Roberto Serrano: “La génesis de la crisis actual se relaciona con demasiada gente ignorando su propia restricción presupuestaria”

25 febrero 2010
Roberto Serrano analiza la crisis actual

Roberto Serrano (Madrid, 1964) es licenciado en Económicas por la Universidad Complutense de Madrid y doctor por la Universidad de Harvard. Actualmente es profesor de Economía en la Brown University, Providence, donde desarrolla una intensa actividad docente y de investigación. Desde 2007 forma parte del Instituto Madrileño de Estudios Avanzados (IMDEA).

En 2004 recibe el Premio Fundación Banco Herrero al mejor investigador en los campos económico, social o empresarial menor de 40 años por sus excepcionales aportaciones en el ámbito de la Teoría de Juegos, del que es una de las figuras académicas internacionales.

La entrevista que el profesor concede a Sintetia ha sido realizada por Carlos Arias, profesor de la Universidad de León. En ella, el profesor Serrano habla del reto de enseñar Economía, realiza una comparación de distintos enfoques educativos y analiza las raíces de la actual crisis económica. Aboga por un cambio en las preferencias del consumo frente al ahorro para generar un futuro económico más próspero y sostenible.

Pregunta: Usted no es sólo un investigador con importantes aportaciones en la frontera del conocimiento sino que enseña con éxito el curso introductorio de Teoría Económica en Brown University. Me gustaría conocer sus impresiones sobre las dificultades de transmitir los conocimientos básicos de economía al público en general y a los estudiantes en particular. ¿Está relacionada esta dificultad con el frecuentemente documentado deficiente uso de conocimientos básicos de Economía por parte de gestores públicos y privados?

Roberto Serrano: Para mí es una gran satisfacción el poder enseñar Economia a todos los niveles. Si a uno le apasiona lo que uno hace, es muy importante el atraer a mentes despiertas al campo de conocimiento en el que uno trabaja. En este sentido, impartir el curso introductorio es algo que siempre encuentro un reto fascinante. Una de las ventajas de Brown sobre otras grandes universidades del Ivy League (Harvard, Princeton, por ejemplo), tal como yo lo veo, es que en Brown todos los profesores imparten cursos de licenciatura. Al nivel introductorio, es cierto que uno encuentra lógicas dificultades de comunicación. Es necesario adoptar un nivel de exposición accesible al lego.

Por ejemplo, en este curso no se nos deja utilizar matemáticas (el curso está abierto incluso a estudiantes que no acabaran estudiando Economía, pero que quieren ver de qué va eso de la Economía). Esto plantea algún problema, porque algunos conceptos se pueden expresar y formalizar de manera más apropiada con herramientas matemáticas. Por ejemplo, recuerdo a un estudiante cuyo interés principal era la Física que vino a quejarse amargamente a mi despacho: “Parece mentira que ustedes los economistas no se hayan dado cuenta de que el concepto de elasticidad es una derivada”. Yo le dije que creía que sí, que los economistas se habían dado cuenta, y que así lo tratamos en cursos más superiores. Y, sin embargo, esta limitación también implica que uno debe hacer el esfuerzo de explicar los conceptos económicos “al desnudo”, de tal manera que las conexiones entre variables se puedan explicar de una manera conceptual clara.

Quiero puntualizar que, a pesar de no usar matemáticas en el curso, sí que se hace un uso extensivo de argumentos lógicos y deductivos. Esto es, al estudiante se le presentan modelos, sobre los cuales uno debe razonar y obtener conclusiones. Analizar cualquier aspecto de la realidad, con todas sus complejidades, tal y como es, es simplemente imposible. Es por esto que cualquier ciencia, y la Economía en particular, construye modelos, descripciones simplificadas de aquel aspecto de la realidad que uno desea estudiar, cuyo análisis debería arrojar luz sobre el problema en cuestión. Esta premisa se les anuncia a los estudiantes del curso desde el primer día. En cuanto a si estas complejidades tienen que ver con las dificultades de extender el conocimiento económico a ámbitos de la toma de decisiones, públicas o privadas, es posible. La lógica económica a veces no es obvia, incluso puede llegar a ser anti-intuitiva a primera vista, y un mínimo entrenamiento en ella sería beneficioso. En este sentido, esfuerzos de divulgación como el de esta página, que tiendan puentes entre los progresos académicos y la sociedad en general, son necesarios y de agradecer. Al fin y al cabo, en mi opinión, la mejor versión de un intelectual no es aquel que obtiene placer intelectual de sus ideas cuando está metido en su “burbuja”, lo cual también es importante, sino aquel que ve su obligación el contribuir con ellas de alguna manera a un mundo mejor.

P: ¿Considera que ha mejorado la comprensión por parte del público de algunos resultados económicos básicos con algunos éxitos editoriales como «Freakonomics» o «El economista camuflado» que popularizan incluso resultados bastante complejos de su especialidad?

RS: Creo que la respuesta es afirmativa, pero no necesariamente asociada con estos libros. Creo que popularizar conceptos está bien. Pero creo que trivializar algunos conceptos más complejos puede crear problemas en vez de ayudar. Y tampoco creo que sea apropiado el tratar de adoctrinar al público en creer que todo problema en el mundo es un problema económico -el programa beckeriano, que algunos llaman el “imperialismo económico”-. Y, sin embargo, las columnas de Krugman en la prensa, por ejemplo, suelen ser muy útiles herramientas de buena divulgación de Teoría Económica.

P: En el año 2004 recibió el Premio Banco Herrero para economistas de gran relieve de menos de cuarenta años. En las notas de prensa que aparecen en su página web se hace una referencia superficial a la superioridad del sistema americano sobre el europeo a la hora de producir mientras el resultado parece ser el inverso en temas de distribución de la renta. Desde el punto de vista de su especialidad ¿Podría analizar a grandes rasgos para nosotros esas diferencias?

RS: El sistema americano se basa en la potenciación de los talentos de cada individuo. Esto empieza ya al nivel de la escuela primaria, donde se hace un esfuerzo de identificación y potenciación de tales talentos para cada niño. En contraste, en España el sistema educativo está diseñado para la “masa”, el “bulto”, lo cual lleva a un funcionamiento del sistema en el cual muchos de los niños no se esfuerzan al nivel que deberían porque no hay conductos ni programas en los cuales tales talentos se puedan desarrollar y demostrar. Incido en la educación primaria y secundaria porque creo que es un pilar fundamental de la realidad económica de un país. Encuentro trágico que, mientras España continúa apareciendo a la cola de muchos rankings educativos, los políticos españoles sólo discuten sobre si la religión o la ética debe ser parte del currículum, o si Educación para la Ciudadanía debería ser obligatoria o no. La situación de la educación en España es seriamente preocupante, y la sociedad necesita de propuestas concretas que la aborden. Pero propuestas serias, no éstas.

Este mimo al talento intelectual en Estados Unidos se traduce después en muchos aspectos de la vida. Hay más innovación. Hay más originalidad en las ideas. Hay más actitud empresarial. Hay más dinamismo social. No es un accidente histórico que los John Ford y Bill Gates sean fenómenos americanos que cambian el mundo. Todo esto repercute en la creación de un pastel mucho más grande.

Y, en efecto, si no hay políticas redistributivas puestas en práctica, esto puede llevar a una distribución de la renta muy desigual. En este sentido, celebro la subida al poder de la administración Obama y confío, por ejemplo, en que las ideas de la cobertura universal en el mercado sanitario lleguen a buen puerto.

P: Existen bastantes libros introductorios o incluso divulgativos que muestran las aplicaciones de la teoría de juegos en la vida diaria, los negocios grandes y pequeños o la administración pública. ¿Podrían estos resultados llegar a ser parte de nuestra cultura básica para mejorar la gestión de la vida diaria? ¿Qué dificultades ve todavía en la popularización de este conocimiento?

RS: No me obsesiona el que los conceptos de la Teoría de Juegos no formen parte de la vida diaria. Los aviones no vuelan mejor porque la gente que los usa sepa o no la Teoría de la Relatividad. Es suficiente con que los especialistas sigan desarrollándola, porque creo que provee de un lenguaje y unas herramientas útiles para entender muchos problemas en el mundo, y que parte de este conocimiento se filtre a la esfera no académica y sirva para mejorar la toma de decisiones públicas.

P: La copia de la propiedad intelectual es cada vez más difícil de frenar desde la llegada de Internet. Nuestro sistema institucional y la teoría económica se enfrentan a la paradoja de que, a priori, lo óptimo parece ser la protección de dicha propiedad y a posteriori lo óptimo consiste en la libertad de reproducción y modificación de las ideas. ¿Qué nos dice el diseño de mecanismos y, en general, la teoría de juegos sobre este problema? ¿Cuáles son los últimos avances? ¿Cómo ve el futuro de la propiedad intelectual?

RS: La creación de propiedad intelectual es una actividad con indudables externalidades positivas para el resto de la sociedad. Como tal, el investigador no inventor precisa de fórmulas, mas allá de la pura remuneración del mercado competitivo, que le dé los necesarios incentivos a desarrollar su labor a un nivel deseable. Por tanto, la paradoja no es tal. Los derechos de propiedad y las patentes, con las rentas temporales de monopolio que implican, son uno de tales incentivos. Eventualmente toda invención útil debe ser parte del dominio público, y esto explica por qué tales patentes tienen un periodo de caducidad. Estas ideas fundamentales no cambiarán, y deberían ser parte del futuro en este tema.

Internet ha facilitado de forma increíble la difusión del conocimiento. Esto explica la crisis de las editoriales comerciales y de muchas de sus revistas académicas. La mayor ventaja que tales editoriales ofrecían a la profesión científica y académica era precisamente la difusión del conocimiento, a través de su red de establecimientos. Pero, gracias a Internet, gran parte de tal difusión es inmediata y a coste esencialmente cero. Por tanto, es razonable esperar que tales editoriales tengan que encontrar otras vías para sobrevivir.

Un gran riesgo que viene de la mano de Internet se asocia precisamente con la difusión de tanto conocimiento a coste cero. El problema es que uno debe ser capaz de distinguir el material de calidad de la basura. Por esto, seguirá siendo importante el sistema de evaluación de trabajos remitidos a revistas científicas, evaluación realizada por expertos especialistas que den su visto bueno al material de calidad. A niveles más elementales, éste es un problema que hay que describir a nuestros jóvenes. Yo no quiero que mis hijas piensen que cualquier cosa colgada en Internet debe ser automáticamente aceptada. En estos tiempos, quizá más que nunca, el valor de la lectura crítica es fundamental. Tal como lo veo, no creo que este sea un problema en el cual el diseño de mecanismos tenga una obvia aplicación. No creo que sea fundamental la extracción de información privada por parte de los agentes, quienes podrían manipularla en su beneficio. ¿Dónde podría estar tal problema informacional? ¿Quizá en la determinación de la verdadera calidad de una contribución? Incluso si un investigador afirma que tiene un gran resultado, la profesión no lo acepta, sino que lo chequea mediante los mecanismos de evaluación. Es cierto que éstos a veces fallan –resultados falsos que en ocasiones se pueden publicar en buenas revistas—pero tarde o temprano, si tal trabajo suscita interés, la verdad sale a la luz. Por consiguiente, tales problemas informacionales no son de importancia porque eventualmente uno puede verificar afirmaciones, hechos y datos.

P: Me gustaría hacerle una pregunta que seguramente gustará a los estudiantes más motivados o a los profesionales ya convencidos de la relevancia de la rama de la teoría económica que usted investiga. ¿Qué desarrollos nos depara el futuro próximo de la investigación y cuáles son sus implicaciones prácticas más evidentes?

RS: Es difícil predecir, y especialmente el futuro, como dijo el gran teórico del béisbol Yogi Bera. Más en serio, uno no tiene una bola de cristal, pero a menudo las contribuciones más fundamentales se producen de manera impredecible. Dentro de la Teoría de Juegos y del Diseño de Mecanismos, hay áreas actualmente muy activas de investigación, que incluyen la inclusión de agentes parcialmente racionales en los modelos, el escrutinio de los supuestos de “common knowledge” que la teoría clásica había formulado, y el desarrollo de aplicaciones prácticas de mecanismos específicos al diseño de subastas, la asignación de plazas en escuelas públicas, la asignación de órganos de donantes a pacientes, etc. Es de esperar que algunas de estas contribuciones tengan un impacto duradero.

P: ¿Qué conceptos básicos de su especialidad han entrado en juego en la génesis de la actual crisis económica y cuales serán importantes en su solución efectiva a largo plazo?

RS: En mi opinión, la génesis de la crisis actual se relaciona con demasiada gente ignorando su propia restricción presupuestaria. Si mucha gente no ahorra lo suficiente, y consistentemente vive por encima de sus medios, quizás facilitado porque las instituciones financieras daban créditos que nunca debieran haber dado, tarde o temprano todos acabamos pagando. La falsa creencia de que los precios en el mercado inmobiliario nunca podrían bajar creó una burbuja que arrastró a muchas instituciones financieras a tomar decisiones equivocadas. En ellas, la mala evaluación de los riesgos asociados con la compra de ciertos activos contribuyó al lío tremendo que se creó (por cierto, existen algunas medidas de riesgo que algunos teóricos estamos desarrollando que quizá hubieran detectado un gran incremento del riesgo agregado).

Mi consejo para el futuro sería concebir bancos con operaciones financieras más simples y transparentes. Es necesario implementar razonables instrumentos de regulación del sector. Sin querer culparle por completo de la crisis, la eliminación de tales instrumentos por parte de la FED de Greenspan fue una mala idea. Mas allá de esto, me gustaría ver un cambio general en las preferencias, donde el consumo desenfrenado se vea sustituido por tasas de ahorro más altas, que abran paso a un futuro más sostenible. Esto vale no sólo para las economías domésticas, sino también para los gobiernos y sus presupuestos.

P: Incluso personas muy informadas que no han vivido en Estados Unidos tienden a tener ideas muy peculiares o tópicas sobre el país. Estoy pensando, por ejemplo, en el individualismo como fuerza motora exclusiva. En ese sentido, me han llamado poderosamente la atención dos comentarios suyos que he escuchado o leído en los últimos años. Uno sobre un mayor apoyo para su vida y trabajo en Estados Unidos. Otro es un comentario sobre dos maneras diametralmente opuestas de concluir una licenciatura universitaria. Por un lado, la celebración colectiva en la figura del «commencement» de las universidades americanas y, por otro, el ponerse a la cola para pagar una tasa en la secretaría de la Facultad en España. ¿Es correcto decir que son necesarias más y mejores instituciones colectivas para que el individualismo funcione?

RS: Supongo que su primer comentario se refiere a mi ceguera y al hecho de que, sin ninguna duda, mi vida es más fácil en Estados unidos que en España. Esto se debe a una importante ley que el Congreso americano aprobó a finales de los años 80, la “Americans with Disabilities Act” (ADA), por cierto, una de las contribuciones importantes a la vida americana del recientemente fallecido Ted Kennedy, senador por Massachusetts. Esta ley ha contribuido de manera definitiva a la verdadera integración del discapacitado en la sociedad americana. Podría dar muchos ejemplos, pero basten estos: transporte puerta -a- puerta desde casa al lugar de trabajo, edificios y medios de transporte adaptados para sillas de ruedas, financiación de gastos extra relacionados con la discapacidad (en mi caso, lectores cualificados que sean capaz de grabar material matemáticamente sofisticado). Nada similar existe en España que funcione razonablemente bien. Por tanto, claramente en este caso el papel de las instituciones públicas con la legislación mencionada anteriormente ha jugado un papel fundamental en la vida diaria de muchos individuos.

Su segundo comentario se relaciona con el mayor valor que se le da a la educación en los países anglosajones, Estados Unidos en particular, que en España. En efecto, cuando un estudiante termina sus estudios de licenciatura, debería ser una ocasión de celebración para todos. Una persona más en la sociedad capacitada para pensar y desarrollar proyectos interesantes tiene un valor importante en una sociedad con miras de futuro. La comparación que hice en algún momento de la ceremonia de “commencement” en universidades americanas y la cola en Secretaría en las españolas es un esperpento, que desgraciadamente denota un fallo más profundo del sistema.

Artículo escrito por Abel Fernández

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