José Luis Ferreira: “con la crisis, en España los pobres se han hecho más pobres, llueve sobre mojado”

5 diciembre 2016

Hoy bajamos al mundo académico de la Economía. Queremos hablar de fundamentos, de ciencia y no ciencia. ¿Dónde tienen consenso los economistas y dónde no? ¿Qué supone hacer investigación en un campo como la Economía? Para eso tenemos el placer de entrevistar a uno de los mejores investigadores y profesor de Economía que tenemos en España, José Luis Ferreira. Doctor en Economía por Northwestern University y en la actualidad es profesor en el Departamento de Economía de la Universidad Carlos III de Madrid. También ha trabajado en la Universidad de Pennsylvania, en el Instituto Tecnológico Autónomo de México y en Chapman University.

Sus áreas de investigación incluyen la Teoría de Juegos, la Microeconomía, la Economía Experimental y la Metodología, temas sobre los que dirige proyectos de investigación, publica regularmente artículos en las revistas académicas internacionales y ha dirigido varias tesis doctorales. Es, además, miembro de la Sociedad para el Avance del Pensamiento Crítico, ARP-SAPC. Mantiene un blog personal, Todo lo que sea verdad, donde, entre otros temas, escribe sobre de Metodología, Economía, Política y Filosofía. Además participa en el proyecto colectivo de divulgación científica Mapping Ignorance, en el blog Nada es Gratis sobre divulgación y discusión económica, y en el blog Filosofía en la Red sobre temas filosóficos. Es autor del libro Economía y Pseudociencia.

Toma una taza de café o té preferido, y adéntrate con calma a pensar un poco en Economía con José Luis, esto es un poco largo pero muy ameno y constructivo 🙂

:: José Luis, ¿en qué investigación/es estás metido actualmente?

La mayor parte de mi investigación es teórica (Teoría de Juegos y Organización Industrial, sobre todo), pero en los últimos años me he acercado a la Economía Experimental. En un proyecto en el que investigo junto a varios colegas estudiamos las consecuencias estratégicas de abrir un mercado de futuros en un contexto de oligopolio.

:: Tener conocimientos de Economía no te convierte, automáticamente, en buen economista, ¿Cuáles son las razones de que los economistas hayan sido, o siguen siendo, ‘los malos’ o al menos una de las profesionales más denostadas públicamente?

Ni siquiera ser un buen economista investigador te convierte en un buen asesor de empresas o de gobierno ni en un buen ministro de Economía.

La gente ve economistas diciendo cosas contradictorias sin ponerse de acuerdo y percibe que el sistema económico actual está diseñado o defendido por los economistas, por lo menos por la parte mayoritaria. Se quieren soluciones para los problemas y también ven que no tenemos recetas fáciles. Hay algo de verdad en todo eso, pero también algo de falsa percepción.

Por ejemplo, el conjunto de cosas en las que estamos de acuerdo la mayoría de economistas (y estamos de acuerdo porque encontramos que son las que se corresponden mejor con la realidad, dada la investigación teórica, empírica e histórica) es bastante amplio. No tiene uno más que abrir los manuales de economía de Stiglitz (de izquierdas) y de Mankiw (de derechas) para ver que dicen las mismas cosas. Lo que pasa es que faltan muchas cosas por saber, sobre todo en la capacidad de los gobiernos para influir en las salidas de las crisis.

Y donde no sabemos por no tener datos o por no tener un buen modelo explicativo, cada uno extrapolará lo que sí sabemos según su intuición y, si no somos del todo honestos, empezaremos a dar demasiado peso a la poca evidencia a favor de nuestra solución favorita y menos a la contraria a ella. Los economistas tendremos estos sesgos, pero uno puede ver que las cosas ya asentadas sí han superado la discusión, la revisión por pares y la búsqueda de evidencias.

Fuera de eso tenemos economistas que no han aceptado el método científico que, a pesar de no tener presencia en la disciplina, abundan en algunas universidades y en la esfera pública. También se identifica como la opinión de la Economía (o de los economistas mayoritarios o algo así) a las opiniones de cualquier actor económico, desde el Ministro de Economía hasta el director de una empresa, cuando ese no es el caso. Ni el sistema económico en general está diseñado por economistas (en algunas partes nos hacen caso, en otras no) ni los economistas defienden el statu quo. Los economistas deberíamos estar para desarrollar la ciencia económica, para decir qué efectos tienen qué causas y reducir el debate económico a aquellas políticas cuyos efectos son los que dicen ser quienes las proponen. Casi nunca es así.

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3.- Hal Varian, ahora economista jefe de Google pero previamente uno de los académicos más respetados del mundo en Economía, le gustaba conectar la economía con la medicina. Los economistas no podemos hacer experimentos naturales con las personas para aprender, pero tenemos que diagnosticar, comprender sus problemas y tratamos de ayudar. Igual que un médico. En cambio, está muy extendida la concepción de que el trabajo de un economista es predecir el futuro: la próxima burbuja, la bolsa, los precios del petróleo… ¿Estás de acuerdo con Hal Varian? ¿La labor de un economista es predecir o hacer buenos diagnósticos?

La comparación con la Medicina me parece buena. No podemos predecir las crisis ni la evolución de los precios de un mercado. Esa manera de predecir solo la pretenden los adivinos y nos burlamos de ellos, no sé por qué se le demanda a los economistas. A veces es posible saber si en tal mercado hay o no una burbuja, pero el momento y las consecuencias de su estallido son imponderables. En Economía hay varias fuentes de datos. Podemos hacer experimentos pequeños en el laboratorio donde se simulan mercados reales (los sujetos experimentales ganan más o menos dinero según qué decisiones tomen). También podemos tomar nota de los resultados de la aplicación de un plan piloto o ayudar a diseñarlo para que los datos sean relevantes. Por ejemplo, introduciendo un bono escolar en un distrito y comparando los resultados con los de otro distrito que es semejante al primero. Tenemos también datos históricos: por ejemplo, dos países parecidos que han tomado medidas de política distintas, o el mismo país que en un momento decide hacer un cambio, o países distintos que han convergido para bien o para mal por tomar políticas parecidas. Las buenas teorías y modelos de la Economía son las que explican todas esas cosas.

Pero como en Medicina, el nivel de precisión no es alto y eso abre la puerta a que entren muchas posiciones que, sin basarse en la evidencia, pretenden ser tenidas en cuenta o, incluso, atacar el consenso científico. En Medicina hay homeópatas y todo tipo de curanderos. En Economía tenemos cosas equivalentes.

4.- La Economía, como técnica, como herramienta de análisis (dejemos para después el debate de si es o no ciencia), está construida a base de modelos, supuestos, formas de comprender el comportamiento humano. Pero muchas veces esos supuestos ni siquiera se tienen en cuenta a la hora sentenciar políticas y recomendaciones… Por ejemplo, y ahí es donde me gustaría detenerme: 

a.- ¿Existe un consenso de la Economía sobre el Mercado? ¿Cuál crees que es su papel? ¿Hasta dónde llega el mercado y dónde no puede?

Existe un consenso sobre cuáles son las propiedades de los distintos tipos de mercado (competencia perfecta, monopolio,…) y sobre cuáles son sus posibles fallos. La Economía ayuda a entender (y a diseñar una línea de investigación cuando no se sabe) cuándo un mecanismo es más adecuado que otro para según qué fines. Y hoy por hoy nadie sabe de ninguna alternativa que funcione mejor que una economía basada en el mercado. No quiere decir esto que en todos los sectores de la economía deba prevalecer un mercado sin regular. Algunos sectores necesitarán poca regulación y otros más y otros todavía estarán mejor en manos públicas.

Los modelos teóricos, apoyados por las evidencias empíricas que tenemos, explican bastante bien por qué es más fácil tener un sistema público de salud que una banca pública, por ejemplo. El mercado va bien cuando hay competencia, libre entrada, cuando no hay externalidades ni bienes públicos y cuando la información está distribuida de manera simétrica. Fuera de esos casos no va tan bien o va mal.

Lo bueno es que, en general, aunque nunca tengamos mercados ideales, los reales mejorarán a medida que se parezcan a los ideales, aunque nunca lleguen a serlo y eso permite una línea de medidas de política económica de gran importancia para mejorar las vidas de los ciudadanos. A veces una intervención pública puede mejorar el funcionamiento de un mercado (por ejemplo, haciendo que los agentes internalicen el coste de contaminar mediante un impuestos) o plantear un mecanismo distinto al mercado (por ejemplo, para asignar alumnos a escuelas) para resolver un problema de ineficiencia. No siempre es así, puesto que el Estado tiene sus propios fallos.

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b.- ¿Existe un consenso sobre el libre comercio? Hace unos días Dani Rodrik, otro gran académico de Harvard, reflexionaba sobre esta cuestión, no todo es color de rosa en los supuestos de los modelos de comercio, puede haber perdedores si no se redistribuyen adecuadamente los efectos no deseados. Esto ha ayudado a ciertos políticos (entre ellos Trump) ha defender medidas proteccionistas, ¿qué opinas sobre esta cuestión?

También existe ese consenso, entendido como que el libre comercio favorece las oportunidades de cualquier país de una manera muy general. Que en esta mejora general puede haber perdedores también es sabido, aunque los detalles y las dinámicas que se generan en los distintos sectores son menos conocidas. Sobre qué medidas adoptar para aliviar o contrarrestar estas pérdidas tenemos más debate, sobre todo porque es una cuestión política querer hacerlo o no.

c.- Otro gran debate entre Economistas es más o menos Estado. ¿Este es un debate más ideológico que académico? Si hay economías que funcionan bien –simplificando mucho, en términos de PIB o empleo- con estados fuertes y otras con estados con menos peso, ¿qué marca la diferencia?

Es una decisión política querer una sanidad y educación universales, o tener un sistema de pensiones contributivo o ayudar a los más desfavorecidos. El papel del economista es, de nuevo, el estudio de los distintos mecanismos que permiten hacer esto. El ideal sería que la Economía restringiera el debate a las políticas efectivas para sus fines declarados y eliminara de él las políticas cuya efectividad se hayan mostrado nulas o claramente superadas por otras. Tener pensiones privadas o un sistema público de reparto es una opción política. Si uno prefiere las primeras por considerar que cada uno es responsable de sus actos, ahí no hay discusión económica. La discusión será acerca de la rentabilidad de estos planes privados. Defenderlos no da derecho a inventarse rentabilidades exageradas para hacer propaganda política. Por lo mismo será una opción política tomar medidas contra la desigualdad social. Lo que no se puede es inventarse que la nacionalización de la banca, por ejemplo, sea una buena manera de hacerlo.

d.- Al hilo de esto, un reto importante es que no es lo mismo invertir 1€ en una carretera en 2016 que hacerlo en un instituto o en un programa de investigación contra el cáncer, ¿Tenemos que evaluar más la productividad de los recursos públicos? Andrés Rodríguez Pose hizo algún estudio al respecto a escala europea y los resultados es que menos hormigón y más qué hacer con él (intangibles para sacar productividad a lo tangible), ¿qué opinas?

En lenguaje normal se entiende este tipo de productividad como un rendimiento monetario visible a corto plazo. No es la definición económica. Si una empresa invierte en ciencia, seguramente ella no verá el retorno de esa inversión más que en muy contadas ocasiones. Eso no quiere decir que esa inversión sea improductiva, sino que la empresa no se podrá apropiar fácilmente de esa productividad. Es por eso que la inversión suele sufragarse con una intervención estatal fuerte (en las universidades, en proyectos conjuntos con algunas empresas, etc.). El Estado, es decir, la sociedad, invierte y la sociedad verá los frutos de esa inversión. La productividad de los recursos dedicados a la educación, la investigación, la ciencia y la formación son enormes. Cualquier inversión pública o privada debe ser productiva para que tenga sentido, pero la productividad debe recoger todos los costes y todos los beneficios.

e.- Al igual que el comercio, hay otra gran controversia social donde parece que la historia se repite: las máquinas (ahora los robots) nos quitarán nuestros empleos. ¿Qué puede aportar la Economía a este gran debate?

No sé el futuro. Nadie lo sabe. Este temor a las máquinas viene con cada revolución tecnológica y nunca se materializa. Esto no prueba que la próxima vez será igual, pero nos debe prevenir de muchos miedos infundados. Al igual que con el comercio, cada tecnología supondrá una mejora, pero con perdedores en el camino. Yo creo que las políticas deben ir encaminadas a que la transición sea lo menos penosa posible (y eso no implica hacerla más lenta) y que tenemos que reeducar y formar activamente a quienes pierdan su trabajo y, en caso de ser persona mayores, usar políticas de rentas. Lo peor será no usar las nuevas tecnologías, que implicarán un retraso con respecto países que las adopten y nos dejará todavía en peor posición.

Debemos estar atentos a la distribución de la renta entre trabajo y capital. No hace falta estar de acuerdo con Piketty en esto para proponer medidas en caso de que esa distribución sea cada vez menos favorable al trabajo. En lugar de poner impuestos al capital (o además de hacerlo) creo que sería conveniente promover la participación de los trabajadores en las rentas de capital. Por ejemplo, con la participación en los beneficios (y en la gestión) como parte del pago o el fomento de las cooperativas. Los países asiáticos desarrollados han conseguido que el reparto entre trabajo y capital dentro de la empresa sea más igualitario que en los demás países avanzados. Deberíamos aprender algo de ellos.

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:: Para un Economista los incentivos son fundamentales, permiten comprender muchas cosas de las que ocurren. En ese sentido, hay economistas que sostienen que las subvenciones (o ayudas) desincentivan a las empresas a innovar, a las personas a buscar empleo o a formarse. Pero, ¿Hasta dónde los fallos del mercado justifican intervenciones, aunque generen fallos de gobierno?

En general el mayor impedimento a la innovación es que la empresa tenga un mercado cautivo, como ocurría con Telefónica cuando era un monopolio o como ocurre con las empresas que viven del BOE repartiéndose el mercado, como las grandes constructoras, o por las prebendas que reciben gracias a sus conexiones con el poder político. Pon las empresas a competir y ellas se pondrán a innovar.

Hay fallos de mercado y fallos de gobierno. En España tenemos demasiada gente y demasiados políticos que piensan que siempre habrá fallos de mercado y que por tanto es mejor más intromisión pública en la economía. Y también tenemos demasiada gente pensando lo contrario (creo que menos), que puesto que el gobierno es falible, es mejor si dejamos todo a la iniciativa privada. Falta el debate sereno sobre cuándo hay un fallo de mercado y cuándo la intervención pública es capaz de mejorarlo en lugar de empeorarlo. Por ejemplo, en Economía tenemos buenos modelos sobre cómo afrontar el tema de las externalidades negativas (contaminación, emisiones de gases de efecto invernadero, congestión en el centro de las ciudades,…) y algunos problemas de selección adversa y riesgo moral en los seguros de salud mediante intervenciones públicas. Quienes creen que pueden mejorar la asignación de crédito mediante una banca pública porque el sector bancario también está sujeto a problemas de riesgo moral, en cambio, no tienen en cuenta que esta no estará en mejores condiciones que la privada para detectar qué préstamos merecen otorgarse.

Otro gran debate es que esta crisis ha generado más desigualdad y ha erosionado la cohesión social: 

a.- ¿Cómo y qué tipos de políticas de desigualdad existen o son relevantes para un economista?

Ante todo, las medidas para favorecer la igualdad de oportunidades en educación y en salud. En general, el Análisis Económico muestra que las políticas de rentas son más eficientes que las políticas de precios. Por ejemplo, para garantizar el acceso meritorio a la educación universitaria sería mejor que las tasas reflejaran el coste real de la educación y, a partir de ahí, se dieran becas de matrícula y becas salario según recursos y notas. Con este mecanismo y el mismo dinero podemos ayudar a más gente con pocos recursos para que tengan una educación superior. En lugar de eso subvencionamos a ricos y a pobres con tasas casi gratuitas para que entren unos pocos pobres. Es un derroche de recursos, aunque entiendo que la ciudadanía no se fíe de la otra propuesta. Las becas se pueden reducir fácilmente, mientras que un incremento en las tasas será más contestado socialmente. No tiene por qué ser así.

Otro ejemplo son las políticas de renta universal, renta de inserción o de complemento al salario, promovidas por Podemos, PSOE y Ciudadanos, respectivamente. Estas son mejores que la subvención de productos básicos o que la alteración por ley de los salarios.

b.- En base a estos indicadores, ¿ha empeorado la desigualdad en España y en Europa tras la crisis de 2008?

Eso dicen las estadísticas. En España la razón de ese aumento es que los pobres se han hecho más pobres. Y esto es llover sobre mojado. Antes de la crisis la proporción de renta que tenía cada segmento de la población en España respecto del total era parecida a Alemania excepto para la parte más pobre de la distribución, que en España era todavía más pobre. Y no estamos hablando de ser más pobre que en Alemania, sino más pobre comparándola con la media en España. De hecho, España tiene un grave problema con la parte baja de la distribución en muchos aspectos: tenemos una clase media, una educación universitaria y unas empresas medianas y grandes comparables con otros países desarrollados, pero nuestras tasas de pobreza relativa, de abandono escolar y de productividad de las empresas pequeñas son mucho peores.

:: ¿Consideras que vamos a vivir años donde la llamada globalización ‘se va a ralentizar’ por el descontento social? ¿Esto es una amenaza o una oportunidad?

No lo sé. Si nos atenemos a la proliferación y auge de partidos de izquierda y derecha que desconfían de la permeabilidad de las fronteras tanto en la circulación de personas, empresas y bienes como en las tomas de decisión internacionales, parece que efectivamente será así, pero no sé lo que pasará en el futuro. Es posible que los acuerdos multilaterales se intenten hacer con más atención a todas las sensibilidades que hasta ahora. No sé si eso dará lugar a una mejor globalización o simplemente esta se ralentizará hasta que soplen otros vientos.

:: Hay mercados donde su funcionamiento parece complejo, tienes un artículo sobre Economía Experimental que realmente me encanta y del que me gustaría nos comentaras: 

a.- ¿cuáles son los problemas –teóricos- a la hora de analizar mercados como el del agua o el eléctrico?

Son sectores con economías de red, que generan unos costes fijos importantes en los que hay que incurrir independientemente de la cantidad del bien que finalmente llegue a los consumidores. En el caso de la electricidad, además, no se puede almacenar más que en pequeñas cantidades relativas al total y a un gran coste.

b.- ¿qué consecuencias tienen esos problemas a la hora de establecer buenos mecanismos de gestión, porque tenemos la sensación de que la electricidad es un artículo de lujo y, en cambio, imprescindible…y el agua es un recurso escaso y distribuido de forma muy dispar?

La primera consecuencia es que la eficiencia no está garantizada. En general habrá pocos agentes en algunos de los cuellos de botella del sector. Por ejemplo, en el caso de la electricidad habrá pocas empresas compitiendo realmente por producir electricidad.

En el caso del agua puede haber múltiples empresas (públicas, privadas, cooperativas o lo que sea) dueñas de los derechos de una parte de un cauce o un acuífero, pero difícilmente habrá competencia en la red de distribución.

En el caso de la electricidad se ha intentado aumentar la competencia permitiendo que un consumidor elija compañía, pero las opciones son muy pocas. Además, el sistema de casación (el mercado de subastas organizado OMEL) usado está pervertido por múltiples factores espurios a la lógica del mercado. Por ejemplo, una de las razones para tener competencia en un mercado, y que he apuntado más arriba, es incentivar la adopción de tecnologías más adecuadas. Pues bien, en el sistema de casación se han incluido las hidroeléctricas y las nucleares, que ya tenían su régimen de amortización, de manera que su producción es remunerada al precio de casación sin que ello implique ningún incentivo, puesto que ya no caben más hidroeléctricas y tenemos una moratoria nuclear. Para lo único que ha servido es para regalar dinero a las eléctricas que tienen esas plantas.

:: ¿Consideras que España tiene algo así como una ‘Agenda de Crecimiento’ donde tengamos claras nuestras debilidades –en educación, en innovación empresarial, inversión privada y pública en tecnología, mercado laboral, sistema fiscal que incentive la creación de riqueza….- sobre las que trabajar?

No. A mi entender no hay tal agenda en España. No digo que no se haya pensado sobre eso y no se hayan escrito memorandos, sino que en la práctica no se lleva a cabo nada sustancial en este sentido.

:: ¿Cuáles son las 3 reformas o ámbitos donde consideras que España tiene que profundizar de forma urgente y profunda?

1.- Mercado de trabajo: eliminar la dualidad y favorecer la formación. Las últimas reformas se han centrado en facilitar la reducción de salarios y los despidos, y no han hecho nada por lo anterior. El contrato único ayudará. Ya sabemos que no será la panacea; las simulaciones dan una reducción en la dualidad, una mejor prestación para el trabajador y una reducción del desempleo, pero solo en unos cuantos puntos. Pero es una medida relativamente fácil de hacer. Algunos países gastan más en formación que en prestaciones por desempleo. Tenemos que reforzar esto. Hasta ahora los cursos de formación se dan sin garantías, sin competencia, sin control y sin seguimiento. Requieren un cambio radical.

2.- Educación: no soy nada experto en este tema, pero me parece que los que sí lo son abogan por una mayor cultura del esfuerzo y por una mayor autonomía de los centros a la hora de contratar y promocionar a cambio de un presupuesto que atienda al valor añadido aportado a los alumnos.

3.- Competencia: tomarse en serio la competencia. Independencia de los organismos reguladores y del Tribunal de Defensa de la Competencia. Transparencia y petición de responsabilidades en la gestión pública y en las licitaciones. En fin, nada que no sea de sentido común.

:: Como profe de Teoría de Juegos, por favor, haznos de divulgador, ponnos un ejemplo de un juego actual con el cual podamos comprender su potencia de este instrumental analítico (y estratégico).

La Teoría de Juegos es un instrumento para elaborar teorías sobre la realidad. Ella en sí misma no hace nada. En Economía, por ejemplo, se usa para elaborar las teorías y modelos sobre los oligopolios. Con todo, hay veces en que la situación estratégica en una negociación política o económica se puede estudiar con la Teoría de Juegos en la mano y poco más. En los tiempos recientes, por ejemplo, las negociaciones entre la Troika y Grecia estaban bien claras. Ganaría la Troika casi con total seguridad (e independientemente de que eso fuera bueno o malo). El tiempo corría en contra de Grecia, las pérdidas relativas eran mayores para este país, el efecto reputación era más importante para la Troika y el referéndum no alteraba el conjunto de estrategias factibles, por más que los dirigentes griegos quisieran hacer parecer lo contrario y que estaban obligados a rechazar el acuerdo. Por si esto fuera poco, la carta blanca que le dio la oposición a Tsipras tras el referéndum (dijeron que le apoyarían se cual fuera su decisión) hicieron más factible (no menos) la opción de aceptar las condiciones de la Troika. Todas esas cosas llevan las negociaciones en una dirección según la Teoría de Juegos y todo esto lo fui diciendo en varios artículos y en las redes sociales antes de que pasara lo que pasó.

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Otro ejemplo son las negociaciones para la investidura del presidente del Gobierno de España tras las últimas elecciones. De nuevo, sin pactos posibles para el PSOE (Podemos y Ciudadanos se vetaban mutuamente y el pacto con nacionalistas e izquierdas daría una gran fragilidad al gobierno), no había otra que permitir gobernar a Rajoy o ir a nuevas elecciones, en las que el PSOE se vería castigado. Así lo analicé y anuncié antes de que pasara. No me arrogo ninguna clarividencia. Muchos otros lo vieron (otros no). Lo único que aporté es que un análisis con la Teoría de Juegos en la mano daba lo que pasó como el resultado más probable con diferencia.

De cara al futuro, veremos más de lo que ya estamos viendo: el PP ninguneando a Ciudadanos y apostando a acuerdos con el PSOE. Además del interés que puede tener el PP en que Ciudadanos pierda apoyos, hay una razón contundente. Si PP y PSOE se ponen de acuerdo, Ciudadanos no es necesario para nada. Si PP y Ciudadanos se ponen de acuerdo, no bastan. Creo que fue un error de Ciudadano no haber entrado en el gobierno, era su única manera de no ser un espectador.

:: Por último, me gustaría preguntarte por uno de los ámbitos donde has divulgado mucho y que tiene que ver con la Economía y la Pseudociencia. 

a.- En primer lugar, ¿es la Economía una ciencia?

Defiendo que así debe ser y que así es en la parte de la Economía que se investiga y publica en las mejores revistas.

b.- ¿Dónde está la frontera entre lo que es ciencia o no?

Este el problema epistemológico de la demarcación. No es que no se haya resuelto, sino que hay opiniones de que el criterio debe ser más o menos riguroso. En mi opinión, tener una ciencia significa tener un objeto de estudio, adoptar el método científico y haber llegado a un cúmulo de conocimientos no trivial. A partir de ahí una ciencia puede ser más precisa que otra, tener una mayor universalidad o haber acumulado más conocimientos. La Economía que hacen mis colegas entra en esta definición. Si no quieres llamarla ciencia porque quieres una definición más rigurosa, no me importa. Lo que importa es que la demarcación que adopto permite distinguir el estudio de un problema con el mayor rigor posible de otros estudios, que si no incluyen el mayor rigor posible, serán peores.

:: ¿Qué corrientes consideras más peligrosas, por poco rigurosas, y que en cambio están en los medios y ciertos líderes de opinión?

Aquellas que ponen la conclusiones por delante del análisis o aquellas que creen tener un método alternativo al científico para estudiar la economía. Marxistas y austriacos son dos ejemplos. Aunque en ambos casos me señalan que hay gente entre ellos que sí acepta el método científico, no es lo que prevalece en la mayoría de sus discursos. Otros ejemplos serían los que se apuntan a las políticas de oferta (o a las de demanda) de manera incondicional.

:: ¿Cuántas escuelas económicas hay ‘vivas’ en la actualidad y qué diferencias fundamentales existen entre las mismas?

Yo veo que mis colegas cada vez se identifican menos con una escuela (de hecho, no tengo ni idea de a qué escuela se adscriben los que conozco más de cerca). Existen los monetaristas, por ejemplo, pero cuando investigan lo único que les distingue es que se dedican al estudio de la economía monetaria. No sé si lo hacen porque les gusta más, porque tienen habilidades específicas para ello o porque creen que las políticas monetarias son más eficaces que las fiscales. Lo único que importa es que sus análisis estén bien hechos. En Economía hay muchas cosas que no sabemos. Mientras una escuela se distinga por cómo extrapola lo que sabemos a lo que no sabemos y no se engañe sobre lo que es un conocimiento certero de una extrapolación, una intuición o una creencia, no tendremos problemas y será natural que haya estas escuelas. El problema está cuando se confundan las cosas. A quien no me cree siempre le reto a que vaya a un seminario en un buen departamento o a una charla en un buen congreso y a que distinga quién es de derechas y quién de izquierdas entre los participantes en la discusión. No podrá. Yo no puedo. Todo el mundo allí ha asumido que solo importan los datos y la coherencia de la teoría que pueda explicarlos.

Los artículos de investigación de Milton Friedman sobre la inflación no revelan su ideología. Sus opiniones sobre la eficiencia del mercado más allá de lo que dice la investigación económica, sí. Pasa lo mismo con Krugman. Sus artículos sobre la localización empresarial o sobre el comercio internacional no son de izquierdas ni de derechas. Cuando opina sobre el uso de las políticas de demanda para salir de la crisis, en cambio, está yendo más allá de lo que se lo permite la investigación consolidada sobre el tema.

Artículo escrito por Javier García

Editor de Sintetia

2 Comentarios

  1. venta sociedades

    Excelente «post» pero en el titulo tendría que haber puesto los pobres son más pobres, los de clase medias son más pobres y los ricos son más ricos.

    Felicitaciones por el «post».

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  2. Amador Nilo Sam

    «El Estado, es decir, la sociedad…» Con esta afirmación este señor queda descalificado como economista.

    Responder

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