Cómo evitar que una aceleradora corporativa sea parte de la burbuja emprendedora

20 diciembre 2016

No pasa el día sin que se anuncie una aceleradora corporativa en algún sitio. No hay sector ni empresa demasiado pequeña para lanzarse al capital riesgo corporativo, algo que hasta no hace mucho, era terreno exclusivo de grandes corporaciones.

No cabe duda de que esto son buenas noticias, la empresa española ha sido tradicionalmente muy conservadora en cuanto al capital riesgo, lo cual en mi opinión creo que no ha ayudado a la innovación ni a la la competitividad de la empresa española.

Sin embargo, igual que antes con las incubadoras, después con las aceleradoras y los fondos de inversión en fase semilla, ahora parece que estamos en una nueva fase de la burbuja emprendedora en la que ya llevamos unos cuantos años.

Son realmente buenas noticias que tantas empresas se lancen a montar sus aceleradoras y fondos corporativos, pero el problema es que algunos de estos proyectos parecen más fruto de un proceso de imitación, de una «moda», que el resultado de un proceso de planificación sereno y profundo que encaje en la estrategia general de la empresa.

En general, podríamos decir que una empresa crea una aceleradora corporativa por varios motivos que no son excluyentes:

:: Innoganda (innovación + propaganda): La innovación como parte del plan de marketing de una empresa. No hay que ocultarlo ni avergonzarse. La innovación está de moda, no hay organización que no quiera ser (y parecer) innovadora, y tener una aceleradora corporativa nos permite lanzar unas buenas notas de prensa, sacar a nuestro CEO (probablemente un baby boomer) rodeado de millenials, y los más adinerados, tener un espacio físico diferente y cool que también nos permitirá proyectar una imagen joven e innovadora.

:: Observatorio tecnológico: Una aceleradora corporativa puede convertirse en un verdadero observatorio tecnológico, muchas veces más barato y con ventajas añadidas a otro tipo de soluciones.

:: Identificación y selección de talento externo: profesionales que de otra forma sería difícil que se acercasen a nuestra empresa, de repente empieza a estar en contacto con nosotros y nos puede servir para seleccionar talento especial.

:: I+D+i: Estas aceleradoras pueden ser una suerte de externalización de parte del I+D de la empresa, un lugar dónde se desarrollen cosas que internamente no sería posible y muchas veces más barato y rápido. Pero también, puede ser un verdadero espacio de innovación donde miradas diferentes de personas diferentes a las de ‘siempre’ generen auténtica innovación en la intersección de esas miradas con nuestro negocio.

:: Negocio financiero: En algunos casos más extremos, y en empresas con estrategias muy sofisticadas de capital riesgo, todo esto puede convertirse en un negocio en sí mismo.

Como decía, es poco probable que haya un único motivo por el que embarcarse en esta aventura, pero sería poco recomendable no hacer un ejercicio consciente de elegir la motivación por el que hacerlo. No hay nada peor que el autoengaño, pensar que una aceleradora corporativa será nuestro espacio de innovación abierta que además puede convertirse en un agente de cambio cultural pero que en definitiva no será más que innoganda. No hay nada malo en ello, reitero, pero no tampoco es positivo engañar a posibles emprendedores que se acerquen a ella y crean que es lo que no es. Eso alimenta una burbuja de expectativas que no es nada buena.

Después de llevar mucho tiempo viendo aceleradoras corporativas desde dentro y desde fuera, voy a compartir con vosotros algunos problemas típicos que he observado. La lista no es exhaustiva y lo hago desde un punto de vista totalmente personal, así que agradeceré el debate y otras experiencias para enriquecer la lista.

1.- Escasos recursos: Y por esto no me refiero tanto a recursos físicos porque, curiosamente, muchas veces espacio e instalaciones no faltan. Pero, por un lado es habitual poner muy pocos recursos humanos en estos proyectos. Normalmente hay pocas personas dedicadas y se suele crear un grupo de trabajo con personas que añaden esta responsabilidad a su trabajo habitual. Profesionales que suelen ser elegidos porque les entusiasma el proyecto y por supuesto, porque son personas muy válidas. Esto significa que son personas muy ocupadas, así que por mucho que quieran, siempre tendrán un ancho de banda muy limitado para este proyecto. Además no lo olvidemos, el día a día, con sus fuegos y sus objetivos, siempre gana a proyectos inciertos.

2.- Copia y pega: Se ha formado un grupo de consultoras que legítimamente han montado un negocio alrededor de esto. El problema es que de forma muy natural han industrializado el proceso, lo cual significa que en muchos casos estas aceleradoras son un corta y pega. Mismos diseños para empresas del mundo de la publicidad o de la banca. Mismos diseños para empresas familiares que para empresas que cotizan en bolsa. Ciclos similares independientemente de los ciclos de negocio.

3.- Falta de paciencia: La paciencia es difícilmente una cualidad habitual en el mundo de los negocios, pero aunque alguien pueda pensar que en este mundo tan rápido de las startups no hace falta esperar para ver resultados, en cambio, es fundamental. Los resultados no ocurrirán en una escala temporal de meses, sino de (varios) años.

4.- Falta de compromiso por el Management: Uno de los principales problemas en este tipo de iniciativas es que suelen empezarse sin un soporte claro y sin dudas por parte del Management de la empresa. Es normal que esto empiece porque algún ejecutivo (o el propio CEO) lo tomen como proyecto casi personal y al final se permita la aventura sin un claro compromiso a todos los niveles. Si esto ocurre, y además no existe la paciencia de la que hablamos antes, la aventura tendrá unas piernas muy cortas, y se caerá rápidamente en cuanto haya una revisión de presupuestos o un cambio de pesos políticos en el equipo de dirección. Esto no significa que una aceleradora corporativa tenga que partir con un cheque en blanco, pero si se hace con el objetivo de convertirse en algo importante para el futuro de la compañía debe hacerse con un amplio consenso, apoyo e involucración del equipo directivo.

:: La involucración de los expertos internos: Una de las obvias ventajas para un emprendedor de acercarse a una aceleradora corporativa es el acceso a expertos del “mundo real” que le ayudarán en esas fases iniciales del negocio. Del lado de la empresa, los expertos servirán para validar las ideas y discriminar los proyectos que entran y los que no. Esto sin embargo tiene un problema que no es sencillo. Esos mismos expertos son muchas veces los Señor No de la empresa que precisamente son los que impiden a veces la innovación dentro de la misma. Y es que ellos saben por qué no se pueden hacer ciertas cosas, qué cosas son imposibles… Y obviamente, cuando viene gente de fuera cuestionando esas verdades absolutas, a veces se equivocan (aunque también otras muchas aciertan). Así que hay que saber modular qué tipo de expertos entran en los comités evaluadores, no tanto por su experiencia sino también por sus habilidades y forma de ver las cosas.

:: Smart capital: El “capital inteligente” es término muy manido, cuando menos elusivo, e incluso para algunos un oxímoron. Sin embargo es la base fundamental sobre la que se sustentan todas las aceleradoras corporativas. El capital que invirtamos será muy inteligente porque junto al dinero irá parte de nuestro conocimiento y las sinergias que se generarán con nuestra empresa. Sin embargo, pueden pasar dos cosas. Primero, que tu capital inteligente al final no sea tan inteligente como te creas. Las sinergias no serán tanto, tu experiencia puede no ser tan útil al emprendedor, o peor, tu cultura puede incluso ser tóxica para la empresa a la que quieres ayudar. Pero es que además, el “capital inteligente” no paga facturas, sólo el capital financiero lo hace. Muchas empresas detrás de una aceleradora corporativa sobrevaloran lo que pueden aportar más allá del dinero e imponen unas condiciones perjudiciales a las empresas a las que supuestamente quieren ayudar. Sin olvidar, claro está, que lo hacen para beneficio propio, pero perjudicando a la startup, y con ello se están pegando un tiro en el pie.

:: Falta de autenticidad: Y finalmente, quizá la más grave y que está relacionada con muchas de las anteriores. El hacer esto para ver qué pasa, sin creérselo de verdad y hacerlo pero sin que nos pueda perjudicar en nuestro día a día. Las aceleradoras corporativas tienen que ser por definición una burbuja (física) dentro de la empresa. Tienen que ser un espacio donde puedan ocurrir cosas que no podrían ocurrir dentro del día a día de la empresa. Normalmente por cultura o por falta de las habilidades adecuadas. Sin embargo, la membrana de esa burbuja tiene que tener cierta permeabilidad. Si no somos capaces de que se generen esas sinergias que damos por supuestas cuando hablamos del “Smart capital”, entonces de qué estamos hablando… Tener acceso a las unidades de negocio, a las capacidades de I+D de la empresa, a los ejecutivos senior, todo esto es necesario si realmente queremos acelerar esas startups. Por supuesto, esto tiene un coste de ancho de banda importante de nuestros recursos valiosos, por eso muchas veces se limita enormemente hasta el punto que sean inalcanzables para las startups y por lo tanto, eliminando la principal razón de ser de las propias aceleradoras corporativas. Es una especie de querer y no poder…

Como he dicho varias veces al principio del artículo no es mi intención dar una visión negativa de las aceleradoras corporativas. Muy al contrario, son muy buenas noticias asistir al nacimiento de tantas. Sin embargo, es una pena que por una mala planificación e implementación, muchos de estos proyectos acaben generando fracasos sonados y una gran frustración en las organizaciones que a la larga se convierte en una mayor refracción a iniciativas de innovación abierta

Artículo escrito por Roberto Espinosa

Economista experto en tecnología e innovación Bio

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