El coaching es una profesión que necesita una normalización

26 octubre 2016

Hace algunas semanas, Sintetia publicaba un post escrito por mi colega de profesión y espacios virtuales Jessica Buelga titulado «El coaching, una moda no exenta de vende humos«. Jessica y yo ya hemos intercambiado nuestras opiniones en relación a lo que cada una de nosotras entiende por coaching en más de una ocasión. Hemos dialogado sobre los distintos puntos de vista que cada una defiende y también sentido mucha complicidad en aquello en lo que coincidimos. Lo hemos hecho en distintos foros online pero también delante de una taza de café.

Aquel post que escribió suscitó bastantes comentarios por mi parte de los que dejé constancia en facebook. Mal hecho, muy mal hecho porque una persona que tiene su propio blog sabe, y no debería olvidar, que quien escribe agradece, y mucho, que los comentarios se dejen por escrito en el propio blog además de en otros espacios. En cualquier caso, lo importante es que generen debate y cuanto más mejor. Al menos, así lo veo yo.

Lo cierto es que, Jessica y yo compartimos más visiones que nos acercan a lo que es el coaching de las que nos alejan. Pero alguna hay, no exenta de importancia, al menos para mí. Por eso Javier, dándose cuenta de lo jugoso del debate, me invitó a que yo contase mi propia versión de la «historia» y me invitó a hacerlo en el mismo espacio. Desde aquí, Javier, gracias por la oportunidad.

Antes de nada y a modo de declaración de principios decir tres cosas:

  1. Yo también creo que hay vendedores de humo en esta profesión. Sobre todo personas incapaces de practicar con el ejemplo. Un coach no sólo ha de serlo. Ha de parecerlo, ha de respirar el coaching como filosofía de vida y eso ciertamente es un compromiso que no todos están dispuestos a cumplir.
  2. Soy una apasionada de mi trabajo. Amo lo que hago. Gracias al coaching soy una persona mucho más consciente de lo que hago, pienso y digo y por tanto mucho mejor persona de lo que era antes de que el coaching llamara a mi puerta. Creo profundamente y defiendo ante quien haga falta y aún a riesgo de parecer una happy coaching que es una vía poderosísima para conseguir lo más parecido a estados de plenitud y felicidad.
  3. Creo y deseo que como consecuencia del material «sensible» y potente que tenemos entre manos, debería de estar regulado, considerado y en el lugar que merece, es decir NORMALIZADO; en empresas e instituciones, en centros educativos y geriátricos, en las familias. Es decir, en cualquier lugar donde haya personas relacionándose con personas. No es tarea fácil, queda mucho por hacer.

Estas son mis credenciales. Ya sabes más o menos por donde irán los tiros. Si quieres adentrarte, sígueme.

Hay muchas definiciones de coaching yo me quedo con esta:

Para mi el coaching es básicamente un proceso de acompañamiento ‘a medida’ a través del cual las personas cambian. No cambian cualquier cosa, no cambian todo. Sólo aquellas maneras de pensar y actuar que les inhiben a la hora de conseguir los resultados que persiguen.

Cambian la manera prostituida, y profundamente arraigada, de hacer cosas que en el fondo no quieren seguir haciendo. Cambian la perspectiva cegadora e inamovible que tienen respecto de algunas ideas, situaciones o personas y, por tanto, cambian sus actos y como consecuencia sus resultados. Cambian la visión sesgada y en ocasiones mermada de sus capacidades y potencial. Se descubren seres poderosos y capaces.

Lo mejor de un proceso de coaching no es conseguir un objetivo. Lo mejor de un proceso de coaching es descubrir que eres el tipo de persona capaz de conseguirlo. Es saber que mucho antes incluso de acometer algo ya tenías todo lo necesario en tu mochila. Es darse cuenta de que hay un  y hay un contigo. El «tú» es lo que eres en esencia, básicamente potencial y sabiduría. Y el «contigo» es la voz interior que te bombardea con mensajes dañinos que te menoscaban. Básicamente creencias, visiones estereotipadas y juicios de valor adquiridos. Este concepto del tú y el contigo lo explica maravillosamente bien Eckhart Tolle en su libro El poder del ahora.

Un proceso de coaching te ayuda a mirar diferente, con tus mismos ojos. Te da la posibilidad de ver más allá. Te ofrece ángulos de visión que nunca habías contemplado.

Imagina que toda tu vida has caminado por un escenario a oscuras iluminado tan sólo por un gran foco que dibuja un haz de luz en el suelo. Nunca se te ha ocurrido pensar que más allá de se haz de luz pudiera haber algo más que oscuridad. Pero de pronto, alguien enciende todas las luminarias y ves las enormes lámparas de araña colgando del techo, las butacas rojas en el patio, los frisos en los palcos, las cortinas de terciopelo y el foso con una orquesta de 50 instrumentos dispuestos a sonar. Todo lo que siempre estuvo allí pero en lo que tu ni tan siquiera habías reparado.

Y ahora vamos a analizar el cómo se hace para finalmente entrar en el quien lo hace.

Paula Sopeña sobre Coaching

¿Cómo es un proceso de coaching?

Básicamente es un diálogo que se establece entre el coach y el coachee (cliente). Un diálogo que favorecido por la escucha total y holística del coach. Genera preguntas que inician un proceso de indagación en el cliente. Un coach no busca el conocimiento técnico de su cliente, un coach busca el conocimiento tácito. Ése que no se aprende en los libros ni en las universidades y que tiene más que ver con la propia sabiduría, con la intuición, con la aprendido de todas las experiencias vividas, con el saber identificar la emocionalidad que está viviendo en el momento en que lo vive y con el carácter forjado a lo largo de los años. En fin, todo aquello a donde casi nunca recurrimos para respondernos las grandes cuestiones y que es el lugar donde casi siempre están.

Esto además tiene mucho que ver con la esencia del coaching que, a diferencia de otras relaciones de ayuda, defiende que el otro no es un recipiente vacío que haya que llenar. En este sentido, no hay ningún tipo de conocimiento que yo como coach necesite transferir a mi cliente. Esto implica que el coachee tiene la solución y los recursos para solucionar sus propios asuntos. Esa solución propia será infinitamente más válida que la que yo le pueda dar, porque será la suya, desde su cabeza y desde su mapa.

¿Quién puede formarse en coaching?

Aquí coincido con Jessica. En teoría, cualquiera. Es decir, cualquiera que reciba la formación adecuada. Teniendo en cuenta que hoy por hoy en España no existe una formación reglada adecuada. Esto quiere decir:

Un programa que permita en primer lugar capacitar en las competencias que necesita un coach. Te las cuento aquí. Un programa con un mínimo de horas exigido, bajo mi punto de vista en ningún caso debería de ser inferior a 200 horas de formación presencial. En el que el alumno pueda vivir su propio proceso, es decir, se haya podido poner en el lugar del cliente y en el que exista la opción de llevar a cabo sesiones prácticas reales supervisadas. Cuyos formadores sean coaches certificados en activo.

Ahora bien, formarse como coach y hacer coaching a terceros no es la misma cosa. Entonces, ¿para qué formarse, preguntarán algunos? Me explico. Cualquier persona puede querer recibir formación en coaching para vivir un proceso formativo experiencial que le va a capacitar para aplicar las herramientas del coaching a su vida. Yo he tenido, y seguro seguiré teniendo, en los programas de la Escuela que dirijo, a personas que deciden formarse en coaching por el puro placer de experimentar el crecimiento personal y profesional.

Pero para poder ejercer la profesión de coach que ciertamente, y en contra de lo que escribió Jessica, para mi sí que existe, absolutamente, hay que tener muy claros algunos conceptos:

  • Un coach que ejerza esta profesión deberá de ser una persona dispuesta a cuestionarse, a no detenerse en su escala evolutiva, ya no sólo hablo de crecer, hablo de evolucionar. También necesitará formarse casi constantemente, más allá de la Certificación que como inicio de todo haya obtenido.
  • Deberá actuar bajo un estricto código deontológico. Un coach adecuadamente formado sabe hasta dónde puede y hasta dónde no puede llegar. El coaching no es terapia. Un coach no puede jugar a hacer «diagnósticos» clínicos con sus clientes. Si albergara la más mínima duda de que su cliente pudiera necesitar otro tipo de ayuda, deberá concluir el proceso y derivar a otro tipo de profesional.
  • Un coach que ejerza la profesión, tiene que ser ante todo una persona amante de las personas. Humanista convencido, respetuoso consigo mismo y con los demás. Tiene que honrar el coaching por encima de intereses personales y profesionales. Hasta el punto de dejar de hacerlo si deja de creer en ello o por el motivo que sea, temporal o no, se siente incapacitado.

Defiendo que existe la profesión de coaching y lo fundamento en esto; el hecho de no ser una formación reglada no quiere decir para mi, más que eso. ¿Acaso un artista que no haya ido a la universidad de bellas artes no lo es? ¿Acaso una persona que enseñe a leer o escribir a unos niños sin escuela en Haití no se le puede llamar profesor? ¿Acaso una persona que lleva 4 años cuidando de su madre enferma sin más ayuda que sí misma no realiza labores de asistente geriátrico? ¿Acaso Ferrán Adriá o tantos otros como él que no fueron a una escuela de hostelería se les puede considerar no cocineros o sin profesión?

Vuelvo a repetir que sería muy deseable la normalización de la profesión de coach. Creo que nos beneficiaría a todos, coaches y usuarios. Y eso es lo que desde aquí reclamo. Y seriedad, y compromiso y rigor por parte de quienes lo hacen.

Pero hacer coaching significa: tener una preparación, dominar las fases del proceso, y por encima de todo querer ayudar con eso que sabes a otros. Que nadie me diga que eso no es una forma de vida, que nadie me diga que eso no es una profesión.

Sobre la Autora

Paula Sopeña, Coach.

Artículo escrito por Colaboración

5 Comentarios

  1. Olaia Agirre

    «Lo mejor de un proceso de coaching no es conseguir un objetivo. Lo mejor de un proceso de coaching es descubrir que eres el tipo de persona capaz de conseguirlo» Totalmente de acuerdo Paula, muchas veces es más rico y reconocen que el camino y el proceso ha sido más enriquecedor que el propio objetivo. Un abrazo!

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  2. Paloma Bellido

    Muchas gracias Paula.

    Me ha encantado a través de tus palabras, encontrar lo que hay en común con el post de Jessica, que personalmente tan revuelta me hizo sentir.

    Gran trabajo Paula. Buen trabajo equipo de Sintetia. Jessica, gracias, también.

    Un abrazo,

    Paloma Bellido

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  3. Chema García

    Muy buena declaración de principios y de lo que es ser coach, según yo lo entiendo. La discusión sobre si el coaching es o no una profesión, no ha lugar. Si usamos las palabras para comunicarnos, no torzamos las definiciones para arrimar el piano a mi banqueta. Algunos psicólogos entienden que algunos coaches invaden atribuciones suyas. Puedo estar de acuerdo, pero eso no debe hacer que se confunda lo que es ser coach y lo que es ser psicólogo. Y chapeau por tu definición de conocimiento tácito, la verdadera esencia y valor del buen coach sea psicólogo, ingeniero o carezca de título académico.

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  4. BMRCH

    Excelente declaracion de lo que es ser un Caoch y la forma de sentirlo y su valor agregado para ayudar a los demas, desde la esencia misma de cada persona

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  5. Jessica Buelga

    Ante todo, muchísimas gracias por citar mi post sobre coaching en Sintetia y por citarme en varias ocasiones a lo largo del tuyo. Solamente por alusiones, era obligación comentar a tu esperada reflexión «encontrada» con la mía sobre si el coaching es profesión o no. Gratamente me encuentro que no hay debate alguno, pues coincidimos plenamente en cada punto que abordas, salvo en lo de la profesionalización. Y aún así sigo sin ver debate, pues en ningún momento he negado la posibilidad de que llegue a serlo o de que haya personas que lo apliquen de manera excepcional dado el desarrollo de esas competencias que también compartimos. Pero en el momento de que se habla de normalización y regulación, es por su necesidad. Y yo soy una de las que la pide hace tiempo, por eso el debate no ha lugar, como dice Chema García, pero no porque no exista o sea necesario. Como apunte final, y hablando de lo que sí sé, la Psicología ha pasado por muchas luchas y debates internos para llegar a donde ha llegado y a donde todavía tiene que llegar. Si no hubiese sido así, seguiría siendo una rama de filosofía y no sería considerada una profesión, y además sanitaria. Un abrazo y mil gracias de nuevo.

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