José Manuel Leceta: “integrar la diversidad para gestionar la complejidad: la innovación fractal”

11 octubre 2020

Si algo hay que poner en el tablero productivo de España, es la innovación. En Sintetia abrimos un debate, más necesario que nunca, sobre este asunto. Y para ello hemos invitado a algunos de las mejores mentes pensantes en este tema, y que tienen algo muy importante en común: conocen la sala de máquinas de la innovación, la investigación, la digitalización o las nuevas tendencias macro y microeconómicas.

Empezamos con José Manuel Leceta, Presidente del Consejo Asesor de Insight Foresight Institute (IFI).

Los fractales son objetos matemáticos presentes en la naturaleza. A medio camino entre arte y ciencia, describen la complejidad con sencillez, conocido el patrón subyacente que se reproduce a diferentes niveles. También la innovación de éxito ha de ser simple, aunque no siempre sea sencilla. ¿Y si, como sucede con los fractales, existen estructuras subyacentes que se reproducen a diferentes niveles? Tal es la tesis del libro INNOVACION FRACTAL, publicado por José Manuel Leceta el 23 de julio, día del libro de este extraño año 2020. Fruto de su experiencia en el CDTI, EIT y Red.es el autor defiende que innovar es apostar por la gente; que el emprendimiento es un deporte de contacto y que, como la vida, el emprendimiento innovador es un viaje.

La obra es una reflexión original sobre un fenómeno complejo, convencido el autor de que quien entienda las dinámicas de cambio que inducen la innovación y el emprendimiento estará en mejores condiciones de entender un poco mejor el mundo. Avalada por Andrés Pedreño y Xavier Ferras, quien considera la obra como “uno de los compendios más profundos, holísticos e intelectualmente sofisticados que se han realizado en los últimos años sobre el fenómeno de la innovación”.

:: José Manuel, hemos escuchado eso de la innovación estratégica, continua, disruptiva, abierta… pero ¿fractal? ¿Qué es la innovación fractal y cómo te surge la necesidad de escribir este libro?

El libro resulta de una obsesión irracional y apasionada, que está detrás de toda convicción profunda y sincera: lograr que los estudios de innovación interesen a un público más amplio que el de los especialistas.

A tal fin, hilvano muchos de los artículos de divulgación que he publicado en medios como El País, Cinco Días, El Mundo, etc. articulados como un todo con incisos filosóficos, para terminar postulando la tesis central, que aparece en el capítulo de conclusiones.

Innovación fractal hipotetiza que existen estructuras subyacentes a los equipos, las organizaciones y las comunidades que logran desplegar innovaciones de impacto con éxito. Y que, a tal fin, el líder necesita integrar la diversidad para gestionar la complejidad. Esta regularidad es la que defiendo, inspirado en los patrones que se encuentran en los fractales y de ahí el título de la obra.

:: ¿Ha evolucionado el concepto de innovación? A veces parece que de tanto usarlo le estamos quitando valor…

Cierto. Sin embargo, tiene un significado muy preciso si pensamos, por ejemplo, en uno de los artículos más citados en los estudios de innovación, del Profesor Keith Pavitt publicado en 1984 donde distingue las fuentes y dinámicas de innovación, estructurando cuatro modos:

  • innovación basada en la ciencia,
  • suministradores especializados,
  • intensiva en escala
  • y dominada por los suministradores.

Una taxonomía que se corresponde bastante bien con los sectores de alta, media-alta, media-baja y baja tecnología de la OCDE. Daniele Archibugi encuentra asimismo una correlación histórica entre estas categorías y la evolución histórica de la innovación a la que me refiero en el libro.

Cierto es que en lo relativo a innovación en servicios no es tan sencillo. Con todo, un cambio de paradigma que se ha operado y del que soy testigo en mi paso del CDTI al EIT es que innovar no se entiende ya solo como un asunto de las empresas y de sus proyectos tecnológicos, sino que tiene que ver con las personas y los ecosistemas.

Y por tanto, tanto en España como en Europa puede hablarse de una agenda de emprendimiento. 

:: Tu libro aporta visión histórica y también, y mucho, de futuro. Pero, tratamos de comprender por qué Europa (y dentro de eso, España) tiene unas brechas tan importantes en campos tecnológicos, e incluso industriales, con Estados Unidos y con China, ¿cuál es tu resumen histórico de por qué hemos llegado hasta aquí?

No es sencillo apuntar una sola causa pues todos los asuntos complejos tienen muchas, de lo contrario ya estarían resueltos. En lo relativo a Europa, vuelve a hablarse de ‘soberanía tecnológica’, un concepto que recuerda el libro ‘El desafío americano’ de Jean Jacques Servan-Schreiber.

En cuanto a las razones, la economista Reinhilde Veugelers demuestra que el gap de innovación con respecto a EE.UU. tiene su raíz en la estructura industrial y la falta de jóvenes empresas líderes de innovación que llama ‘missing yollies’.

Frente a la tesis del Nobel Phelps que también cito en mi libro y su ‘florecimiento masivo’ de EE.UU., en Europa y España hemos creído que la innovación es un subproducto de la ciencia, cuando sabemos que esta no es siempre necesaria en determinados tipos de innovación e, incluso, cuando hablamos de innovación tecnológica, la I+D no es suficiente para innovar pues son precisos otros activos empresariales.

La llamada ‘transferencia de conocimiento’ no puede funcionar si no creemos que innovar es cosa de todos y que la llamada tercera misión de las universidades es tan importante como las otras dos.

:: Una de las claves sobre las que reflexionas, y en las que yo también estoy obsesionado, es en la creación y surgimiento de Ecosistemas. ¿Cómo definirías los ecosistemas emprendedores y de innovación y qué casos de éxito te gusta resaltar a ti cuando hablas de ello?

Me gusta mucho el trabajo de Jerome S. Engel, que defiende una visión de los ecosistemas (clusters globales de innovación) basados más en comportamientos que en activos, según la cual, son las personas y no tanto las instituciones (públicas o privadas) las protagonistas en el establecimiento de las interconexiones.

Asimismo, el credo y metodología de Daniel Isenberg defiende con vehemencia que los ecosistemas emprendedores son esencialmente locales y que, frente al escepticismo de otros profesores de Harvard, demuestra que es posible catalizar una comunidad en un lapso reducido, con casos de éxito como Manizales en Colombia.

La definición más sintética y efectista de un ecosistema de éxito me la dio un ‘venture capitalist’ en Bruselas: un lugar donde la gente quiere vivir y trabajar, al que se accede a pie o en bicicleta, una visión muy alejada de los polígonos industriales al uso en nuestro país.

:: Conjugas en el libro la visión local/global. ¿La globalización es una oportunidad, una amenaza, una necesidad que se debe gestionar? ¿Cómo se logra ese equilibrio glocal…?

 Si, en el libro vengo a defender que las dos notas características de los ecosistemas referenciales en el mundo son, a la vez, el talento y la ambición internacional.

El talento porque, como decía, son las personas quienes vehiculan, no ya el conocimiento, sino también la actitud emprendedora entendida como ‘disposición para provocar cambios uno mismo’, que es la definición que propongo en el libro.

Pensemos, por ejemplo, en los emprendedores de éxito que, tras fundar una empresa, se aplican a invertir en un portfolio como mentores o ‘business angel’. Esta industria ha nacido en países como EE.UU. e Israel, incluyendo emprendedores no nacionales, como demuestra el trabajo de Anna-Lee Saxenian que denominó ‘nuevos argonautas’, al encontrar que muchas innovaciones de éxito correspondían a inmigrantes.

Al tiempo, muchos de estos modelos de negocio nacen con vocación global, desviándose de la vía más canónica en internacionalización (desarrollar primero, luego exportar e invertir quizá más adelante), localizando cada parte de la cadena de valor en el contexto más competitivo del mundo.

:: Hablas de políticas multinivel, ¿qué son y qué ejemplos, para que todo el mundo lo comprenda, se pueden llevar a cabo?

En Europa existe un entramado de políticas, programas e intervenciones para impulsar la creación y valorización del conocimiento, a varios niveles: comunitario, nacional y regional.

El debate consiste en saber cuál es el nivel óptimo respetando dos principios sacro-santos: subsidiariedad (actuar a un nivel más alto solo cuando se demuestra que es más eficaz) y pre-competitividad (sin interferir en el mercado único europeo).

A este respecto ha habido una evolución muy significativa con el ERC y el EIC, por cuanto se entiende el valor añadido europeo no como sinónimo de colaboración trans-nacional, que ha sido y sigue siendo la norma en la mayor parte de los proyectos del Programa Marco (Horizonte 2020 actual y próximo Horizonte Europa) sino también la competición a nivel comunitario, tanto para la ciencia de frontera como para las innovaciones más disruptivas.

:: Tú has estado en organismos muy relevantes de conocimiento y donde se gesta muchas políticas de I+D y de conocimiento. Varias preguntas:

 1.- ¿Qué has aprendido de tu paso por la gestión pública en temas tan críticos?

Que emprendimiento es una actitud y que también puede y debe emprenderse desde el ámbito público. Obviamente, es más sencillo promover la innovación empresarial que ‘aplicarse el cuento’ en la transformación de la propia función pública.

Yo no puedo quejarme pues he encontrado en agencias como ESA, CDTI, EIT y Red.es entornos donde he podido tomar iniciativa, con mucho más margen del que hubiera podido esperar en algunos entornos empresariales y grandes corporaciones.

Desde un punto de vista más profundo y cultural, hemos de evitar lo que Mariana Mazzucato califica de ‘profecía autocumplida’ si predicamos que todo lo público es aburrido y burocrático. Mi experiencia es la contraria, si se aplica ilusión y perseverancia a partes iguales.

2.- ¿Qué suele fallar a la hora de impulsar políticas desde un solo organismo?

Ciertamente en España no se cierra el círculo de la experimentación con una evaluación sana y frecuente de las políticas y programas de impulso a la innovación para mejorar lo que no funciona y, más importante si cabe, identificar las buenas prácticas a generalizar.

Frente a las frecuentes disputas políticas y numerosos voluntarios para inaugurar o lanzar programas que terminan siendo expresiones anecdóticas de buena voluntad, sorprende la falta de disposición para evaluar y escalar las políticas y programas de éxito articulando una visión holística que permita hacer avanzar el conjunto del sistema.

Son pocos los organismos que cierran este círculo y menos los que se inspiran internacionalmente que, en mi experiencia, es el punto de partida más inteligente.

::  Me interesa detenerme en las Comunidades de Conocimiento e Innovación (KICs). ¿Qué son? ¿Cómo surgen? ¿Qué se necesita para dinamizarlas y fortalecerlas en España?

Las KICs son los ‘brazos armados’ del EIT a través de los cuales el Instituto lleva a cabo su misión de integrar el llamado ‘Triángulo del Conocimiento’ movilizando por tanto a centros de investigación, empresas y también Universidades en su vertiente educativa, no obstante no disponer la Unión de competencias en esta materia. Se trata de impulsar la tercera misión, insisto, no solo en la investigación sino en la educación para el emprendimiento y relación con la sociedad.

El concepto surge de la visión del Presidente Barroso para crear algo parecido al MIT en Europa, si bien fue la Junta de Gobierno del EIT, liderado por el Presidente fundador Martin Schuurmans, quien codificó sus características clave de una KIC y que pueden resumirse en su lógica de empresa y la lógica de inversión en su relación con el EIT.

España está presente en la práctica totalidad de las KICs, con centros de trabajo en Valencia (EIT Climate KIC), Barcelona (EIT Innoenergy), Madrid (EIT Digital), etc. Desde el lanzamiento de estas tres primeras en 2010, algunas comunidades autónomas han incorporado estas comunidades como vehículos de sus políticas pues las KICs son comunidades vivas que pueden dar una dimensión europea a apuestas regionales. Sería estupendo que el CDTI auspiciara esta evolución, catalizando y coordinando el porfolio completo de KICs actuales y futuras.

:: Aportas varias reflexiones sobre tendencias emergentes, ¿Cuáles son las 3 tendencias que consideras críticas para los próximos 10 años a escala socioeconómica y tecnológica?

En el libro INNOVACIÓN FRACTAL apunto tres tendencias en políticas y procesos para la innovación que deberíamos aprovechar al máximo.

1.- Educar para la innovación y el emprendimiento a lo largo de toda la vida, siendo el capital humano el principal producto de la universidad y la más eficaz fuerza de transmisión del conocimiento.

A tal fin necesitamos un nuevo contrato social de la investigación y la educación para desarrollar habilidades emprendedoras y cultura innovadora.

2.- Innovación abierta e intra-emprendimiento. La innovación abierta permite ampliar el horizonte de posibilidades de las empresas, incluyendo no sólo clientes, suministradores e incluso competidores en su propio sector, sino también otras empresas, tanto nuevas como establecidas en sectores existentes y también nuevos. A su vez, imbuir de la cultura innovadora y del intra-emprendimiento a las empresas establecidas, grandes y pymes.

3.- Innovación radical y disruptiva. Por último, el impulso de proyectos de clase mundial es urgente para acortar el preocupante déficit empresarial en sectores de media y alta tecnología (innovadores radicales) y también de modelos de negocio.

Asimismo, las plataformas juegan un papel determinante para escalar las nuevas empresas en mercados globales; asimismo, la “economía circular inteligente” en la intersección de digitalización y sostenibilidad.

:: Cada vez que salen los datos de I+D o los informes de competitividad o los de digitalización… arden las redes porque España está a niveles muy inferiores de su potencial. ¿Cómo le damos un shock a todo esto José Manuel? ¿Por dónde empezamos? ¿Qué falla en nuestras mentes políticas, empresariales y sociales? ¿Por qué no lo somos capaces de interiorizar?

Tenemos que dejar de ver esto de la I+D como un ‘sector’. Porque con frecuencia, cuando se habla de innovación, los promotores quieren decir ciencia; y cuando se habla de ciencia quieren decir apoyo público. Con el debido respeto, todo esto es demasiado crítico para dejarlo solo en manos de los investigadores: y por ello es urgente crear un Consejo Nacional de Innovación y Emprendimiento similar al existente en Suecia, separado de la Comisión Delegada del Gobierno para la Ciencia y la Tecnología. En segundo lugar, hay que abandonar el lenguaje lastimero, porque de manera derrotista no se consigue nada.

Cierto es que lamentándose se consiguen adhesiones, pero no lograremos contagiar de entusiasmo a la sociedad en su conjunto. Por último, es preciso co-crear políticas de nueva generación con todos los actores, de manera transparente aguas arriba, fuera de los despachos oficiales, en estrecha relación con las comunidades más abiertas.

Acostumbrarnos como dice Luis Fernando Álvarez, Presidente del Foro de Empresas Innovadoras y muestran la experiencia de las KICs, no solo a contar con las empresas en la ejecución de las políticas sino también en su diseño.

En definitiva, creo que España necesitan políticas adaptadas sin caer en el clientelismo, con generosidad y altura de miras. Insisto, la innovación va de personas y es un deporte de todos.

Te voy hacer unas preguntas que también les hice a quien bien conoces también, Andrés Pedreño.

:: ¿Cuáles son los 3 síntomas de una visión trasnochada de la I+D?

Seguimos hablando de ‘transferencia de tecnológica y conocimiento’ suponiendo que se encuentra solo en una parte del sistema (centros de investigación y universidades) y que el papel de las empresas consiste en ‘incorporarlo y comercializarlo’, sin reconocer el resto de activos y conocimiento necesario.

Segundo, seguir apostando por el modelo lineal presente en nuestro castizo I+D+i sin reconocer que no ha funcionado y que es preciso superar con políticas para la innovación (en plural) como defiende la OCDE desde 2015, separando en su definición la política científica de la de innovación como defiende el profesor Charles Edquist.

Tercero, arriesgar la credibilidad del sistema prometiendo la transformación del sistema productivo en base solo a la ciencia en un país con la estructura industrial intensiva en servicios como la española. A este respecto, con mucho más criterio, economistas de referencia como el Profesor José Molero defienden que serían necesarias dos legislaturas para lograr un objetivo tan ambicioso.

::¿Qué grandes desafíos tiene actualmente nuestro sistema educativo para enfrentarse a todas estas reflexiones de las que estamos hablando hoy? 

En primer lugar, la gobernanza porque se confunde la autonomía universitaria con la excelencia en la gestión. Mientras no adoptemos un modelo más abierto a la crítica y también a la creatividad como en países anglosajones u Holanda, donde es habitual encontrar no solo ‘pre-academics’,  que se vuelven a la universidad con una rica experiencia empresarial (caso de Steve Blank en EE.UU. por ejemplo, padre intelectual del movimiento Lean Start-up); que anteriores CEOs de empresas se conviertan en Presidentes de Universidades (como Jerome van den Veer, ex CEO de Royal Dutch Sheel en la Universidad de Delft) no superaremos la endogamia.

Porque todo el mundo imita al líder y hay problemas de diseño que no se resuelven por la vía de la gestión, por muy determinada y profesional que sea. Por lo demás, las Universidades han dado muestras de su capacidad para evolucionar durante las crisis recientes, incrementando su producción científica. No obstante, la limitación de medios y potenciando también su tercera misión con programas, aceleradoras de emprendimiento y alianzas con empresas.

Estas reformas serían más sencillas a cambio de incentivos, como propuso la revisión de nuestro sistema de innovación que encargó la Comisión Europea al profesor Luke Georgiou y que han hecho otros países europeos como Austria o Dinamarca. 

:: De los cientos de datos que aportas en el libro, te planteo dos retos para acabar:

1.- El dato que más te preocupa:

Que termine instaurándose una suerte de ‘positivismo posmoderno’ en esta época del Covid y que pueda comprometer la fe en la ciencia, pues los grandes retos no tienen ni soluciones únicas, ni sencillas y, en ningún caso, deterministas.

2.- El dato que más optimismo te genera:

Que innovación y emprendimiento van cada vez más unidos en su dimensión más profunda, subrayando el factor humano y social del progreso también moral. Un terreno en el que, en buena medida, cada generación empieza de nuevo.

Artículo escrito por Javier García

Editor de Sintetia

Enviar comentario

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *

Raúl Carrión Estudio, S.L. es la Responsable del Tratamiento de tus datos, con la finalidad de moderar y publicar tu comentario con tu nombre (en ningún caso se publicará tu correo electrónico).
Tienes derecho de acceso, rectificación, supresión, limitación, oposición al tratamiento y portabilidad. Puedes ejercitar tus derechos en [email protected].