Cargo: promotor de problemas

21 junio 2020

Hay quien en su tarjeta profesional debería figurar con el cargo de promotor de problemas. Tienen una habilidad especial para que las cosas cuajen en forma de problemas. Los problemas son una realidad, no digo que nadie los invente, simplemente subrayo que en la actitud respecto a cómo los enfrentamos está parte de la solución.

Estar del lado del problema o del lado de la solución son dos formas radicalmente distintas de estar en una organización.

Cuando he tenido la responsabilidad de liderar una organización, se me ha desarrollado una especie de sexto sentido que me permitía adivinar si los colaboradores con quién me reunía, traían un problema o traían una solución. Había profesionales que venía a dejarte un problema encima de la mesa como el que deja un presente incómodo. Sentían que su misión acababa aquí.

Otros eran peor, enviaban un mail cómo sacudiéndose de encima el problema (estos mails ustedes ya saben que tienen un número desproporcionado de gente en copia). Por el contrario, los hay que no sólo vienen a depositar un problema sobre la mesa, junto a la dificultad real con la que se encontraban, sino que exponen algunas opciones de solución.

La diferencia es fundamental, unos dirigen sus energías al diagnóstico y se quedan ahí y otros dirigen sus energías a encontrar la salida. Unos son relatores de problemas y otros son emprendedores de soluciones.  Unos piensan en presente. Otros piensan en futuro.

Los problemas a veces tienen una causa objetiva (la COVID por ejemplo), pero muchos de los problemas nacen de que cualquier tropiezo del día a día que devienen causa mayor por qué caen en un contexto de personas para las que todo es un problema.

Los promotores de problemas se especializan en convocar problemas. Les dan consistencia y proyección. Y es que hay quien mira el mundo con la lente de los problemas y los saben describir minuciosamente. Normalmente desarrollan un numen negativo insondable. En sus versiones más patológicas, habitan entre el pesimismo cultivado y la toxicidad.  Pero a las empresas lo que les conviene es tener promotores de soluciones. Los que sin obviar las dificultades entienden que su papel ante la adversidad es construir una solución y no simplemente describirla. Normalmente son personas emprendedoras. Aquellas que traducen su compromiso en convertir un problema en un reto. Convertir el problema en algo que nos desafía desde la complejidad y que queremos resolver positivamente.

La gente que busca soluciones se hace preguntas. Por eso mismo la clave de la solución es saber ponernos las preguntas adecuadas. Y luego claro, está el talento.

Es importante aquellas personas de gran talento milite en las soluciones, porque pueden aportar mucho. También es cierto que cuando gente con talento se orienta a los problemas son capaces de escalarlos infinitamente.

Las organizaciones viven en medio de problemas. Es algo natural. Lo que no es normal es regodearse en ellos. Hay quienes, en cambio, tienen la habilidad de convertir cada problema en una oportunidad. Para definir soluciones de oportunidad se requiere contexto, perspectiva, determinación. Para definir un problema se requiere habilidad en el diagnóstico.

Uno podría pensar que un buen diagnóstico es media solución. A veces es así. Pero no siempre es el caso. La mayoría de las veces a un diagnóstico sigue otro y lo que se propone realmente es el sobrediganóstico. Diagnosticar debe servir para tomar decisiones. Sobrediagnosticar sirve para todo lo contrario: para no tomar decisiones.

A veces las soluciones son inerciales. Pero a veces requieren de la innovación. Ante problemas enquistados esperar que se diluyan por arte de magia (cosa habitual en política) no acostumbra a ser un buen remedio. Ante problemas enquistados hay que explorar y no desfallecer.

Una solución no es un apaño. No es una salida adelante o simplemente ganar tiempo. Cuando se requiere de la innovación, la solución acostumbra a surgir desde una empatía radical con el cliente. La innovación está en la mirada. La tecnología viene después.

En las organizaciones con un propósito consistente es más fácil aumentar el número de constructores de soluciones. Los propósitos cuando forman parte del día a día de una empresa evitan que los árboles no nos dejen ver el bosque. Saber para qué hacemos las cosas ayuda mucho. Los líderes deben hacer esto, ejemplarizar el propósito y poblar las agendas de un para qué.

Si al propósito le añadimos actitud emprendedora, no tenemos garantías de que sabremos solventar un problema o una complejidad, pero tenemos muchas opciones de estar en la senda de la solución.

A veces las cosas son difíciles, porque lo que sería una solución para los clientes es un problema para nosotros, por la forma de cómo tenemos la empresa organizada. La sincronización de nuestras capacidades con las nuevas oportunidades está llena de tropiezos, pero es el mejor rumbo a la solución.

Los promotores del pasado no acostumbran a dar con la salida, a menudo son los mismos que los promotores de los problemas. Los emprendedores de la solución saben que no hay nada fácil pero que lo único consistente es adaptarse y evolucionar con los clientes. Las soluciones, normalmente, son más narrativas de futuro que narrativas del pasado.

Artículo escrito por Xavier Marcet

Fundador y presidente de Barcelona Drucker Society

3 Comentarios

  1. Luis Mateos Keim

    “construir una solución y no simplemente describirla” esa es la clave… son como gatos que te traen el pájaro muerto y te lo dejan en la puerta de casa…

    De todas formas es muy eficiente tener algunos de esos… porque sino habría que ocupar a los solucionadores en buscar problemas y eso no les gusta

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  2. Pablo Daniel Polti

    Muy buen artículo!!!!
    Muchas veces pido a mis colaboradores que no gasten tanta energía buscando las muchísimas formas en que algo va a fallar, Que traten de encontrar esas dos o tres formas mediante las que podemos hacerlo funcionar, no perdiendo de vista esos pocos modos de falla mas probables para poder evitarlos.
    Saludos
    Pablo

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  3. Nuria Cosio

    Pienso con frecuencia que en las organizaciones el que no suma, resta. Efectivamente antes de entrar en una reunión sabemos con antelación los que vienen a plantear problemas como si la solución solo fuera algo que corresponde a los otros. Como siempre muy en sintonía con Xavier y con la oportunidad de sus estupendos artículos.
    Muchas gracias por cargarnos las pilas.

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