Déficit 2012 – Otro año perdido

6 marzo 2012
Rajoy no cumplirá con los objetivos de déficit

El pasado viernes, Mariano Rajoy anunció un objetivo de déficit del 5,8% sobre el PIB, ignorando el objetivo del 4,4% fijado por el Programa de Estabilidad. ¿Qué se encuentra detrás de esta decisión?

En primer lugar, realismo. El último trimestre de 2011 dio comienzo a una nueva recesión que se alargará durante todo 2012, conforme a las previsiones de todos los organismos oficiales. Y, además, la inflación se encuentra en una peligrosísima senda descendente. Ambos factores tendrán como consecuencia, casi con total seguridad, una nueva caída del PIB nominal. El gobierno ha avanzado un 1,7% de caída del PIB real, mientras que la inflación continúa descendiendo, como suele cuando la actividad se contrae.

¿Qué nivel de inflación tendremos al finalizar 2012? Es muy aventurado hacer previsiones, aunque existen pocos indicios de que el multiplicador monetario vaya a recuperar valores normales. Explicado de forma sencilla: si la liquidez continúa sin pasar a circular a la economía real, la única fuerza tractora (y descendente) de la inflación será la recesión, lo cual nos llevará a un descenso de la misma. ¿Cuánto menor? Para ilustrar las consecuencias, supongamos dos escenarios algo optimistas, uno con un 0,7% de inflación (el A) y otro con un 1,7% (B).

Es decir, el crecimiento del PIB nominal se situará, salvo desviaciones fuertes de la inflación, entre el -1% y el 0%. ¿Cómo responderán los ingresos tributarios a estas variaciones? Para hacer una estimación razonable, vamos a observar la correlación entre ambos desde 1995. Esta correlación entre ingresos tributarios y PIB nominal es solo una regularidad empírica y no es fruto de un modelo estructural, pero, puesto que su comportamiento es bastante estable (salvo en los dos casos extremos y opuestos de 2008 y 2010), podemos afirmar que se trata de una aproximación razonable. El resultado para el período 1995 – 2010 es el siguiente:

Aunque exista margen de error, pocas cosas apuntan a que pueda haber una desviación positiva, si tenemos en cuenta que el dato de 2010 “tira para arriba” de la relación no por motivos estructurales, sino porque el IVA subió dos puntos en sus tramos reducido y estándar. Sin dicha subida, los ingresos tributarios habrían subido aproximadamente un 6%, en vez la subida del 10,6% que experimentaron. Pero demos por buena (aunque aproximada) la relación que muestra el gráfico.

¿Qué quiere decir dicha relación? Pues que una variación de un -1% en el PIB nominal (escenario A) o del 0% (escenario B), tendrán como resultado, respectivamente, caídas desde el 5,16% hasta el 7% en los ingresos tributarios. Y todo esto, dejando de lado las cotizaciones sociales, que no darán desde luego muchas alegrías (la Seguridad Social ya está en números rojos, y solo la aportación de la Administración Central para las prestaciones por desempleo ha impedido un agujero mucho mayor). Y esa caída equivale a una caída de la recaudación entre el 0,8% y el 1,1% del PIB.

Esta caída va a ser compensada, según el gobierno, por la subida impositiva anunciada en diciembre. Siendo excesivamente optimista (esto es, ignorando los efectos sobre el comportamiento, la elusión, la evasión y la fungibilidad de los ingresos), podemos pensar que los nuevos ingresos impositivos rondarán los 10.000 o 15.000 millones. Es decir, una subida igual o un poco mayor (todo ello siendo optimistas, claro está) que la caída que provocará la nueva recesión.

Y si los ingresos no van a subir o lo harán muy poco, ¿de dónde saldrán los 2,8 puntos del PIB de reducción del déficit? El ajuste tendrá que rondar los 25.000 millones de gasto, y aquí es donde las estimaciones de déficit se topan con la realidad: a lo largo de toda la crisis, el sector público español (a falta de conocer los datos de 2011) solo ha conseguido reducir su gasto total en el año 2010… con una reducción de unos 5.000 millones de euros.

Para hacerse una idea de lo difícil que es recortar gastos, es útil observar que, en 2010, a pesar del recorte de salarios en el sector público, el gasto en remuneración de asalariados… ¡descendió solo un 0,7%! Y la inercia de la antigüedad condiciona en extremo no solo la remuneración de asalariados, sino también las pensiones: los cotizantes que “salen” del sistema son aquellos con menores pensiones, mientras que los nuevos “entrantes”, además de más numerosos, tienen mayores pensiones.

Y, para empeorar las cosas, la seguridad social ha perdido cotizantes y ganado nuevos perceptores de prestación de desempleo a un ritmo de más de 100.000 trabajadores mensuales durante enero y febrero. Las nuevas prestaciones de desempleo de los más de 600.000 nuevos desempleados netos que se prevén en 2012 supondrán un aumento del gasto de entre 3.000 y 5.000 millones de euros, dependiendo de la duración media de dichas prestaciones.

(En cuanto se publique el resumen de 2011 de la IGAE prometemos realizar un análisis pormenorizado de las partidas de gasto y de los posibles recortes del mismo)

La interpretación política

La interpretación del anuncio de Rajoy ha de hacerse, en mi opinión, en términos políticos. Muy a nuestro pesar, es muy difícil que España cumpla su objetivo declarado de déficit del 5,8%. El 4,4% que pretendía la Unión Europea era, en un contexto de recesión, solo una quimera. En caso de que el Estado consiguiese recortar otros 15.000 millones de gasto, escenario tremendamente implausible, nos encontraríamos aún así con un déficit  del 7% del PIB en 2012, bastante lejos del 4,4% propuesto por Bruselas.

Toda estimación tiene su márgenes de confianza, y nada nos gustaría más que habernos equivocado profundamente en unos cálculos tentativos, pero éstos han sido realizados en base a criterios razonables, con cierta información histórica y supuestos ligeramente optimistas. Quizás un shock externo alivie la actual recesión, o quizás las reformas anunciadas comiencen a surtir efecto antes de lo esperado, pero en ausencia de cambios inesperados las perspectivas para el resto del año son sombrías.

En conclusión, Rajoy solo ha repartido, con su anuncio, el “coste reputacional” del desvío en dos tragos: el primero ahora, anunciando el 5,8%, y el otro para el próximo febrero de 2013, cuando se anuncie que la desviación ha sido aún mayor. Quizás ese sea el motivo por el que el gobierno ha insistido tanto en que lo importante es cumplir el déficit pactado para 2013, a la vista de que el 2012 será, desde el punto de vista presupuestario, otro año perdido.

Artículo escrito por Abel Fernández

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