Las dos dimensiones de la emigración laboral española

7 noviembre 2013

fuga_cerebroJoven español, formado y con nivel medio en idiomas busca trabajo en el extranjero porque “en España es imposible”. Con una tasa desempleo en el 26%, la economía en tasas nulas de crecimiento y el grifo del crédito cerrado desde hace más de 5 años, muchos españoles han concluido que su única salida laboral parece estar en el extranjero. El nuevo emigrante laboral tiene así un perfil distinto del tradicional: mientras España había exportado históricamente trabajadores no cualificados, la emigración está dándose por primera vez, de forma generalizada, en colectivos con formación superior. La gran diferencia se encuentra en que, mientras la emigración de titulados se concentraba hace tiempo en estudiantes de postgrado en el extranjero, el emigrante medio actual no difiere en su perfil de sus compañeros de promoción. Periodistas, ingenieros, profesores; ninguna profesión se encuentra hoy a salvo de la necesidad de emigrar. Aun así, los perfiles de emigración calificados socialmente como exitosos sí tienen un rasgo en común: afirman no estar dispuestos a trabajar “en lo que sea”, lo cual contrasta con el mito del graduado con master que trabaja como camarero o limpiando oficinas. Estamos dispuestos a desplazarnos de país, pero no tanto a  cambiar de sector profesional en el que trabajamos.

Esta situación tiene como origen un problema claro y evidente. España padece un mal endémico y respaldado por los datos: las altísimas tasas de paro conviven con una también alta tasa de vacantes, es decir, hay un problema de emparejamiento entre desempleados y vacantes. Este problema supone una cierta incógnita desde la economía laboral, ya que lo normal es que los países tengan alta una de las dos tasas, pero ambas. España es el único país de la periferia europea que ha visto incrementar desde el inicio de la crisis simultáneamente la tasa de vacantes disponibles y la tasa de paro. A pesar de la enorme bolsa de parados, las empresas declaran tener dificultades para cubrir ciertas plazas.

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Esta realidad, la aparente abundancia de puestos laborales no cubiertos, parece tener difícil encaje con la realidad de la emigración laboral. Aquellos que emigran a buen seguro tienen disponibilidad total para comenzar o continuar su vida laboral. ¿Por qué emigran entonces si existen vacantes dentro de España? ¿Acaso las condiciones salariales son tan inferiores que prefieren abandonar su tierra natal en busca de una oportunidad mejor? Parte de la clave puede encontrarse en las dos dimensiones de decisión básicas de quien busca trabajo: la flexibilidad geográfica para desplazarse frente a la flexibilidad profesional para cambiar de sector laboral.

El siguiente un diagrama de cuatro cuadrantes clasifica a los emigrantes en función de dichas dos dimensiones -la flexibilidad geográfica y la flexibilidad profesional-. En el cuadrante superior izquierdo se encuentran las personas que disponen de mucha flexibilidad geográfica, pero poca flexibilidad profesional.  Aquí situamos los casos de los que llamamos “nuevos emigrantes” que afirman “no estar dispuestos a trabajar en lo que sea”. En cambio, en el cuadrante inferior derecha se encuentran los individuos dispuestos a trabajar “en lo que sea”, pero no a desplazarse de su lugar de residencia, aquellos que, titulados o no, prefieren trabajar en cualquier ocupación o incluso permanecer en el paro antes de que emigrar.

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La principal pregunta que subyace es ¿existe una burbuja social en cuánto a la valoración que hacemos de la flexibilidad geográfica? El valor relativo que en nuestra sociedad se le otorga a la flexibilidad geográfica parece ser mayor al de la flexibilidad profesional, uno de los aspectos menos valorados públicamente. A pesar de que un hipotético cambio de modelo productivo requeriría fuertes trasvases laborales de unos sectores hacia otros, nuestra sociedad percibe como algo poco deseable el aceptar trabajos “por debajo de su nivel de cualificación” o en sectores con menor educación o experiencia previa. Así, tanto la persona que ajusta su perfil profesional como la que sale de sus fronteras están contribuyendo a solucionar el problema básico y endémico de nuestro mercado laboral: el problema de emparejamiento de vacantes con parados.

La “curva de Beveridge” es un gráfico que muestra la relación entre vacantes y parados, representando en el eje vertical la tasa de vacantes por ocupados, y en el eje horizontal la tasa de paro como desempleados entre activos. ¿Qué ocurre en la curva del mercado laboral español? El mensaje más claro es que, a diferencia de 1994, donde la elevada tasa de paro coincidía con un bajo nivel de tasa de vacantes disponibles, en la situación actual del mercado laboral español conviven altas tasas de paro con altas tasas de vacantes.

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Los motivos para esta realidad son múltiples, aunque en el fondo subyacen siempre fricciones en el mercado laboral que no permiten emparejar adecuadamente vacantes con personas. A veces, el problema de emparejamiento es involuntario, como es el caso de la formación específica necesaria para un determinado puesto de trabajo. Por ejemplo, trabajadores del sector de la construcción o la minería difícilmente pueden recolocarse en otros sectores no industriales. Por otro lado, el fenómeno de los nuevos emigrantes que no aceptan trabajar en puestos de trabajo que no coincidan con su perfil profesional nos recuerda que puede haber casos de falta de adaptación voluntaria, y que la rigidez del mercado laboral español también se debe en buena parte a las preferencias de nuestra fuerza laboral, como por ejemplo la nueva emigración.

Así, resulta paradójica la experiencia de personas que emigran con la expectativa de conseguir empleos en su sector de forma más fácil que en España, pero que acaban sin embargo aceptando empezar por otros puestos que en España difícilmente aceptarían. Así, existen personas que realizan un “cambio de cuadrante” en  el extranjero sin haber pasado por esa senda en España. La pregunta es, ¿de qué es sintomático este comportamiento?

El problema de emparejamiento entre desempleos y vacantes no es exclusivo de España, sino que es padecido también por otros muchos países. La mayoría de trabajadores sienten un legítimo derecho de desarrollar su carrera profesional en el campo en el que han decidido educarse y no aceptar trabajar en ocupaciones distintas. Y para contrarrestar esta “rigidez natural” del mercado laboral es necesaria una cierta planificación para coordinar la formación con el modelo productivo, es decir, enfocar la formación de las personas hacia los sectores económicos que están demandando más empleo. La dificultad se encuentra, naturalmente, en el ser capaces de predecir aquellas actividades que van a tener un mayor desarrollo durante los próximos años. Así, una de las cuestiones clave en una estrategia de capital humano es la coordinación entre el sector privado, universidades y Estado, en primer lugar mediante un dialogo mucho más intenso y fluido entre las tres partes.

Otro tema fundamental es el rol de la formación profesional frente a la educación universitaria. Actualmente, los niveles de formación profesional sitúan a España a la cola de Europa, de forma que nuestro país acaba teniendo un exceso de licenciados frente a un déficit de profesionales técnicos. La principal razón es seguramente cultural: tras varias décadas con pocas oportunidades para las rentas bajas, la universalización de la educación superior provocó que los oficios pasasen a estar menos valorados que la educación universitaria, creando una perniciosa sensación de fracaso estudiantil hacia todo aquello que no fuese educación universitaria. Pero si España aspira a resolver su problema de emparejamiento y a tener un sector industrial competitivo a nivel mundial, disponer de técnicos cualificados es un aspecto crucial.

Por el lado de la flexibilidad geográfica, es necesario aceptar también que el paradigma laboral mundial ha cambiado y que necesitamos formar capital humano listo para salir al extranjero y competir en igualdad de condiciones. Nuestro sistema educativo no nos prepara para competir en un mundo más global y competitivo. La Organización Internacional del Trabajo señala que, para la inserción laboral, cada día son más importantes las “soft skills” -conocer idiomas, expresar ideas con claridad, saber hablar y exponer en público, habilidades de negociación e interrelación laboral- que los conocimientos puramente técnicos. Nuestro sistema educativo no se ha preocupado de desarrollar estas habilidades hoy consideradas imprescindibles, lo cual supone un déficit competitivo.

En resumen, los datos parecen indicar que puede existir una cierta burbuja en el valor que se otorga al “nuevo emigrante” respecto a la persona que decide quedarse en España y aceptar trabajos para los que está sobre-cualificado. Pero, en términos de ajuste del mercado laboral, tiene el mismo valor la flexibilidad geográfica que la flexibilidad de sector profesional a la hora de enfrentar el problema del emparejamiento de desempleo con vacantes. Al analizar las experiencias de estos nuevos emigrantes se observa que las barreras de entrada y adaptación a los mercados laboral extranjeros hacen que algunos nuevos emigrantes cambien de estrategia y se pasen al “primer cuadrante”, es decir, que sí aceptan comenzar un nuevo itinerario laboral a pesar de estar menos formados o tener menor experiencia. Para el trabajador medio, resulta muy difícil valorar la realidad del mercado laboral en otros países, pero los datos parecen indicar que, en algunos casos, los emigrantes podrían realizar la misma adaptación que realizan en el mercado extranjero aceptando la “nueva realidad profesional” del entorno laboral español.

Una versión de este artículo ha sido publicada en la revista TIEMPO

Artículo escrito por

Juan Martínez Alvarez

Consultor externo para el BID y para el Banco Mundial

10 Comentarios

  1. Juan Antonio Sarrate

    ¡Excelente artículo!

    Una duda ¿cómo se calcula la tasa de vacantes?.

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  2. Isidro

    La verdad, lo de la tasa de vacantes no me lo creo, y si me lo creo es porque el nivel de exigencia en los procesos de selección está al límite. Todas las empresas y todos los jefes de RRHH quieren al candidato perfecto. Para ser camarero, assistant sales, o abogado hay que saber inglés bilingüe, otro idioma, tener carrera, máster y encima de 2 a 5 años de experiencia y no se puede tener más de 30 años. Pues que expliquen cómo. Quieren el candidato perfecto y encima no pagarle como tal, sino a precio becario. Y seguro que luego dicen, «es que no hay personas que se ajusten al perfil»… No te fastidia. Comparemos las exigencias a cualquier trabajador español y otro del mismo sector en otros países europeos. A largo plazo está claro que seremos de los profesionales mejor preparados del mundo y que esto es un problema de oferta-demanda, pero a corto no me creo que haya vacantes. Será que tienen que ajustar sus exigencias que es distinto.

    Respecto a la cuestión emigración-cambio de sector, estoy totalmente de acuerdo. Muchos emigran obsesionados de trabajar en lo suyo y acaban de camareros y casi en peores condiciones que un camarero en España. Pero, si bien hay esa rigidez natural que comentas, por parte del trabajador que tiene esas legítimas expectativas a trabajar en el sector que estudió y esa reticencia a cambio de trayectoria laboral, sin embargo, considero que la falta de flexibilidad es sobretodo por parte del empresario. En Inglaterra o Alemania o cualquier otro país no hay problema a contratar españoles licenciados en otros trabajos y aquí sí. En numerosos países una persona trabaja de estudiante de una cosa, estudia y trabaja de lo suyo, o se cambia de sector incluso varias veces y de jubilado a lo mejor tiene un mini-job a media jornada de algo que le gusta. Eso en España es todavía inconcebible y no tanto por los trabajadores sino por los empresarios. Muchas empresas sólo conciben fichae un ejecutivo de la competencia y no uno de otro sector. O una empresa no concibe que una enfermera quiera dedicarse a la moda y un arquitecto a crear páginas web, aunque estén formados y capacitados para ello. Tienen miedo, recelan y piensan que «si les sale trabajo en lo suyo se irán». Aunque no es verdad, a lo mejor quieren dedicarse a eso y han renunciado a otra trayectoria profesional inviable.

    Ese es el problema.

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  3. Francisco J. Serrano

    Se repite lo que paso al final de la Guerra Civil.. que triste.

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  4. Andrés Alonso

    Isidro, Juan Antonio,
    la tasa de vacantes es dificl de observar, pero existe. El articulo de referencia es este:
    http://www2.warwick.ac.uk/fac/soc/economics/staff/academic/jennifersmith/bonthuisjarvisvanhala2012_2012_09_what_s_going_on_behind_the_euro_area_beveridge_curve_.pdf

    Aqui toman dos aproximacion para calcular la vacantes: una directa, mediante la serie que provee la CE, y otra mediante el componente de «labour shortages» que se publica dentro del Indice de Confianza Empresarial, tambien de la CE … Esto es una encuesta a empresarios, y la serie temporal es más larga.

    La conclusión del post es: tenemos un problema de MATCHING (si queremos decirlo tecnicamente) en el mercado laboral. Afrontemos, pues, que definido bien el problema, la solución es FLIXIBILIDAD, la cual en parte se consigue emigrando (cambiando de residencia) pero IGUALMENTE se consigue cambiando de ocupación o sector.

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  5. Gian-Lluís Ribechini

    Isidro, expone uno de los motivos de las vacantes: «experiencia en el sector». Que llevado al extremo se pide para puestos de I+D o de innovación, lo que es una limitación importante y en cierta manera un contrasentido. Porque la experiencia es «como se ha hecho hasta ahora» y la «I+D+I» es como se hará en el futuro y para desarrollarlo de forma radical la experiencia puede ser una limitación mental.
    Por otro lado, las políticas de favorecer la emigración cualificada para «reducir la tasa de parados» es «pan para hoy y hambre para mañana» porque si arraigan fuera, no volverán y la inversión que ha realizado el país la aprovecha un tercero.
    Imaginemos una empresa que invierte en un proyecto de I+D+I de una «maquina de conocimineto» durante 20 años, y cuando está a punto de empezar a producir, llega la competencia y se la lleva… gratis, sin que ningún directivo se oponga sino más bien que les abre la puerta. Lo más seguro es que el propietario los eché a la calle sin indemnización y con una demanda por daños y perjuicios. Pues eso…

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  6. ate

    A ver señores Wert, Pons, Báñez, Cospedal y demás. Cuando un investigador, médico, arquitecto o ingeniero que ha estudiado unos 20 años (con cargo a la enseñanza pública), en perfecto estado de salud (gracias también a la sanidad pública) y todo ello pagado con los impuestos de los españoles se marcha (desgraciadamente para no volver), esto solo puede calificarse de tragedia. Ya que como sociedad hemos desperdiciado el tiempo y el dinero en formar a un futuro trabajador cualificado alemán, sueco o norteamericano. Economías por cierto, mucho más ricas y avanzadas que la nuestra que obtienen un profesional motivado sin haber gastado un euro en su formación. En cambio, estas personas deberían poder quedarse y ayudar a la reconstrucción del país, pero ustedes en su infinita y arrogante ignorancia son incapaces de entender que lo único que hacen es desmotivarlos aún más para que ni siquiera se les ocurra pensar en volver. http://diario-de-un-ateo.blogspot.com.es/2013/06/las-dos-caras-de-la-moneda-del-exilio.html

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    • Andrés Alonso

      El exilio es duro, pero si es para trabajar en lo que tu deseas, y no deseas cambiar de curro aquí, porque por ejemplo «has estudiado para eso» pues entonces, el exilio tiene la remuneración de esa satisfacción por trabajar en lo deseado. Muchos países desarrollados, con EEUU siempre como ejemplo, y con China o Japón como potencias de referencia, están acostumbrados a la búsqueda de empleo en el exterior como señal de mérito profesional, y no se ve como menosprecio de su país o como falta de posibilidades nacionales, sino como mejores posibilidades en otros lugares. Es diferente. Promocionar
      es bueno, el mundo es globalizado y no es culpa solo de España persé.

      En cambio, si dejar el país es un drama… Puede haber soluciones parciales, como es buscar empleo en tu país, pero en otro campo profesional! Si lo que quiero es trabajar en España … Estemos dispuestos a tener flexibilidad. No nos han educado para ello, y es un error. Haber recibido una educación de ingeniero no significa que tenga obligación de trabajar de ingeniero, y si no lo hago, es un fracaso. Para nada! Hay que ajustar necesidades de producción del país a capacidades laborales de las personas. No podemos ser todos ingenieros!

      ¿Dónde pone cuando ganamos un título universitario que mi país tiene el deber de darme un empleo en la especialidad que yo escogí unilateralmente?

      En conclusión:
      – El exilio no debería ser un drama en el mundo globalizado que vivimos hoy, y menos si viene acompañado de un buen empleo en otro país.
      – debemos dar más valor socialmente hablando a los que se quedan y aceptan cambiar de sector profesional. Es un esfuerzo fuerte y valioso para la capacidad de ajuste del mercado laboral español.

      Todo esto dicho desde el mayor de los respetos a los casos personales de cada uno y destacando sólo una variable objetiva: hay un problema de emparejamiento (matching) en España. El problema no es tan sencillo como «no hay empleo». Técnicamente y exagerando un poco sería «no hay el empleo que quiero cuando lo quiero como lo quiero y donde lo quiero de lo que lo quiero». Obviamente esto es una exageración no generalizable, pero ilustra más o menos la realidad de las dos dimensiones del problema.

      Un saludo

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  7. Juan Antonio Sarrate

    Muchas gracias Andrés. Leeré el artículo con detenimiento.

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  8. Marta Puig-Samper

    Hola a todos, un artículo muy completo que toca temas muy importantes de la realidad de la emigración hoy en día en España.

    Comparto el punto de Gian-Lluís, muchos de los que han marchado fuera, arraigarán y les resultará difícil volver porqué verán que sus condicones laborales y salariales en el extranjero siguen siendo mucho mejores. No es positivo ver que personas cualificadas y formadas no reinviertan en el país pero el mercado español se caracteriza por una gran rigidez, sobretodo mental y cultural.

    También estoy de acuerdo con Andrés, el marcharse a un país extranjero si representa un gran drama para la persona es mejor adaptarse a otro sector en el propio país, aquí estamos otra ver con el tema de flexibilidad mental.

    Residí y trabajé 8 años en el Reino Unido y me formé en el área de RRHH y trabajé en distintas puestos y empresas en Londres. Mi profesión no se corresponde con mi título pero la escogí yo y pude acceder a los puestos laborales que quería, cambiando de cuadrante en un inicio. Me plantee ser independiente y mejorar mi inglés y acceder a trabajar en un mercado que sabía que era mucho más flexible y me ofrecía posibilidades inexistentes en el mio, así lo hice. Tenía como objetivo RRHH pero tuve que acceptar otras experiencias laborales durante unos cuantos años, cualificarme y perseverar…Cuando uno estudia y trabaja y se da cuenta del valor de todos y cada uno de los trabajos realizados, vive en otras culturas…valoras y tiene una menta más abierta.

    Los estudiantes de otros países,trabajan en bares, tiendas supermercados, tienen que pagar sus prestamos para pagarse la carrera y mantenerse fuera de casa. Las personas que trabajan hoy en un sector profesional X mañana pueden haber decidido cambiar por muchas razones: trabajar de lo que estudié no me gustá como yo creía, he descubierto otras cosas mientras tenia diversad de experiencias laborales, compagino mi trabajo en oficina, con mi trabajo creativo de diseñadora de zapatos etc

    Como dice Andrés, resulta que uno estudia una cosa y por el camino descubre que le gusta otra y se cambia o se adapta y algunas habilidades anteriores le resultan transferibles y valiosas… Lo que si quiero decir es que quizás trabajar en otro cuadrante en el extranjero tenga mucho más valor: como mínimo te llevas un idioma, otra cultura y una experiencia personal irrepetible.

    Y os aseguro que desarrollas las soft skills, totalmente imprescindibles 🙂

    Un saludo a todos!

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  9. Fernando

    Uff, creo que llego un poco tarde. Bueno, yo os dejo mi opinión por si a alguien le interesa. Soy uno de los que intenta cambiar de sector profesional, tengo formación prof., carrera, master oficial y ahora un MBA. He pasado por muchas empresas, en España y Francia y mi conclusión es que en España el principal problema son los empresarios. Solo se le da publicidad a los empresarios modernos, que apuestan por nuevos modelos de organización empresarial a todos los niveles, que son conscientes de la importancia que tiene crear un buen ambiente de trabajo, de mejorar continuamente la eficiencia y la organización de los recursos de la empresa, de asumir riesgos (innovar). Pero estos, cuantos son? En mi opinión, la gran minoría. El resto son una panda de garrulos, que lo único que ven es la rentabilidad a corto plazo (esto pal bolsillo y si puede ser en b, mejor), que no se preocupan por innovar, por crecer, por mejorar su empresa, en definitiva, gente sin un verdadero espíritu empresarial y una falta de ética impresionante (y no hablo de formación, solo de espíritu).
    Pero es que los trabajadores no somos mejores.
    Quizá el problema sea que no aceptamos lo que somos y nos comparamos con países que van bastante mas adelantados a todos los niveles. Sinceramente creo que estas comparaciones deberíamos hacerlas con países africanos, así seriamos los primeros de la lista.
    Y si lo que acabo de decir no te gusta, piensa que es solo mi opinión, nada mas.

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