Posibles soluciones al crecimiento de España (I)

14 junio 2012

El revuelo alrededor del rescate del sistema financiero español ha vuelto a dejar en un segundo plano el problema real de la economía española: la ausencia y las pobres perspectivas del crecimiento económico. Estamos convencidos de que este olvido es un gravísimo problema; al fin y al cabo, tanto la restructuración del sector financiero como el rescate sólo son en el fondo un baile de ceros entre distintos libros contables. ¿Quién asume este agujero? El Estado entra a absorber gran parte, pero le UE ayudará temporalmente anotando esos ceros en su propia libreta. ¿Y los bonistas? ¿Y los dueños de preferentes?

Pero, mientras tanto, el problema real de la economía española continúa bastante desatendido: España tiene ya más de 5 millones de parados y es probable que también tenga infrautilizada una magnitud similar de su capital. Hemos de aclarar que tampoco son convincentes algunas soluciones simplistas que a menudo se invocan. Pretender aumentar el gasto público con un déficit público cercano a los dos dígitos es completamente inviable. Así, en este post me gustaría repasar el problema de fondo y las (escasas) oportunidades de crecimiento de la economía española.

La importancia del crecimiento en estos momentos es sencilla. Solo éste puede lograr simultáneamente los dos principales objetivos a corto plazo: (i) reducir el déficit primario (aumentando ingresos públicos y reduciendo levemente el gasto) y (ii) disminuir el peso total de la deuda sobre el PIB. Si España no experimenta un moderado crecimiento nominal a partir de 2013 (y si el BCE se resiste a monetizar deuda), recibiremos sin duda un nuevo rescate, en el cual sí habrá una quita de deuda y, posiblemente, fuertes cláusulas de condicionalidad.

He dividido esta reflexión en dos partes, debido a su extensión. En la primera, intentaré explicar el desempleo (de personas y en general de factores productivos) durante una crisis de forma sencilla y con un ejemplo real, así como el mecanismo básico de ajuste y por qué falla en la actualidad. En la segunda parte, discutiré algunas de las pocas alternativas que tienen nuestros responsables de política económica para intentar estimular el crecimiento.

¿Cuál es el verdadero problema?

Aunque muchos considerarán esta breve explicación una perogrullada, no está de más repasar la raíz del problema, ya que la sencilla realidad se oculta a menudo debajo de terminología como “demanda agregada”, “multiplicador del gasto” o “equivalencia ricardiana”, expresiones tremendamente vacías fuera de su contexto y cuyo uso oculta en ocasiones motivaciones políticas.

El crecimiento a corto plazo solo se consigue cuando los no ocupados comienzan a trabajar y producir algo valioso. Y, para que haya creación de puestos de trabajo, son necesarias dos cosas:

  1. Personas que “arriesguen” su tiempo, es decir, los trabajadores. El coste de oportunidad de las primeras ocho horas diarias  de un desempleado es muy bajo, así que en este aspecto no hay limitantes. La prueba son los más de cinco millones de personas que desean trabajar en este país (cifra escandalosa incluso si descontásemos los empleados en la economía informal). Ahora mismo Martin Varsavsky acaba de escribir un tweet que simplifica muy bien esta idea, con motivo de su paso por La Red Innova: “Cuando la alternativa es el paro emprender es barato”
  2. Personas que arriesguen un cierto capital. Y aquí está el problema, porque el coste de oportunidad de arriesgar capital es muy alto. Mientras para un trabajador la alternativa al trabajo es el desempleo, para un inversor, la alternativa a utilizar su capital en una actividad es un bono o un fondo mucho más seguros.

Cuando en una recesión numerosos recursos (trabajadores, locales comerciales, oficinas) pasan a estar ociosos, el tipo de interés desciende hasta animar a nuevos inversores a emplear dichos recursos: al disminuir el coste de oportunidad de la inversión (o cuando disminuye el coste de acometerla con deuda), ésta aumenta y logra que los recursos vuelvan a ser productivos. ¡Por eso la política monetaria es un instrumento de la política económica!

Un sencillo ejemplo

Observa esta maravillosa, aunque medio derruida, Casa de Indianos en Villaviciosa, Asturias.

Villaviciosa se encuentra en el oriente Asturiano, en plena Comarca de la Sidra y en la misma costa que pequeñas joyas como San Martín del Sella (foto de la izquierda) o la playa de Gulpiyuri (foto de la derecha).

Cualquier especialista en turismo rural se daría cuenta, con sólo admirar la preciosa galería de madera, de que un hotel con dichas características sería un destino realmente apetecible para las personas que desean disfrutar del turismo rural.

No obstante, comprar y restaurar un caserón semejante es caro. En nuestro caso (tras algunas búsquedas por portales inmobiliarios en Internet), bien podría rondar los dos millones de euros. Suponiendo un coste de financiación de 5 puntos sobre el tipo de interés oficial para compensar el riesgo (es decir, para un tipo aproximado del 7%), el coste de oportunidad del capital necesario rondaría los 140.000 euros anuales. Un caserón de 10 habitaciones que cobrase 120 euros por noche necesitaría un 32% de tasa de ocupación media solo para cubrir los costes financieros. Teniendo en cuenta que la tasa media anual de ocupación hotelera del oriente asturiano ronda el 28%, la inversión parece excesivamente arriesgada, pues todavía habría que pagar salarios, cotizaciones y otros gastos para que el hotel rural pudiese funcionar a pleno rendimiento.

Algo está fallando en esta situación, y cualquiera que pase por delante de dicha casa y vea su lamentable estado es consciente de ello. Solo dos mecanismos de ajuste podrían devolverla a su estado ideal: (i) una bajada de precio de la misma o (ii) una bajada del tipo de interés (es decir, un descenso del coste de oportunidad de la inversión).

El problema es que, a corto plazo, muchos precios son excesivamente rígidos, es decir, que no reaccionan a las circunstancias del mercado. Las razones para esto son numerosas; por ejemplo, algunos bancos pueden no querer vender sus activos a un precio razonable porque significaría reconocer la quiebra. Los sindicatos no cederán un centímetro en su particular batalla con la patronal (sí, los salarios también son un precio). Un diario no acostumbra a bajar su precio de 1,30€ a 1,27€ de un día para otro, si hemos impreso miles de folletos con un precio de nuestro servicio no parece muy lógico cambiarlo mientras los repartimos…

En nuestro caso, el caserón quizás es propiedad de alguien que tiene una renta mensual asegurada y un vínculo emocional demasiado fuerte con su propiedad por motivos familiares. El caso es que el precio del mismo (y los costes de restauración) pueden reaccionar muy lentamente a una caída fuerte de la demanda.

La rigidez de los precios hace, por lo tanto, que el tipo de interés sea quizás el precio más importante de toda economía. Como todo precio que cotiza en un mercado abierto y profundo (es decir, con un volumen tal de transacciones que ningún agente en solitario puede alterarlo), el tipo de interés es el único precio con la capacidad de reacción para equilibrar una economía con recursos sin utilizar.

En nuestro ejemplo de la casa, un descenso del coste de oportunidad de la inversión del 7% hasta el 3% reduciría los costes financieros anuales de 140.000€ a 60.000€, haciendo mucho más probable su restauración y utilización (es necesario aclarar aquí que, si la casa estuviese habitada, entonces no habría un problema de recursos ociosos, pues su dueño estaría considerando que el servicio que le presta es preferible al negocio que pueda hacer con ella).

Por lo tanto, toda crisis es, en esencia, un problema de ajuste de precios. Es justo decir que existen otros problemas que también contribuyen a que muchos factores productivos no encuentren empleo, especialmente el trabajo: los costes de búsqueda pueden ser una importante barrera, ya que alguien ha de ver la oportunidad de negocio, encontrar los factores necesarios (en el caso del trabajo, el talento) e incluso tantear a los posibles clientes. De hecho, la descripción y modelización de estos costes de información y ajuste fue premiada con el penúltimo Nobel de Economía para Diamond, Mortensen y Pissarides.

Lo que hace relevante el tipo de interés es que, al contrario que los costes de búsqueda de información, los responsables de la política económica sí que pueden afectar al mismo a través de la política monetaria.

¿Por qué no funciona el mecanismo de ajuste de los tipos de interés?

Todo esto nos lleva a la pregunta más importante. ¿Por qué no ha funcionado el mecanismo de ajuste mediante una bajada del tipo de interés real? Al igual que el caserón siempre podrá bajar de precio hasta ser atractivo para algún inversor, ¿por qué no bajan los tipos de interés hasta que, en el agregado total, los factores ociosos pasen a ser productivos? Pues porque el coste de oportunidad del dinero tiene, en términos nominales, una barrera infranqueable en el cero. ¿Por qué es así? Muy sencillo: No tenemos la obligación de invertir el dinero en un producto y siempre tienes la alternativa de almacenarlo en efectivo o en un depósito no remunerado.

Y en una recesión especialmente fuerte, la demanda puede caer tanto que el tipo de interés para el cual el mercado “se vaciaría” (es decir, que emplearía sus recursos ociosos)… ¡podría ser negativo! Pero si el cero es una barrera prácticamente infranqueable… estamos en un serio problema.

No obstante, aún existe una salida. Los tipos de interés son relevantes en términos reales, es decir, tras descontar el efecto de la inflación. Un ejemplo sencillo aclara esto. Imagina que puedes endeudarte al 3% para invertir en tabletas de chocolate que cuestan un euro y que esperas una inflación del 4%. Si tienes sitio donde almacenarlas, será racional pedir prestado todo el dinero que puedas, comprar tabletas a crédito (al 3%) y venderlas un año después a 1,04 euros… ¡ganando un céntimo con cada tableta vendida tras devolver el crédito inicial! Es decir, el tipo de interés relevante para fines productivos es el real, y se calcula descontando la inflación del tipo de interés nominal.

Ello quiere decir que, aunque exista una barrera infranqueable en los tipos de interés nominales, los tipos de interés reales sí que pueden descender por debajo de 0 si hay una fuerte inflación positiva. Por ejemplo, un tipo nominal del 1% y una inflación del 4% dan como resultado unos tipos reales del -3%.

Pero de nuevo este mecanismo no parece estar disponible hoy, aunque en este caso las causas son mucho menos claras. La Reserva Federal lleva cuatro años intentando sin éxito generar inflación en Estados Unidos, pero las reservas del sistema monetario crecen y crecen sin que se transformen en dinero usable por los agentes. Y en Europa ni siquiera hemos intentado generar dicha inflación. Una explicación plausible se encuentra en que, ante la incertidumbre financiera, los bancos prefieren atesorar reservas remuneradas en el Banco Central en vez de crear crédito a partir de las mismas.

Resumen

Con esta entrada pretendo aportar con precisión (y espero que con claridad) la naturaleza real de nuestro problema de crecimiento a corto plazo. En la segunda parte detallaremos las pocas medidas que pueden ayudar a crecer, aunque advertimos de antemano que no existe ninguna solución mágica, especialmente a corto plazo.

Artículo escrito por Abel Fernández

3 Comentarios

  1. Julio

    Hoy en algún momento me ha venido a la cabeza de que cuando ocurre una situación como la que tiene España (nulo crecimiento y fuertes problemas de liquidez) el estado debería eliminar todas las partidas que no aporten un posible creciemiento a corto plazo como son determinadas inversiones de infraestructuras (dado que el nivel de infraestructuras en España es muy alto) debido a que la mayoría del coste se va en materiales y los materiales no pueden volver a comprar. En cambio, determinados gastos en salarios van a provocar que la gente tenga algo de dinero para seguir comprando y la solución para que aumente el PIB es que aumente el consumo y para consumir hay que tener dinero. Es decir, la teoría keynesiana pero con cierto sentido común. Mi madre, no me reconozco …..

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  2. Ramon M

    Efectivamente, el profesor Tornabell en su libro del 2008, nos indicaba que España debe tener un plan renove, para hoteles, de esta forma regenerar y conseguir un turismo de calidad, mientras vamos ganando tiempo y obteniendo recursos para cambiar el modelo productivo hacia la economia del conocimiento, hacia la creación de clusters como la Ille de France.
    http://articulosclaves.blogspot.com.es/2010/05/el-dia-despues-de-la-crisis-rtornabell.html Saludos Ramon

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  3. Abel Fernández

    Julio,

    Lo que comentas sobre la necesidad de mantener capacidad adquisitiva para consumir es cierto a corto plazo, por supuesto. Si traemos consumo futuro al presente, ello significará más PIB hoy. Pero este tipo de soluciones hoy están ya vedadas, porque nos hemos pasado muchos años trayendo demasiado consumo futuro al presente y los acreedores no están dispuestos a financiar mucho más.

    En la segunda parte profundizaré en esto y en las, en mi opinión, escasísimas oportunidades de crear crecimiento a corto plazo.

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