétrica sobre la acción hace que exista un margen para que el agente no elija la acción que más beneficie a ambos, sino que puede comportarse de forma desleal y obrar para su propio beneficio. Los conflictos de intereses, el riesgo moral o la selección adversa son algunos de los problemas más conocidos que surgen de este tipo de problemas derivados de la información asimétrica.

Así, Jean Tirole ha facilitado un marco analítico común para el estudio de todo este tipo de problemas. La academia resume sus grandes contribuciones en tres puntos:

  1. Primero, ha establecido un nuevo estándar de rigor en el análisis de la regulación y de la organización industrial. Las conclusiones de los trabajos de Tirole dependen de los supuestos, que el propio autor hace explícitos, sobre las preferencias de los agentes y las tecnologías con que estos cuentan para llegar a acuerdos (por ejemplo, la regulación resultante de un conflicto no será la misma si el regulador tiene la capacidad de organizar una subasta eficiente respecto a un sencillo pliego con un baremo por puntos).
  2. Segundo, Tirole ha facilitado el realismo en sus modelos, entendido éste como la capacidad de los mismos de cubrir lagunas previas en el trabajo aplicado (empírico) y en preocuparse porque las conclusiones y aspectos clave de los mismos fuesen empíricamente comprobables. Esto ayudó a acercar los modelos teóricos y los empíricos, hasta entonces bastante separados entre sí.
  3. En tercer lugar, el trabajo de Tirole tuvo como consecuencia un mayor orden en una literatura que hasta el momento era algo caótica. Su manual “La Teoría de la Organización Industrial” supuso un avance tan grande que continúa siendo hoy en día el manual de referencia, alrededor del cual se desarrolla y organiza la literatura al respecto.
  4. Por último, sus trabajos han afectado en gran medida a las políticas públicas al poner el foco sobre la divergencia entre los intereses públicos y los privados. Su rigor en el tratamiento de estos problemas dio lugar a conclusiones contraintuitivas, como el hecho de que una posición monopolística en un mercado puede trasplantarse a otros sectores mediante una integración vertical de la misma.

El trabajo de Tirole se ha aplicado a numerosos sectores y conflictos de diseño de mercado imposibles de listar aquí. Quienes quieran consultar un excelente resumen de su obra y su importancia, les animamos a que lean el propio documento elaborado por la academia que le ha otorgado el galardón.

No obstante…seguiremos divulgando sobre Jean Tirole en Sintetia.

Artículo escrito por Consejo Editorial

3 Comentarios

  1. José Gómez Blanco

    José GÓMEZ BLANCO
    Ex-Directivo de Banca

    Con fecha 09.10.2010, el diario «El Mundo», publicó una entrevista de Vicente Lozano a Jean Tirole, que en aquellas fechas ya sonaba como un serio candidato a Premio Nobel de Economía. La entrevista versó sobre la crisis económica ya en su apogeo, derivada de la «crisis subprime» originada en EE.UU., y en ella confesaba que «…los economistas habíamos estudiado las causas de la crisis, pero no nos dimos cuenta de su magnitud», además de los fallos en la regulación a la hora de controlar a los bancos y otras entidades financieras, y de los problemas de la supervisión europea. Como a mí me iba el tema de la crisis bancaria en nuestro país, la actuación del Banco de España (su inhibición ante la «burbuja inmobiliaria»), le escribí una carta en la que, haciendo uso de las preguntas del entrevistador y las respuestas del Sr. Tirole, le aporté mis puntos de vista sobre los orígenes de la crisis y el fracaso del Sr.Trichet y su corte de sabios al frente del BCE, el fracaso de Basilea II, el tamaño de las instituciones financieras, etc.
    La carta la envié a su correo electrónico en la Universidad de Toulouse. No recibí contestación. Después de todo, quien era yo para hacer valoraciones de una crisis — que denominé como la «crisis perfecta»– a un firme candidato a Premio Nobel, aunque me consideraba un «generalista bancario», con muchos años de oficio.

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    • Javier García

      Puedes publicarla en Sintetia, si te apetece. Aquí en un comentario sería perfecto

      Responder
  2. José Gómez Blanco

    Ahí va el texto de la carta:

    Santiago, 21 de septiembre de 2010

    D. Jean Tirole
    Director Científico del Institut d’Economie Industrielle
    Universidad de Toulouse
    TOULOUSE (Francia)

    Profesor Tirole:

    Seguramente le sorprenderá recibir este correo electrónico de una persona desconocida para Vd., pero la razón no es otra que la entrevista que le realizó D. Vicente Lozano, publicada en “El Mundo” con fecha 9 de octubre, a raíz de su visita a Madrid para impartir una conferencia en el Centro de Estudios Monetarios y Financieros, y tiene la finalidad de comentarle algunas de sus manifestaciones que llamaron mi atención. Pero antes de entrar en los comentarios, debe saber quien le escribe.

    Me llamo, como consta en la cabecera de esta carta, José Gómez Blanco, vivo en Santiago de Compostela. Durante más de 4 décadas trabajé en Banco Pastor, S.A., un banco de tamaño medio, del que es el principal accionista la “Fundación Pedro Barrié de la Maza”. En mi vida profesional desempeñé varios puestos, entre ellos, el de Director de Riesgos de la Dirección Regional de Santiago, además de Jefe de Bolsa y Valores, en Barcelona. Viví intensamente la profesión, además de preocuparme –como no podía ser de otra manera– por los temas económicos y financieros. En esos largos años sucedieron varias crisis económicas, que observé y padecí personal y profesionalmente desde esa atalaya privilegiada que es una entidad financiera, acumulando experiencia y conocimientos. De las que he vivido, la actual crisis económica y financiera mundial, es la peor de todas, de ahí que plasmara mis reflexiones sobre la misma en una serie de trabajos que tengo publicados y detallo más abajo, pero que están más centrados en el origen de la crisis española –la propia– derivada de la desmesurada inversión de las entidades financieras –bancos y cajas de ahorro– en el sector inmobiliario/residencial, debido –bajo mi punto de vista– a la irresponsable actuación de sus máximos dirigentes, favorecida por la inoperancia del Banco de España y, desde luego, del Gobierno socialista, máximo responsable.

    Y ahora vamos al análisis de algunas de sus contestaciones al entrevistador, relacionadas con la crisis y su previsión:

    • ¿Nadie fue capaz de prever la crisis que se estaba organizando?

    Dice Vd. que los economistas no fueron capaces de analizar su magnitud y, sobre todo, sus consecuencias, pues sabían que estaba pasando algo peligroso con la burbuja inmobiliaria. Le honra su sinceridad. Pero, por el contrario, manifiesta sus dudas sobre si los bancos centrales pudieron conocer la situación con antelación. Bajo mi modesta opinión, creo que sí. Pero miraron para otro lado. Lo que falló no fue la falta de regulación, sino el sentido común de los CEO,s bancarios y la supervisión de los bancos centrales europeos y el propio Banco Central Europeo, y ya no digamos la Reserva Federal americana.

    Siempre basándome en el Sistema Bancario español, nuestro Banco Central recibe información puntual contable y estadística de las entidades financieras (balances, cuenta de pérdidas y ganancias, estados complementarios, etc.), entre ellos, documentación de sus inversiones sectoriales y de recursos obtenidos, destinados específicamente al BCE, según las normas que establece la Circular 4/2004 y otras, emitidas por nuestro supervisor. Luego hay que convenir, por lo que respecta al Banco de España, que tenía información más que suficiente de la concentración sectorial de riesgos (sector inmobiliario/residencial) y del endeudamiento exterior bancario para financiar esa espiral inversora. Pero con crecimientos del PIB (España), por encima del 3,5%, ¿quién le ponía freno a la economía? Los resultados de esa pasividad están a la vista.

    En lo que se refiere al BCE, mi opinión personal es que en estos años el Sr. Trichet y los sabios que le rodean, sólo se preocuparon de mantener altos los tipos de interés para doblegar la inflación, pero ha sido la naturaleza económica (la crisis) y no el BCE, la que corrigió los desajustes inflacionarios. Tenemos mucha regulación pero –siempre en mi opinión– falla la supervisión. A nivel mundial, ¿quién controló las sociedades auditoras, agencias de rating, mercados de valores, etc.? Un fracaso total de los supervisores y sus gobiernos respectivos.

    • ¿ Será una medida efectiva coordinar la regulación y la creación de grandes supervisores supranacionales? ¿No cree que el que mejor conoce a sus bancos y al resto de las entidades financieras es el regulador de cada país?

    Se muestra Vd. partidario de la regulación supranacional y considera que es muy difícil la supervisión de la Banca. En este sentido, tengo que recordarle –como Vd. bien conoce– que el Banco de Pagos Internacional (BIS), viene emitiendo, desde hace años, normas de actuación y regulaciones destinadas a las entidades financieras de los países miembros, que no son de obligado cumplimiento. Tienen que ser los países soberanos quienes tienen que trasponerlas a su legislación para hacerlas ejecutivas. En el caso de la UE, mediante directivas de su órgano ejecutivo (la Comisión) o, en su caso, el Parlamento europeo. Creo que, como ya dije más arriba, el problema es más de supervisión que de regulación. Bajo mi punto de vista, el Basilea II ha sido un fracaso, pues sus normas incidían especialmente en la gestión del riesgo y en la previsión de la morosidad. Los resultados están a la vista. Las medidas que se están anunciando, que forman parte del Basilea III, como son el mayor requerimiento de capital propio o el coeficiente de liquidez a corto plazo, me parecen acertadas, pero creo que hay que establecer limitaciones a la inversión sectorial y vigilar el endeudamiento exterior de las entidades financieras. ¿No estamos todos de acuerdo en limitar el tamaño de este tipo de instituciones para que en caso de crisis no sean un peligro para un país o provoquen una crisis mundial? Afirmo que las instituciones financieras de cada país deben tener el tamaño acorde con su economía nacional.

    En cuanto a la consecución de los órganos supervisores de gente buena y cualificada, quizá los supervisores tengan que incorporar gente con una dilatada experiencia en el sector bancario, no únicamente los de mejor calificación académica. Cualificación y calificación no significan exactamente lo mismo, al menos en el idioma español. Gentes de dilatada experiencia en la profesión bancaria. Siempre creí, y creo, que la banca es una profesión. Estoy con Vd. en la imprescindible proximidad entre vigilante y vigilado. Sobre la independencia del regulador nacional, tengo que decirle que en nuestro país el Gobernador del Banco de España, es una persona nombrada por el Gobierno Socialista, sin el consenso con los demás partidos políticos. No es independiente, pues pertenece al Partido que gobierna. Así que en los meses anteriores a las elecciones generales celebradas en Marzo/2008, silenció nuestra crisis económica y financiera, que ya eran una realidad, favoreciendo a su Partido, que sirvió para que ganara las elecciones. Los bancos centrales de cada país tienen que contar con una autonomía e independencia plenas. Y ya no digamos el BCE.

    • ¿Se están poniendo los medios para evitar nuevas convulsiones financieras?

    Creo que se están haciendo esfuerzos en ese camino, pero hay algo muy importante que no ha cambiado, y le voy a poner como ejemplo a nuestro país. Después de sucedida la crisis económica y financiera –yo la denomino la “crisis perfecta”, el choque entre la economía real y la financiera— siguen al frente de las instituciones financieras los mismos que gestionaron mal las empresas. En EE.UU. los CEO,s urdieron los instrumentos derivados que provocaron la crisis, siguen –salvo algunos casos– incrustados en el sistema financiero, sea en instituciones privadas, o las públicas (SEC, Reserva Federal o en el mismo Gobierno de EE.UU. Es lo que se conoce como “riesgo de dirección” (risk management), que desarrollo en uno de mis trabajos, tal como yo lo entiendo. Ahora mismo se están valorando por parte de Comité Supervisores Bancarios Europeos (CEBS), las retribuciones fijas y variables de los banqueros, para tratar de diferir en el tiempo las que son consecuencia de los resultados de la empresa, hasta que éstos se consoliden. Me parece acertado, sin embargo en esto yo soy radical, pues creo que la inversión bancaria o en productos estructurados no debieran ser considerados a la hora de fijar incentivos para los directivos, sino la buena gestión en su conjunto, consolidada en el tiempo.

    Finalmente, decirle, que he publicado algunos trabajos sobre las crisis y las entidades financieras, que detallo más abajo. Si tiene curiosidad de leerlos se los envío: son fruto de la experiencia y el conocimiento de un modesto especialista en microeconomía bancaria.

    He leído últimamente que Vd. se encuentra entre las personas que optan al Premio Nobel de Economía. Le deseo mucha suerte, que seguramente tiene merecida.

    Respetuosamente,

    José Gómez Blanco
    Analista Financiero (IEAI)
    Ex.directivo bancario.

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