El poder de los incentivos

17 septiembre 2010
El poder de los incentivos

Existe una parte de la literatura económica que se encarga de la irracionalidad de nuestros actos. En concreto, podemos pensar en la irracionalidad como la falta de consistencia en nuestras acciones. Tenemos un caso clarísimo en las adicciones. Mucha gente es consciente de ellas y durante su parte del día «racional» preferiría no volver a caer en su respectivo hábito adictivo. Cuando se recae, en cierto modo podríamos pensar que la persona que está actuando no es la misma que la que anteriormente renegaba de su hábito. ¿Podemos llegar a conciliar los hábitos de esas dos personas?

De ello se encargan precisamente los mecanismos de commitment (compromiso): el crear un sistema mientras nos encontramos en nuestra fase racional que nos impida u obligue a cambiar nuestro futuro comportamiento irracional. Nada mejor para entenderlo que un buen ejemplo:

¿Le cuesta a usted levantarse por las mañanas? ¿Es de los que aporrean el despertador cada 10 minutos para pedirle otra prórroga de sueño? ¿Es capaz de pasarse 50 minutos haciendo esto y llegar tarde al trabajo? El SnuznLuz es la solución para usted: cada vez que apriete el botón de “retrasar unos minutos”, se conectará vía wifi a su banco y donará 10 euros a la organización que MENOS sea de su agrado.

¿Es socio de la SGAE? Su donación irá a parar al Partido Pirata. ¿Ha dado su firma para la prohibición de las corridas de toros en Cataluña? Donará 10€ a la Asociación Taurina El Prat. Si es ecologista convencido, sus donaciones podrían ir a parar a Repsol o a BP Oil. El aparato aprovecha su período de racionalidad (cuando usted está despierto) para alinear los incentivos a levantarse de una persona en una fase mucho más irracional: el sueño.

Puede sonar a broma, pero el producto existe y el sistema de donaciones a organizaciones que le desagraden especialmente (¡usted elige!) está siendo ensayado con éxito en diversos programas de commitment, como por ejemplo para perder peso o dejar de fumar. Inicialmente, en estos programas se solía contar con la participación de una tercera persona que supervisaba el proceso y donaba el dinero que previamente se le había dado a una organización benéfica. El problema era que muchos individuos acaban desistiendo de su intento de adelgazar o dejar el tabaco, alentados por el hecho de que, “al fin y al cabo, mi dinero se va a una causa noble”. Ese desincentivo ha desaparecido con este nuevo sistema; es más, ¡ha aumentado fuertemente el incentivo a cumplir lo apostado!

Tampoco estas aplicaciones del commitment son absolutamente recientes. Hace tiempo que algunos casinos en Estados Unidos llevan aplicando con eficacia un método para ayudar a los ludópatas. El sistema consiste en permitir a quien quiera inscribirse, durante su fase de racionalidad, en un registro del casino. Cuando la irracionalidad le lleve hacia el casino, la entrada te estará terminantemente prohibida. La parte “racional” de una persona ha conseguido prevalecer sobre la “irracional”. ¡El poder de los incentivos en acción!

Artículo escrito por Abel Fernández

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