La Reserva Federal (Fed) ha vuelto a mover ficha tratando de acelerar la recuperación económica de EEUU. Y lo hace en un momento en el que debate económico se entremezcla, más que nunca, con el político, debido a la proximidad de las elecciones a la Casa Blanca. Proximidad que alimenta la discusión sobre la independencia de la entidad monetaria, y que da argumentos a favor o en contra, según se sea demócrata o republicano.
Ben Bernanke, presidente de la Fed, venía anunciando en los últimos meses su disposición de aplicar mayores estímulos monetarios, porque aunque el crecimiento del PIB americano está cerca del 2% (ya quisiéramos muchos países), la debilidad del mercado laboral exige, a su entender, poner toda la carne en el asador. Y con unas “expectativas de inflación a largo plazo estables”, desequilibra la balanza de su mandato dual a favor del objetivo “empleo” (es curioso como en su discurso de Bretton Woods apenas hizo referencia a los riesgos inflacionistas).
Analistas e inversores estábamos esperando una nueva ronda de expansión cuantitativa, la duda era cómo y cuándo; pero pocos esperaban una acción tan pronta, agresiva y controvertida políticamente. Ben Bernanke anunció, en línea con lo que dejó entrever en Jackson Holle, un programa de compra de MBS (Mortgage Backed Secutiries-Activos con garantía hipotecaria) por un importe aproximado de 40.000 millones de dólares al mes y sin fecha de finalización explicita puesto que su duración estará supeditada a la mejora sustancial del mercado laboral. Y aunque no definió un nivel “adecuado” de tasa de paro, puede que esta actuación constituya un acercamiento hacia aquellos de demandaban actuaciones más arriesgadas como el establecimiento de un objetivo de PIB nominal.
La estrategia de la Fed es también de comunicación, tratando de incidir sobre las expectativas de inflación de los agentes alargando el mantenimiento de tipos de interés oficiales (Federal Funds Rate) excepcionalmente bajos hasta mediados de 2015 (hasta ahora era 2014). El mandado de Ben Bernanke finaliza en enero de 2014.
Con esta medida se persigue, directa y definitivamente, empujar el denostado mercado inmobiliario, bajando las tasas a las que están referenciadas las hipotecas. Pero también se condicionan las expectativas de los agentes presionando a la baja los tipos a largo plazo, tratando de “animar” con ello a los consumidores a que gasten más, y a los empresarios e inversores a que pongan su dinero a funcionar. Los perdedores, siempre los hay, serán los ahorradores, que para impulsar la recuperación no interesan, a pesar de los ajustes fiscales a los que se enfrenta la economía americana a finales de 2013. El lema parece ser: crecer y luego ajustar.
Y bajo la teoría de acción reacción, los efectos colaterales más inmediatos en otro tipo de activos son la caída del dólar (que servirá de estímulo a las exportaciones), el aumento del precio del oro ante los riesgos inflacionistas en el largo plazo o un potencial aumento de las bolsas mundiales, etc. Dinero nuevo que buscará maximizar la rentabilidad, y dado que los mercados emergentes, en general, muestran un comportamiento más rezagado en lo que va de año, pueden ver inflado su valor tras la acción de la Fed. De forma simplista podríamos decir que Ben Bernanke busca afianzar la recuperación económica aumentando el valor la cartera bursátil de los ciudadanos, una especie de ilusión financiera con la que se construyese la casa por el tejado. Tal como señala Daniel Lacalle “estamos viviendo un proceso de intentar reconstruir burbujas, sea en los mercados financieros –burbuja bursátil- o con los activos inmobiliarios”.
Si hasta ahora se había caminado por terreno desconocido en materia monetaria, este nuevo capítulo marca un antes y un después en la historia de la Fed, donde los costes y beneficios a los que Bernanke alude sólo se podrán comprobar con la distancia temporal.
Sobre la autora:
Montserrat Formoso
Responsable de Gestión de Carteras, de Tressis
1 Comentario
Qué gran comentario. Clarificador y didáctico sin dejar de ser profundo. Esperamos leer más cosas de Montserrat Formoso