¿Quiere dejar de fumar? Pequeños consejos desde la economía (I)

23 julio 2010
Costes y beneficios de dejar de fumar

La respuesta habitual de un economista a la pregunta ¿por qué una persona hace algo en concreto? suele ser tan coherente como exasperante: porque el beneficio de hacerlo supera sus costes. Sin embargo, detrás de la aparente tautología se esconde una forma de pensar que suele ir más allá de lo que parece. Reformulemos la pregunta: ¿por qué hay gente que fuma aún sabiendo lo pernicioso que es para la salud? No resulta barato y la principal consecuencia para un fumador es una más que probable reducción de su esperanza de vida. La primera respuesta de nuestro economista interior será: porque el beneficio personal de fumar supera sus costes. En cambio, la respuesta de un no economista sería: se trata de un acto irracional.

La discusión sobre la irracionalidad lleva a un callejón vacío, pues todo depende de cuán amplio considere cada uno el espectro de la racionalidad. Así que volvamos al razonamiento económico más básico ¿Qué beneficios y costes afronta un fumador?

Beneficios

Para un no fumador puede resultar increíble que alguien encuentre placer al llenarse los pulmones con los residuos de una combustión -dióxido de carbono, alquitrán, etc.-, pero así parecen asegurarlo los fumadores; habrá que creerles. Se podría argumentar que no es cierto: la experiencia con los primeros cigarrillos es desalentadora y el único placer real que se obtiene del acto de fumar es el calmar la adicción contraída a la nicotina. Aunque dicha afirmación sea cierta, las razones fisiológicas son irrelevantes llegados a este punto: el fumador obtiene placer de un cigarro, o así lo percibe, pues ya es adicto a la nicotina.

Por otra parte, beneficios clásicos como la señalización de estatus (especialmente entre las mujeres) hace tiempo que se han “esfumado”, hasta el punto de que actualmente parecen haberse invertido las cosas. Pasemos por lo tanto a los…

Costes

El primer coste que afronta el fumador es el monetario. Un paquete diario de cigarrillos (3,5€) supone, a lo largo de una edad laboral de 18 a 65 años y con un tipo de interés real del 3%, algo más de 130.000€ reales (es decir, su equivalente a dinero de hoy) como complemento de jubilación.

El segundo tipo, el más importante, son los costes de salud. Poco podemos añadir aquí, salvo citar un estudio en el que se revela que los fumadores tienen de media 10 años menos de esperanza de vida.

Pero, sin embargo…

Los costes parecen muchísimo superiores a los beneficios, pero, sin embargo, en España hay unos 9 millones de fumadores, según el Comité Nacional para la Prevención del Tabaquismo: varios millones de personas valoran más en cada momento el beneficio que les supone que su coste.

El problema podría estar en una tremenda subvaloración de los riesgos por parte del fumador. Así lo documenta el libro “Smoking, Risk, Perception and Policy“, editado por Paul Slovic. Según diversos estudios sobre la naturaleza de las adicciones, el ser humano no reacciona consistentemente en un estado de relajación y ante una repentina necesidad de alguna sustancia adictiva. Otra posible hipótesis es un terrible problema de descuento temporal entre la satisfacción a corto plazo y los costes a largo plazo, una relación que implicaría tasas monetarias de descuento implausibles.

Así, un fumador puede pensar que un solo cigarrillo adicional no causa gran mal. Y está en lo cierto, el coste en términos de salud de un solo cigarrillo es muy pequeño. Pero su parte racional sabe algo más. Sabe que cada nuevo cigarrillo perpetúa un estado de adicción. Es decir, el coste en salud está infravalorado pues habría de incluir cómo afecta cada cigarrillo adicional a la probabilidad de fumar, después de ese, otros 10.000 u otros 50.000.

¿Y si invertimos la forma de enfocar el problema? Pensemos en la opción inversa. ¿Cuál es el beneficio y el coste de NO fumar un cigarrillo adicional? El coste es el malestar y la ansiedad que la adicción crea. El beneficio podría verse como la creación de un “stock de superación”, la construcción de un activo que podría mejorar su salud y su patrimonio futuro. Así, un fumador no debería pensar que parte con 81 años de esperanza de vida y que “quizás” muera antes por culpa de su hábito. Puede enfocar el problema pensando en que tiene 71 años de esperanza de vida y que, haciendo un esfuerzo con un aspecto de sus hábitos, puede obtener hasta (i) un complemento adicional de más de 100.000 euros a la jubilación, (ii) una mejor calidad de vida general y… (iii) ¡hasta 10 años más de vida!.

En el segundo artículo discutiremos posibles soluciones que no suelen aparecer entre las recomendaciones habituales en medicina; en concreto, cómo aumentar los costes de fumar para que el hábito no resulte tan (aparentemente) beneficioso para tanta gente.

Artículo escrito por Abel Fernández

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