La innovación no es un estado, es un proceso

24 septiembre 2014

¿Cuántos de ustedes han escuchado aquello de “ésa es una empresa muy innovadora”? ¿Cuántos han dicho (hemos dicho) que “ese producto o servicio es realmente innovador”? El 90%, y me quedo corto. Estamos acostumbrados a aplicar el adjetivo “innovador” a organizaciones u objetos cuando suponen un cambio respecto a lo que hacen otras organizaciones u objetos (productos). Daría para otro artículo el analizar si estamos aplicando semánticamente bien el concepto de Innovación, es decir, si le estamos dotando del contenido adecuado, porque a veces se definen como innovadoras algunas organizaciones que, digámoslo suavemente, no lo son. Y lo mismo ocurre con los productos y servicios.

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Pero dicho esto, creo que uno de los principales problemas que genera esa identificación sustancial entre el adjetivo “innovador” y una organización, por ejemplo, es que nos olvidamos del carácter activo de la innovación. Uno no es innovador, uno hace innovación, y en cuanto que hace innovación es innovador. No es lo mismo.

Cuando hablamos de innovación lo hacemos de procesos, de acciones, enfoques, resultados… Hablamos de proactividad, de iniciativa respecto a la competencia y al mercado. Cuando denominamos que una empresa es innovadora hablamos de empresas que innovan, que “hacen innovación”. Es cierto que hay empresas con unas mejores condiciones que otras para la innovación, con mejores estructuras, con mejores conexiones internas y externas (redes), con una mejor gestión de la información… pero no podemos hablar de empresa innovadora hasta que no actúa. Mientras, como mucho, podemos hablar de empresa con unas condiciones excelentes para la innovación.

Es más, el hecho de haber innovado una vez no quiere decir que puedas poner en tu empresa un sello que certifique que eres una empresa innovadora, lo mismo que el hecho de poseer en un momento dado eso tan etéreo que llaman calidad no quiere decir que lo vayas a poseer siempre. Desarrollar un proyecto de innovación puede ser, en ocasiones, casi por casualidad, y aunque no lo sea no supone el nacimiento de un estado permanente. Naturalmente hay empresas más preparadas que otras para la innovación pero no quiere ello decir que “sean empresas innovadoras”, sino que están en mejor disposición que otras para desarrollar proyectos de innovación.

Hemos de tener claro que la innovación es, además de muchas otras cosas:

:: Acción. Porque implica que la organización ha de actuar, ha de moverse para poner en marcha la innovación. No hay innovación en la quietud.

:: Cambio. Porque esa acción no es para permanecer, sino para moverse, para modificar algo, para generar un cambio más o menos abrupto en la organización o en la forma de conseguir sus objetivos.

:: Inestabilidad. Porque la innovación supone que se mueva nuestro suelo, que nuestras referencias, y las de la organización, se modifiquen de alguna manera produciendo la necesidad de nuevas lecturas del entorno.

-Incertidumbre. Porque hasta que no hemos sido capaces de asimilar ese nuevo entorno hay cierta ceguera en nuestras acciones, porque no sabemos cómo va a funcionar un producto, si el nuevo modelo de gestión va a dar resultado o si el modelo de negocio es el correcto.

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¿Qué características suelen reunir las organizaciones con más disposición a desarrollar estrategias y procesos de innovación?

:: Son flexibles en su gestión para poder adaptarse a los cambios que se generen en su entorno.

:: Gestionan la información como un valor cuando se utiliza y no cuando se posee.

:: Son capaces de convertir la información en conocimiento.

:: Implican a toda la organización en las estrategias de innovación y no sólo a un departamento.

:: Aceptan el error como fuente de conocimiento y mejora y no como causa de castigo.

:: Son humildes a la hora de poseer y compartir conocimiento, captándolo de fuera si es mejor que el interno y compartiéndolo si otros lo pueden mejorar.

:: Asumen la inestabilidad y la incertidumbre como partes fundamentales de la gestión diaria.

:: Comprenden que no podemos adaptarnos a entornos cambiantes haciendo y gestionando de la misma manera que antes.

¿Y qué hay de los productos y servicios?

Vale, entendemos entonces que las organizaciones no son innovadoras, sino que innovan y pueden crear condiciones propicias a la innovación. ¿Pero qué pasa con los productos y servicios? ¿Qué ocurre cuando decimos que un producto es innovador? Para empezar hemos de tener en cuenta que un producto o servicio es el resultado de un proceso, por lo que es el resultado de la acción de innovar. Pero al mismo tiempo un producto o servicio innovador tiene en su propia naturaleza el potencial de crear un doble movimiento en torno a él:

(1) Centrípeto con todos aquellos que se sienten atraídos por las novedades e innovaciones que parece contener ese producto y servicio y que, por tanto, tratan de imitarlo o mejorarlo desde un estado empático.

(2) Centrífugo con los que sienten rechazo por las novedades aportadas y tratan o bien de mantenerse en su statu quo o cambiar en la dirección contraria al producto o servicio.

Y tenemos dos ejemplos claros. El Circo del Sol, que ha generado una serie de imitadores con otros circos que tratan de alejarse del modelo tradicional, y al mismo tiempo ha hecho que los circos tradicionales pretendan mantener las esencias del circo para diferenciarse y sostener su mercado. O el ejemplo de Be Mate, que en el poco tiempo que lleva desde su anuncio ya ha generado grupos de seguidores y entusiastas con el modelo de Kike Sarasola, y otros que lo rechazan de plano como “huida de las esencias del negocio hotelero”.

Entiendo que muchos no estarán de acuerdo con mi afirmación, la que da título al artículo, pero desde mi punto de vista es más correcto, enriquecedor, verdadero y práctico enfocar la innovación como un proceso y una acción que como un estado más o menos permanente. Es posible que así quite algo de romanticismo a la innovación, pero para eso siempre nos quedarán la biografía de Steve Jobs y su película.

Artículo escrito por Juan Sobejano

Fundador de Innodriven, consultor de innovación en Innolandia y profesor

4 Comentarios

  1. Lino Rodríguez

    Hola Juan,

    Enhorabuena por tan interesante artículo. Coincido absolutamente con tu punto de vista, en cuanto a que la Innovación,(la cultura de la innovación), debe ser un proceso continuado, formando parte de una política corporativa y no un hecho aislado.

    Cordiales saludos,

    Lino Rodríguez

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  2. madelon

    interesantísima reflexión Juan, sobre todo porque si la extrapolamos al entorno, sistema o territorio de referencia, suscita muchas (nuevas) preguntas. Por ejemplo, ¿puede decirse que una región es muy innovadora porque innova mucho (hasta donde los indicadores permiten medirlo, claro) o porque cuenta con los ingredientes necesarios para innovar: buenas infraestructuras científico-tecnológicas con su correspondiente capital humano, un tejido productivo dinámico y con gran capacidad de absorción, una densa y activa red de relaciones sociales de colaboración y competición, disponibilidad de financiación privada e incentivos fiscales y de otro tipo; en resumen, unas organizaciones e instituciones bien organizadas (perdón por la redundancia), dispuestas y propicias para la innovación? Que es lo que al fin y al cabo la intervención (políticas) pública persigue. ¿Y qué decir de la cultura de la innovación? ¿Tenerla significa que eres innovador, mucho, poco? ¿O sólo siendo innovador puedes tener (como persona, organización, institución o región/país) una cultura de la innovación? Porque una cultura es a la vez dinámica y estática, dinámica porque nos permite adaptarnos a los cambios y avanzar, y al mismo tiempo cuesta mucho cambiar determinados hábitos, costumbres, maneras de hacer las cosas una vez institucionalizadas, y ya no hablo de determinados valores y creencias. En fin, la idea que transmite tu post es seductora, pero a la vez – al menos a mí – me genera muchas preguntas. Saludos!

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  3. Juan Sobejano

    Muy interesante lo que dices, Madelon. Desde mi punto de vista (siempre cuestionable), ninguna organización, región o persona es innovadora hasta que no innova, independientemente de las condiciones estructurales y culturales de las que parta. Es como si tengo un coche de Formula 1 recién salido del laboratorio,construido con los mejores materiales, siguiendo las más modernas técnicas y pasando todas las pruebas posibles. Potencialmente es el coche más rápido de la parrilla, pero no lo sé hasta que no se ponga a correr. Tiene la potencialidad de ser el más rápido, pero de momento es una característica potencial, no real. Lo mismo con la innovación, una región puede tener la potencialidad de ser innovadora, pero no lo es hasta que no innova. Luego podemos discutir que con esto queremos decir que ha de tener resultados tangibles en su innovación o basta con desarrollar proyectos claramente innovadores y con objetivos innovadores, porque ya sabemos que no todos los proyectos de innovación tienen resultados. Ten en cuenta que con esto lo que trato es desarrollar un concepto de innovación más enfocado a resultados que a estructuras (siendo éstas necesarias), un concepto más dinámico que estático.No sé si es el correcto, pero al menos nos ayuda y nos lleva a la reflexión y el debate 😉

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  4. Juan Sobejano

    Muchísimas gracia,Lino. Es necesario unir las estructuras y modelos enfocados a la innovación con la acción sistemática por innovar.
    Saludos

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